Only you (SuFin)

Día 9: Desde una perspectiva exterior (Universo alterno)

Eduard dejó escapar un largo suspiro. Por supuesto que él también iba a aparecer. Tendría que haberlo supuesto desde el principio. Aquellos dos eran inseparables y aunque jamás había tenido una relación como ésa, podía ver en los ojos de Tino la adoración por Berwald.

Había decidido visitar a su mejor amigo, ya que por razones de trabajo, Eduard vivía en otra ciudad. La conexión con Tino jamás se había perdido y ahora que tenía un par de días libres, había ido a su apartamento para ponerse al día.

No obstante, Eduard había olvidado el pequeñísimo detalle que Berwald ahora vivía con Tino.

—Ha pasado bastante tiempo, Ed —Tino dijo mientras que se entrelazaba los dedos con los de Berwald, en un sofá cercano.

—Lo sé, lo sé. He estado de conferencia en conferencia —Sacudió la cabeza y luego se acomodó los lentes:—Aunque veo que también tú tienes novedades —acotó, en alusión al hecho de que Berwald estaba allí.

Tino y Berwald intercambiaron una mirada cómplice. Las mejillas del primero se tornaron rojas. Luego regaló una sonrisa a su mejor amigo.

—Bueno, pensé que... —Pero en ese momento, Eduard levantó la mano para interrumpir a Tino.

—No es necesario que me lo digas. Realmente me alegro por ustedes —respondió. A decir verdad, Eduard sentía algo de sana envidia. A pesar de su nula experiencia, podía sentir el amor entre los dos y no dejaba de pensar si algún día él mismo encontraría a esa persona.

Berwald se puso de pie y les dio la espalda.

—Iré a preparar algo para comer —anunció. Sabía que los dos amigos necesitaban de intimidad.

Eduard arqueó una de sus cejas, pero Tino pronto le tomó de la mano para asegurarle de que estaba todo bien.

Durante toda la tarde, conversaron prácticamente de todo. Tenían tanto de que hablar, que ambos sintieron que el día se estaba acabando demasiado rápido.

Tras la despedida, Eduard no pudo evitar sacudirse la sensación de que Tino había encontrado realmente la felicidad. Se había percatado de aquellos pequeños detalles entre ambos, las caricias disimuladas, la forma en que se miraban y la manera en que en realidad no necesitaban hablar para entenderse mutuamente.

Tal vez algún día, pensó Eduard.

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