Capítulo 5

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De las cosas que detestaba de ese lugar, el frío era lo peor.

La humedad y la suciedad era un factor detestable, pero nada comparado con el frío de Azkaban.

No era solo el frío que podías sentir calando en tus huesos, ese que trepan desde la punta de los dedos del pie hasta la última fibra de cabello; no, era peor el frío del alma.

Azkaban están rodeado de criaturas horribles, los temibles dementores, ellos eran los verdaderos guardianes y torturadores de la prisión mágica, esas criaturas oscuras eran capaces de alimentarse de tus recuerdos felices, literalmente te arrancaban la felicidad dejándote solo con tus memorias más horribles e infelices produciendo un hueco en tu alma, lo que era su objetivo final puesto que los dementores tenían una habilidad mucho más aterradora, los magos lo llaman: el beso del dementor.

El beso del dementor era horrible de ver, muy pocos magos se atrevieron a hacerlo y la mayoría apartaba su mirada cuando estaba a punto de suceder ya que los dementores se quitaban su capucha y dejaban ver su aspecto nauseabundo, el dementor te quitaba el alma dejándote como un cascarón vacío, muerto en vida era una gran definición a como quedabas cuando un dementor te besaba.

Uno de los destinos peores que la muerte era ese.

Harry vió un intento de beso con sólo 13 años, intento porque fue frustrado por el mismo Harry a esa tierna edad.

Aprendió el hechizo para repelerlos 4 años antes de lo que debía un mago normal, era magia muy avanzada que él fue forzado por las circunstancias a aprender, los dementores lo afectaban más que a cualquier estudiante en Hogwarts y su miedo a lo que provocaban en él los convirtió en su boggart.

Él no tenía mucho recuerdos felices, eran tan escasos que le aterraba quedarse sin ellos, tenía miedo a sus propios terrores, a no tener felicidad nunca más, a ser obligado a escuchar las últimas palabras de sus padres una y otra vez, antes de que fueran asesinados a sangre fría, a escuchar el grito de su madre antes de morir, a quedar enterrado en los sentimientos de culpa y desesperación de no poder hacer nada, la impotencia de ver morir a su padre tratando de comprarles tiempo, a su madre suplicando por la vida de su hijo.

Porque Voldemort no era más que cruel, el maldito le mostró su recuerdo de esa noche en la que Harry perdió todo, ellos tenían un vínculo y Voldemort lo supo aprovechar al máximo para darle una mejor estadía en esa prisión.

Sí, Harry había sido condenado a Azkaban de forma injusta, no era el primero de su familia que pasaba por eso, su tío y padrino Sirius Black también fue condenado de forma injusta, y por él el hombre podía volver a ese lugar y pudrirse sin causarle una sola gota de compasión.

Pero en esos momentos no le importaba sus pensamientos de odio y venganza, no cuando estaba hecho una bola arriba de su cama muriendo de hambre y no haber sido atacado por los dementores no más de 5 minutos atrás; en especial, porque en ese momento tenía visitas.

- Sí es el hijo de esa perra de Evans - escuchó decir

Un gruñido salió de su garganta al oír al que era obviamente un mortífago hablar mal de su madre.

- Al parecer un mes en éste lugar aún no te enseña nada niño - se burló - Pero el Señor Tenebroso me a enviado a corregirte

- Regresa con tu amo, perro - logró decir a través de su garganta herida por sus gritos, levantó la cabeza para verlo directamente, un tonto mortífago no lo iba a doblegar, cuando lo hizo se dió cuenta de que eran dos

- Maldito insolente - al que insultó levantó su varita en su contra pero antes de que el crucio abandonará sus labios, el compañero del mago lo derribó y el sonido de un cuello roto llenó el lugar

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