Only you (SuFin)

Día Uno: Cómo se conocieron

Suecia recorría aquellas heladas tierras, sin un rumbo fijo. Dinamarca le había pedido que hiciera una pequeña incursión a aquel terreno, mientras que él y Noruega preparaban el campamento. Siempre le tocaba lo mismo. Ya estaba acostumbrado a que el líder tomara todas las decisiones, aunque había momentos en los que se enfrentaba a este.

¿Qué se suponía que estaba buscando? El adolescente se sentó sobre un tronco y dejó su arma a un lado. Se limpió los ojos y contempló el paisaje que tenía delante de él: Un enorme bosque que se extendía por kilómetros y kilómetros. Se preguntaba qué les estaría esperando allí.

De repente, le vino una absurda idea. ¿Habría más como ellos? Desde que Noruega hubo encontrado a Islandia, no se habían topado con otro ser parecido a ellos.

A decir verdad, no había día en el que no se sintiera que estaba de más en aquel pequeño grupo. Varias veces se le había ocurrido escapar y formar su propio reino. Sin embargo, no tenía la fuerza para enfrentarse a Dinamarca. Al menos, todavía no. Debía ser paciente. ¿Cuánto tiempo más tendría que aguardar por aquel momento?

Mientras que se recuperaba de la larga caminata, escuchó que un arbusto se agitaba. Suecia no se movió del lugar donde estaba. Evidentemente, alguien le había estado siguiendo. ¿Cómo no se había percatado de ello? Bueno, daba igual. Tomó lentamente su espada y se preparó. No estaba seguro de cuántas personas podrían tratarse.

A estas alturas, pese a la edad que aparentaba, estaba acostumbrado a luchar con seres humanos que le doblaban en fuerza. Había perdido las veces que había participado en ataques a pueblos ajenos. Siempre bajo la orden de Dinamarca. Había algo en sus ojos azules que le preocupaban. Nunca se contenía en cuanto realizaban un ataque, podía decirse que éste disfrutaba de hacerlo.

No era el momento de recordar dichos momentos. Ahora debía enfocarse en lo que estaba a punto de suceder.

—¿Quién está allí? —preguntó el sueco, mirando de reojo.

El ruido continuó por un largo rato y luego una pequeña figura salió de allí. La punta de la lanza estaba apenas a unos cuantos centímetros de distancia de la espalda de Suecia.

—¿Qué...? —Finlandia tragó saliva y negó con la cabeza, debía ser valiente:—¿Quién eres?

—Suecia ¿y tú? —El muchacho se dio la vuelta muy lentamente, para observar a su interlocutor. Abrió los ojos ampliamente por un par de segundos, pues comprendió casi al instante que se trataba de alguien como él.

El finés observó al sueco con atención. Estaba nervioso. Estuvo a punto de decir algo más, cuando su estómago lo traicionó y gruñó. No podía recordar exactamente la última vez que había tenido una buena comida o un lugar decente para dormir.

Suecia dejó de lado su arma y se acercó al recién llegado. Su ropa lucía muy raída y en mal estado. Se preguntó cuánto tiempo estuvo solo en aquellos lares. Se acordó de sí mismo, pues había nacido en un lugar muy semejante.

—Ven conmigo —Suecia le tendió la mano.

Aquel sería el inicio de una larga historia entre ambos.

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