Parte 8

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Una vez leí un artículo donde decía que antes de cada cosa buena que te pase en la vida, vendrán cosas malas, terribles, caóticas. Si eso es verdad, significa que mi gratificación debe ser extremadamente increíble, porque mi vida actual es una completa mierda.

Tengo un maldito artículo pendiente, un montón de trabajo y un mensaje del hermano de Sara diciéndome que también se va a llevar mi PlayStation. Al parecer, los regalos de Sara eran condicionados y ahora que se fue quiere llevarse todo con ella, hasta lo que no le pertenece, como el vino que me regaló mi abuela, por ejemplo.

Yo ya hasta borré el número del enano ese, pensé que esto ya se había acabado, pero no. Entonces, le contesto:

«¿Vas a llevarte mis calzoncillos también?»

Y él me contesta:

«Esos no son de Sara»

Me veo en la obligación de decirle:

«Ni la play»

Tarda un tiempo en responder y cuando pienso que ya no va a hacerlo, me envía un:

«Cómprate la tuya. Claro, si es que te da el dinero para hacerlo»

Necesito mucha paciencia para no decirle todo lo que se me ocurre, porque el enano hermano de Sara es un problemático que además se victimiza y corre a llorar en brazos de sus papás. Maldito bueno para nada.

En fin, no sé en qué momento me quedo dormido sobre el teclado de la computadora... en el trabajo... frente a la oficina de Margaret. Escucho su voz a lo lejos, después más cerca, hasta que finalmente doy un respingo en mi lugar cuando recuerdo dónde estoy y no es una pesadilla la que estoy teniendo. Mi cabeza choca con el monitor y golpeo por accidente mi taza de café que, para suerte mía, ya me había terminado.

Por un momento estoy desorientado. No sé quién soy, ni qué hago aquí y ni siquiera sé qué fecha o en qué día estamos. Espabilo cuando escucho mi nombre en boca de la jefa dragón y después de aclararme la garganta me concentro en ella cuando me llama otra vez:

—¡Roger! —Tiene el teléfono contra la oreja, me mira a mí y después al artículo —de una revista competencia cabe agregar— que está en la pantalla: «¿Por qué tengo una vida tan mierda?» así tal cual, aunque parece no prestarle atención ahora mismo y me dice: —Es del hospital, algo le pasó a Simon y quieren hablar contigo.

Disimuladamente intento cerrar la página web, pero de inmediato me pone el celular en el oído y es entonces cuando sus palabras se reproducen de nuevo dentro de mi cabeza, dijo hospital y mencionó a Simon.

—¿Señor Santana? —Escucho una voz masculina del otro lado. Todavía no he asimilado lo que me dijo la jefa dragón y de remate ella me está viendo asustada... o eso parece, es que no sé, muestra emociones contrarias la mayoría de las veces. —¿Es usted amigo del joven Simon Montenegro?

—Sí ¿Qué le pasó? ¿Murió? —Perdón Simon, pero es que necesito que Margaret esté distraída para cerrar la página web, y lo hago, entonces hasta ese momento me concentro.

—Todavía no, pero... —¿Cómo que todavía no? Y hasta le agregó un «pero», o sea ¿Sí es algo serio? —Lo arrolló un vehículo, pero ya fue dado de alta. Necesita que venga a recogerlo, porque no puede conducir.

—¿Cómo que no puede conducir? —¿Y cómo diablos es que lo arrolló un auto? Debería haber hecho esa pregunta antes, pero en fin... ¿Qué diablos? —Disculpe, ¿puedo hablar con él?

—Por ahora no, está sedado, señor Santana. Ya fue dado de alta, pero él mismo pidió un último examen solo para estar seguro de que todo está bien, en unos minutos podrá hablar con él, pero ahora mismo necesita alguien que venga a recogerlo.

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora