Kingdom |L.S.| Omegaverse

1.

"Recuerda mi promesa"

Despertó por segunda vez en un lugar que no reconocía. Sintió las miradas de los desconocidos como agujas sobre él. Trató de acostumbrarse a la luz del salón, parpadeó varias veces y echó un vistazo a su alrededor. Unos preciosos ojos azules lo miraban fijamente y su portador, quien poseía una delicada figura, ensanchaba una hermosa sonrisa.

—Ya despertó, Anne. —dijo sonriente con aquella voz que Harry recordaba haber escuchado antes, tal vez en algún sueño.

Escuchó unos pasos a su alrededor y de inmediato un nuevo par de ojos lo miraban con detenimiento, escudriñando hasta lo más profundo de su ser.

—Ya era hora —dijo la recién llegada—. ¿Dónde te has metido, Harry?

¿Harry? La segunda vez que escuchaba ese nombre ¿era el suyo?

—¡Paph! —dijo una pequeña voz y sintió unas manitos apretarle las mejillas mientras el niño reía.

—¡Déjalo Farid, lo estás molestando!

Un torbellino rosa venía detrás del pequeño que seguía apretando sus mejillas.

—¡Alysa, shu shu! —trató de ahuyentarla.

—Niños, por favor, no agobien a su padre.

¿Padre? ¿Son sus hijos?

La delicada figura se le acercó y quitó al pequeño bultito que le estaba dejando prácticamente sin mejillas. Le susurró algo al oído y lo dejó en el suelo. Hizo lo mismo con el torbellino rosa a su lado, quien protestó, pero de igual manera se alejó. Luego dirigió su mirada hacia él, sintió como sus ojos penetraban su alma entera. Se retorció.

—Hola, amor.

—¿Hola?

—¡Oh, Harry! —dijo abalanzándose sobre él—. ¡Te extrañé muchísimo!

Le correspondió al abrazo desconcertado.

—¿Qué pasa, Harry? —Retrocedió mirándolo fijamente por enésima vez, su rostro reflejaba preocupación.

—¿Quién?

Su respiración se cortó al instante en que esas palabras salieron de su boca, ahogando una exclamación.

—Tú.

— ¿Yo?

—¿No lo recuerdas acaso? —preguntó preocupado.

Negó con la cabeza rápidamente.

—Louis —lo llamó una mujer y él se acercó a ella.

Harry observó alrededor tratando de recordar algún detalle, pero nada venía a su mente. La habitación era enorme, las cortinas que parecían de visillo y terciopelo estaban abiertas. La luz que entraba por el enorme ventanal iluminaba la habitación por completo. Distinguió el armario en una de las esquinas, el suelo alfombrado, los pequeños sillones frente al ventanal y el gran espejo a un lado de la cama en donde se encontraba. Pasó las manos por las suaves sábanas de hilo con bordados dorados esperando recordar algo, pero no lo consiguió. Sintió una leve presión en el pecho.

—¡Harry!

Se sobresaltó de repente. No se había percatado que lo llamaban.

—¿Sí?

—¿Sabes quién soy? —dijo la mujer delante de él.

—¿Una persona?

—No juegues, ¿cuál es tu apellido? —la expresión seria de la mujer lo ponía nervioso.