Miro la pantalla del monitor frente a mí, mis ojos se concentran en el cursor parpadeante de la página en blanco del documento, treinta minutos, la mitad de una hora y mi documento está vacío ¿Cómo se le ocurre a alguien hacer un artículo sobre los pasos para conseguir un ligue en una noche? ¿Existe siquiera una razón inteligente para conseguir un ligue de una noche?
Bueno, no es que yo sea el más santo, pero ¿Quién creería en su sano juicio que despertar al día siguiente con una resaca y la boca apestosa, es algo para alardear y escribir en una revista de adolescentes? Bueno, a decir verdad, sí sueno bastante santo.
Es que... a ver... ¿A quién carajos se le ocurrió esto?
Reviso una vez más el correo de mi jefa y ahí dice, claro y preciso: «Roger, escribe un artículo sobre ligues de una noche. Tienes un mes».
Un mes, dice.
Suena a bastante tiempo ¿No? Pues ya pasó una semana y yo no tengo absolutamente nada escrito.
Me acomodo los lentes y me paso las manos por el cabello. Miro mi reloj de nuevo y ha pasado otro minuto. Relamo mis labios y llevo mi vista al monitor, lo único que se lee es el encabezado.
Ya sé que debí quejarme, decir que ni por la salvación de mi alma escribiría algo como esto, pero aquí estoy, en mi escritorio, cuando solo quiero ir a disfrutar este viernes a casa con mi novia y no escribir sobre ningún estúpido artículo sobre ligues.
Yo ni siquiera he tenido «ligues».
—Ese documento está bastante vacío —escucho que mi jefa habla detrás de mí. Margaret tiene un ligero acento que según ella «se le pegó» cuando estuvo en España y eso fue hace como dos años precisamente... y ni siquiera estuvo allá más de una semana. Solo fue a Madrid para saber si su ex prometido se acostaba con otra, no lo hacía, pero él terminó el compromiso llamándola «psicópata» cuando se enteró que Margaret lo siguió, bueno... en realidad la gota que colmó el vaso fue cuando llamó a su habitación, contestó una mujer y Margaret le gritó «Puta».
Lo mejor de esta historia es que esa «Puta» era la madre del exprometido de mi jefa, por consiguiente, la suegra de Margaret.
No sé cómo me enteré, pero es que los chismes de oficina son los mejores.
En fin, volviendo al tema inicial, ella sabe que soy la última persona en este piso que pudiera escribir sobre ligues de una noche. De hecho, ella fue mi maestra de literatura y es más consciente que yo del fracaso que sería yo, Roger Santana, ligando con una mujer, ella misma lo confesó cuando conoció a Sara, mi novia, y dijo: «¡Guau! Nunca pensé que con tu aspecto de hippie lograras conquistar a una chica tan linda como esta».
Suspiro de mala gana para volverme hacia la jefa dragón —como amablemente le llamamos en todo el piso— con una sonrisa... fingida, claro. Sus altos tacones rodean mi lugar y se detiene justo al frente de mi escritorio.
—Es que estoy acomodando mis ideas.
—Más te vale. —Toma unos papeles de mi mesa y los une a la pila de folios que lleva entre las manos—. Ese será el artículo del mes, muchos ya lo están esperando. —Como yo no muestro ningún tipo de expresión, agrega: —Vamos, Roberto, no querrás ser el prudente ahora, eres hombre.
—Es Roger —corrijo. La veo irse en dirección a la puerta de Recursos Humanos, antes de entrar se gira hacia mí y dice:
—Poco más de tres semanas para que entre a la imprenta, suficiente tiempo para tenerlo listo ¿Verdad?
Le digo que sí... con sarcasmo, claro.
Vuelvo mi vista al monitor. Mierda. ¿Por qué no solo dije que no? Bueno, Margaret me hubiera despedido. Tomo mi mug de café y le doy un sorbo, está frío ¡Puaj! Sin querer casi se me sale de la boca y unas gotas alcanzan mi pantalón.
ESTÁS LEYENDO
¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?
Romance🏆 GANADORA DE LOS PREMIOS WATTYS 2020 Roger Santana es un poco conocido y ordinario escritor que trabaja creando artículos para adolescentes en la revista «Hombres al poder». Sin una carrera exitosa ni un salario extraordinario, su vida da un giro...