Extra II

879 87 34
                                    

Hogar

Las campanas sonaban en un eco interminable en la Capital de Kareth. En las calles había una gran algarabía y felicidad. Los habitantes de todas partes del reino abarrotaban las calles del mercado, la plaza y el muelle. Todos vestidos en sus mejores galas y con la sonrisa en sus rostros esperaban impacientes la salida del príncipe y su omega.

La gran boda se realizó en Los Jardines de la Capital. Un complejo que colindaba con el bosque del Este y en dónde se hallaba la Laguna y en su orilla, construida una capilla ceremonial donde solían realizarse bodas o rituales de purificación. El agua representando la armonía y la pureza, junto con el misticismo de la Laguna, permitía que sus guardianes afloraran para acercarse a ella.

Louis miró al alfa resplandeciente de felicidad, la podía sentir en su pecho sin la necesidad de una marca. La pudo sentir antes de haber dicho sí frente al universo. Pudo sentirla como propia también.

Había decidido casarse. Aún no podía creer haber dicho que sí. No podía creer siquiera hacerlo con el futuro Rey de Kareth. Era tan irreal que cuando le escribió la carta a su madre para avisarle de la noticia, seguía sin creerlo.

Él amaba tanto a Harry. Se sintió tan tonto recordando cuando se lo negaba a sí mismo. Pero todas sus dudas se disiparon en cuánto vio sus ojos aquella mañana. Ya lo sabía, y podría jurar que lo supo mucho tiempo atrás. Louis sabía que era allí donde debía estar.

Cuando salieron de los Jardines y el pueblo vitoreó con alegría por la nueva unión, Louis se sintió amado. No sólo por Harry, sino por su gente. Por aquellos por lo que iba a pelear y que ni siquiera habrían sabido de su existencia. Por aquellos que no habían nacido y por aquellos que ya habían muerto.

Y allí frente a una multitud alegre, junto a su alfa, Louis había olvidado las ganas de llorar que sintió cuando comprobó que su familia no estaba con él.

(...)

— ¿Qué sucede, sol? —preguntó el alfa en un susurro, acariciando el cabello enredado del omega en sus brazos que se restregaba contra su cuello buscando un lugar seguro.

—Nada —murmuró apenas rozando su nariz con la fuente de olor de Harry. No recuerda otro momento en dónde haya adorado tanto la menta como ese.

Harry lo alejó un poco para mirarlo con ojos preocupados. Tomó su mentón y comprobó que los ojos azules del omega estaban cristalinos debido a las lágrimas que estaba reteniendo.

— ¿Qué te molesta, mi vida? Por favor, dime —rogó Harry, sintiendo como su pecho se contraía cuando una lágrima descendió por la mejilla de Louis— ¿Te duele?

Louis negó despacio con una media sonrisa.

Su marca aún estaba fresca, sangrante. Pero ya no dolía, dejó de doler hace días.

Él no lloraba por eso. Nunca lloraría por eso.

Cuando Harry se arrodilló frente a él, dos días después de su boda y le juró de manera exageradamente dramática que nunca lo dejaría, Louis rió tanto que cayó junto a él. Suspiró y le pidió que lo marcara. Sus palabras fueron tan inesperadas que Harry dudó que Louis estuviera sobrio, Louis también lo habría dudado un año atrás. No lo hizo entonces cuando lo miró a su rostro iluminado con la luz de la luna atravesando atrevida por su ventana, a tan sólo centímetros del suyo.

Louis nunca había estado más seguro.

Harry intentó llevarlos a la cama, pero Louis se negó a moverse de la posición que estaban. Ladeó la cabeza y esperó pacientemente que Harry terminara de dejar una cadena de besos por todo su cuello. Los colmillos resplandecieron como la plata contra la luz de la luna y Louis sintió el dolor punzante recorrer cada célula de su cuerpo. Sintió el deseó, la felicidad, la preocupación y la tristeza. Sintió la compañía y la certeza. Sintió a Harry y Harry pudo sentirlo. Sonrió ignorando el dolor.

Kingdom |L.S.| OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora