Deja el muelle

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Vivian tomó el pergamino, rompió el sello sin mucha ceremonia y procedió a leer su contenido. Esperé frente a ella, cada segundo que pasaba se hacía eterno, solo deseaba abordar de una vez y terminar el viaje cuanto antes. Miré los tablones roñosos del casco por un instante y rodé los ojos. Quizás debía de esperar sobrevivir al viaje y no terminarlo lo más rápido posible.

Levanté la mirada y me encontré frente a frente con una expresión que me heló la sangre. El semblante amigable de Vivian había cambiado por completo. Juntó las cejas y, al notar que le prestaba atención, me miró como quien descubre una cucaracha. Mi estómago se encogió, ¿qué habían escrito mis madres en aquella carta?

—Sígueme —dijo con un tono seco y duro. Miré a mi alrededor, no había marinera o marinero alguno cerca para que tomara mi equipaje. Agité mi cabello, quizás se encontraban escasos de personal, dudaba que le permitieran a cualquier hombre servir en el barco que transportaba a la heredera de Calixtho, debía de ser eso. No había nadie porque todas estaban ocupadas.

Justo cuando separé mis labios para protestar, divisé a una chica bajita de piel acaramelada, cabello negro lacio y un rostro con una forma diferente, casi redondo. Miraba a su alrededor confundida. De seguro era mi sirviente y no me conocía, perdoné aquel error de inmediato. Quienes vivían en las provincias y terrenos de ultramar del reino no conocían mi rostro.

—¡Oye tú! Lleva mi equipaje —ordené a aquella chica con el tono más altivo que pude expresar. De esa manera conocería su lugar.

La capitana, que estaba a punto de llegar a la rampa que unía el barco con el muelle, detuvo sus pasos de inmediato.

—Estás hablando con Zirani, hija del jefe de una importante tribu del Nuevo Mundo—siseó con furia sin siquiera girarse a verme—. Además, de ahora en adelante, atenderás tus propias necesidades. No tienes poder sobre nadie abordo de mi barco.

Enrojecí profusamente. La tal Zirani me miraba confundida, un análisis más detallado me llevó a descubrir que de sus manos colgaba una sencilla bolsa de lona y que, a pesar de que su ropa era similar a la de cualquier chica de Calixtho, algo en la forma como la llevaba la hacía lucir diferente.

—Discúlpate —siseó la capitana. Era una orden que no podía incumplir, cada sílaba estaba acentuada con la amenaza de terribles consecuencias.

Por supuesto, solo me disculpé porque viajar en este barco apestoso durante tres meses ya era lo suficientemente terrible.

—Lo siento.

Zirani asintió para aceptar mis disculpas y eso fue todo. ¿Por qué Vivian tenía que hacer tal escándalo? A la chica seguro que no le importaba, era una heredera como yo.

Tomé mi equipaje, maldije entre dientes a mi yo del pasado que había decidido llevar un exceso de ropa y vestidos elaborados y seguí los pasos de Vivian. Al llegar a la plataforma le dediqué una mirada de miedo y mi corazón se aceleró, se veía realmente muy estrecha y apenas y estaba unida al muelle y al barco por gruesos cabos, ¡incluso se mecía con el movimiento del navío!

—Para empezar cualquier viaje, primero debes abandonar el muelle —recitó Zirani mientras me adelantaba. Con pasmosa facilidad caminó por el borde de aquella plataforma. Al parecer prefería morir ahogada que pasar demasiado cerca de mí. Bien, yo tampoco deseaba juntarme con indígenas sin clase, por favor, ni siquiera había podido fingir ante Vivian que me ayudaba con el equipaje. Pudo ahorrarme el disgusto y evitar una escena.

Seguí sus pasos, mi corazón daba un brinco cada vez que pisaba una tabla de aquella plataforma. ¿Y si se rompían justo cuando colocara mis pies?

Cuando por fin alcancé la cubierta del barco pude apreciar su gran tamaño. Tenía unos 50 m de eslora y unos 20 de manga, tres palos sujetaban lo que me parecían, una decena de velas enormes y gruesos cabos cruzaban de acá para allá formando un entretejido realmente complicado.

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