Capítulo 9

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Las sombras bajo sus ojos parecían haberse expandido. La noche anterior no había dejado de pensar en Hyukjae y lo que significaba encontrar a su ex en su departamento. No iba negarlo, le dolía. Se estaba volviendo loco de pensar en ellos dos juntos otra vez, dejándolo a él sin nada más que los recuerdos maravillosos de los días junto a Hyukjae. Pero quizá se merecía quedar apartado. Había sido un tonto con Hyukjae cuando él había sido tan bueno.

Hacía el intento de concentrarse en su trabajo, pero no lo estaba consiguiendo. Suavemente sonaba Starway to heaven de Led Zeppelin por los parlantes de su Mac, una canción que siempre le había puesto la piel de gallina y con la que solía martirizarse. Desde luego no era la canción ideal para subirse el ánimo, pero aún así ésta se había estado repitiendo una decena de veces. Su pulso y los clicks eran torpes y sus ojos ardían más de la cuenta con la luz blanca de la pantalla aún cuando tenía los anteojos puestos. Su cabeza estallaría de un momento a otro de seguro, y su corazón por el contrario se marchitaría si no conseguía dejar de culparse. En realidad consideraba que todo era su culpa, pero repetírselo una y otra vez representaba un daño aún mayor.

Se echó hacia atrás en la silla y se desplazó un poco empujándose con los pies. Su codo se apoyó en el apoyabrazos y se masajeó el puente de la nariz con los dedos mientras cerraba los ojos con cansancio.

—¿Mala noche? —preguntó la voz de su colega, Shindong, apoyado en la entrada de su cubículo.

—Algo así —murmuró Donghae sin mirarlo.

—Bueno, no traigo muy buenas noticias como para mejorar tu ánimo —comentó mientras entraba en el cubículo.

Donghae abrió los ojos que hasta entonces habían permanecido cerrados y los fijó en el hombre que acababa de entrar.

—No me digas que los empresarios se contactaron otra vez. —Shin asintió con su cabeza y Donghae suspiró.

—Quieren que vayamos a su campo a tomar las fotografías que necesitamos en vista de que rechazamos las que ellos nos dieron. El problema es que yo tengo una reunión esta tarde.

—Diablos, Shin, ¿quieres que vaya solo? Como si fuera fotógrafo, además.

—Bueno, pero tienes mejor criterio que ellos. Muéstrales los avances de la página y quedarán felices por ahora.

Donghae lo pensó un poco aunque no había modo de negarse. Suerte que su auto había partido esa mañana, pues ahora tendría que conducir cerca de una hora para llegar al campo en el cual el trío de empresarios agrarios tenía sus plantaciones y animales que querían comenzar a promocionar nacional e internacionalmente a través de la página web. Eran empresarios que habían comenzado artesanalmente, e insistían en hacer todo ellos mismos, por eso el problema con las fotos. Se habían negado a contratar a un fotógrafo.

—Bien. Iré ahora antes de que me quede dormido —murmuró levantándose de la silla con desgano y tomando su abrigo. Guardó su Mac en su bolso y comprobó que las llaves estuvieran en su bolsillo.

—Donghae —le dijo Shindong y éste lo miró con ojos cansados—, conduce con cuidado, ¿sí? y bebe un café para despertar.

Donghae asintió, sonrió débilmente y se despidió con un gesto de su mano. Shindong lo vio salir y él volvió a su puesto de trabajo. Pasaron algunos minutos, diez quizá, cuando vio aparecer a un hombre que venía un tanto apresurado. Interrumpiendo su trabajo una vez más, Shindong se desplazó en su silla cuando se fijó que él buscaba a alguien con la mirada pero que parecía no hallar.

—¿Buscas a alguien?

—Sí —dijo sin aire—, a Donghae.

—Ah, ¿quién lo busca?

Sweet winterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora