Capítulo 4

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Donghae venía de tomar una ducha, cuando o oyó su teléfono sonando de manera insistente desde su cuarto. Se apresuró para contestar.

—¿Diga? —contestó sin haber mirado la pantalla y poniéndose el teléfono entre su hombro y oreja.

—¡Hae! ¡Cuéntamelo todo! —Donghae cerró los ojos al escuchar aquella exclamación—. ¡Le saqué información a Hyukjae y me dijo que se han estado viendo! ¡Cómo es que no me habías dicho!

—Argh, Min, es temprano como para que estés alzando la voz, ¿sabías? —rodó los ojos, pero en realidad le hacía gracia ese tono emocionado de Sungmin. Si él pudiera exteriorizar lo que sentía de alguna manera, seguramente utilizaría un tono similar.

—¡Cuéntamelo todo!

—Pues... eso, que hemos estado saliendo —dijo entre medio de una sonrisa mientras se vestía.

—¡Oh, por Dios! No puedo creerlo.

—Oye, no sé tú pero tengo que prepararme para ir a trabajar.

—¡Sólo dime si lo verás de nuevo!

Donghae rió un poco negando con su cabeza porque su amigo no tenía remedio.

—Hoy —replicó. Y escuchó el chillido de emoción del otro hombre. Pero antes de que dijera algo más, Donghae cortó la llamada entre risas.

***

—¿Le contaste a Sungmin? —preguntó Donghae, aunque la respuesta ya la conocía. Miró a Hyukjae y éste le devolvió la mirada, divertido. Caminaban juntos después de que el pelinegro pasara a buscarlo a la agencia donde trabajaba.

—Diablos, tuve que hacerlo —murmuró rodando sus ojos—, comenzó a sacarme en cara que él siempre era bueno conmigo y que yo no era capaz de decirle si nos habíamos llevado bien o no... cosas así.

—Eso suena como a Sungmin. —Los dos se miraron y rieron con algunas carcajadas.

Aún riendo suavemente, entraron en un pequeño restaurante de fideos tal como le había prometido Donghae a Hyukjae.

El ambiente estaba cálido a diferencia del exterior y coloreó sus mejillas al poco rato. El aroma a comida llenó todos sus sentidos y despertó rápidamente el apetito de los dos. Ocuparon una mesita apartada donde pudieran estar tranquilos y pidieron un tazón de fideos cada uno. Y mientras esperaban, Donghae se excusó con Hyukjae para hacer una llamada telefónica a su hermano. Éste asintió sin problema y Donghae se dedicó a mirar por la ventana hacia afuera mientras esperaba a que su hermano atendiera.

—¡Hola, Hae! —contestó el chico desde el otro lado de la línea.

—Hola, Hen —dijo Donghae con una inmediata sonrisa en sus labios al oír la voz de su hermano. Hyukjae lo observó mientras tanto, sin perderse detalle de sus gestos y expresiones.

—Oye, ¿dónde estás?

—Hoy pasé a comer con alguien antes de ir a casa —murmuró mirando de soslayo a Hyukjae—, pero no llegaré tarde. Antes de salir temprano dejé comida preparada para ti en el refrigerador.

—De acuerdo pero..., Donghae, tendrás que contarme quién es, ¿bien? No creas que soy estúpido.

—...No creo que lo seas, Henry —dijo Donghae en medio de un suspiro mientras una señora dejaba los tazones de comida frente a ellos—. Hablamos más tarde, cuídate.

—Tú también, Hae. Hasta más tarde.

Donghae terminó la llamada y suspiró mientras guardaba su teléfono otra vez en el bolsillo de su abrigo. Alzó la vista hacia Hyukjae. Él estaba algo serio, como pocas veces lo había visto, y se concentraba en hurgar en su tazón de comida. El pelicastaño frunció levemente el ceño y se mordió los labios sintiendo un poco de incomodidad, pues por alguna razón creyó ser el culpable del cambio de expresión en Hyukjae.

Sweet winterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora