Extra III

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"Joyas de la Corona"

— ¡Aimar!

El joven príncipe bajó el libro y miró en dirección de la beta. Alysa se bajó del caballo de un salto, el arco descansando el su mano y el carcaj casi vacío. Su hermana se acercó a él corriendo.

— ¿Cómo estuvo la cacería, Aly? —Le preguntó en cuánto estuvo cerca.

—Debiste venir. Como sea... —Le dijo ella suspirando. Metió la mano en uno de los bolsillos de su pantalón, sacando una medalla plateada y entregándosela—. Creo que esto es tuyo.

Aimar la tomó reconociéndola de inmediato. Sonrió y abrazó a su hermana, que ahora era mucho más alta que hace dos años cuando comenzó a entrenar con más seriedad.

— ¡Pensé que la había perdido! Gracias, Aly.

—Sí lo hiciste. Agradécele al Lobo que tu hermana tiene el sentido de la vista muy desarrollado. —Bromeó ella.

—Le agradeceré a Farid luego.

Alysa golpeó su hombro con el arco.

— ¡Auch! No deberías tratar así a tu futuro rey.

No deberías tratar así a tu futuro rey. —Imitó su voz mucho más aguda antes de caminar hacia su caballo para dejarlo en el establo—. ¡Yo te salvo el trasero, no lo olvides!

— ¡Alysa!

La beta respondió con una carcajada antes de alejarse con el caballo. Aimar sonrió al verla, tan sólo tenía quince años y ya era una de las mejores arqueras que tenía el reino.

— ¡Aimar, Aimar! —Los mellizos corrieron hacia él tropezando con su pierna derecha.

—Hola, pequeños. —El alfa los tomó en sus brazos—. ¿Se están portando bien? O ¿Huyeron otra vez de Betsa?

Tira jugó con el borde del cuello del traje de Aimar, Caleb evitó sus ojos con su pequeño dedo entre sus labios. A toda respuesta, Betsa apareció en el jardín casi sin aliento tras haber perseguido a los mellizos por todo el Palacio. Aimar le dio una sonrisa condescendiente.

—Lo siento, Betsa. Los niños de ahora son una verdadera pesadilla, ¿no es así?

Tira frunció el ceño y Caleb cruzó los bracitos refunfuñando. Aimar y la omega rieron ante la reacción de los niños. Aimar le entregó a Tira y dejó a Caleb en el suelo porque se negaba a ir con la omega.

Aimar se agachó hasta quedar a la altura del pequeño príncipe.

— ¿Qué sucede, alfa? —Le preguntó al verlo de malhumor.

Caleb era una copia de Aimar, exceptuando los ojos color caramelo y la nariz de botón. A diferencia de Tira, quien tenía el cabello tan rojo como el fuego y los ojos tan verdes como los de su padre. El cachorro prefería estar al aire libre, lejos de los muros del castillo y corretear a las mariposas, mientras que Tira prefería dormir todo el día. Alysa solía llevarla a montar a caballo con ella para evitar que durmiera todo el día. A la alfa le fascinaba la naturaleza casi tanto como una siesta de seis horas.

—Los extraño. —Dijo con un puchero.

Aimar sonrió con tristeza y acarició los rizos del niño.

—Vendrán pronto ¿sí?

— ¿Por qué no pudimos ir? —Quiso saber el niño.

—Tenían que ir sólo ellos, cariño. Pero no te preocupes, ya vendrán. Alysa y yo también los extrañamos, pero debemos tener paciencia.

Kingdom |L.S.| OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora