Un buen día

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Se encontraba observando todo a su alrededor, un miedo estaba consumiendo su interior; más bien los nervios. Pero eso no iba a impedir que fuera un buen día, total todos tuvimos un primer día en todas partes, no puede ser tan malo.

En realidad ese sentimiento siempre la acompañaba, cada cosa que hacia y decía, siempre el "no puede ser tan malo" que terminaba siéndolo. Los nervios, ansiedad y temor se volvieron algo rutinario en su día a día por lo que ya había creado "mecanismos de defensa" contra todo eso, que generalmente consistía en no hablar.

De las cuantas veces que tuvo su "primer día para esto" este había sido algo desagradable o por lo menos no recuerda que hayan sido buenos, de todas formas ella ya sabia que hacer y que no. Por ejemplo; si la saludaban ella les devolvía el saludo, si les sonreían ella trataría de mostrar la mejor sonrisa; si la miraban raro ella desviaba la mirada, si se burlaban solo agachaba la cabeza y guardaba silencio en su lugar, y de esa manera iría viendo como terminar el día. Lo único que pedía era no volver con un sabor amargo a su hogar.

Ella no era de las chicas populares, nunca fue una persona muy sociable, mas bien se podría decir que era introvertida; generalmente cuando hacia amigos eran ellos los que iniciaban una conversación y solo de esa forma lograba relacionarse. Ademas cargaba con un pasado bastante difícil, que aunque no era algo malo por así decir, mas bien era delicado y no todos lo comprendían; es por eso que no se lo decía a muchos y porque generalmente nunca obtenía la reacción que esperaba.

De todas formas ella siempre tendría primeros días, sabe como actuar aunque no sepa si es la mejor manera, pasara lo que pasara pondría todo su esfuerzo para que saliera bien. No temía a los días malos pero ya había tenido demasiados días así; así que un buen día era lo mínimo que pedía por ahora.

Cartas De Una Mente IncomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora