Ayudando.

9 2 0
                                        

Ya llegando al apartamento tire por el balcón el agua que se había acumulado durante todo el día.

— Fíjate donde depositas imbecil. — gritó un señor desde abajo llamando mi atención enseguida. 

Llevaba su perro en una corea larga que se sacudía al mismo son que el se agitabas las manos con movimientos bruscos. Reprimí las ganas de reírmele en la cara.

— Lo siento. — grité.

Vi como se alejó aún hablando por lo bajo, quizás maldiciéndome la madre o maldiciéndome lo que me restaba del día. Que para mí ya no iba a ser indiferente el que me pasara algo más.

No había hablado con Lucy. No podía dejar de pensar en que era lo que se intrigaba con tantas ansias en decirme. Opté por coger el móvil y marcarle, con una leve esperanza de que lo cogiera. Siempre estaba en reuniones y viajando así que me limité a recibir una señal de vida de su parte rápido.

Actúa normal. Actúa normal. Actúa normal.

Su teléfono sonó varias veces pero fueron intentos fallidos. Estaba entrando en esa zona de estrés.

El timbre de la puerta tocó y no recordaba haber pedido pizza ni haber escuchado a Bianca que vendría por lo que se me hizo raro.

Abrí con cautela y vi a Xu con sus ojos achinados brindándome una sonrisa de oreja a oreja. Tenía un olor a rosas que perforaron mis fosas nasales.

— Nora. — expuso como si lo preguntara a lo que asentí. — ¿Puedo pasar? Necesito hablar contigo. —

Se me hizo raro pero le cedi el paso y pude apreciar más de cerca lo pequeña que era. Se veía demasiado tierna. Ha su edad de seguro me tendrían que estar cargando, en cambio la señora Xu parecía ganarle a los siglos que cargaba en sus ojos. Su presencia hasta relajaba el ambiente en cierto punto.

— ¿Todo bien? — me limité a preguntar.

Ella algo penosa buscaba como en si decir las palabras correctas mientras jugaba con las mangas de su suéter.

— Mira... ha surgido un problema. — y aún seguía sin adivinar que había echo mal. — veras. El edifico del al lado está teniendo problemas. Este también pero no es tan grave como allá. Estuve pasándome la semana y la verdad es que necesito desalojarlos a todos. — puse los ojos como dos bolas de boliche. — Pero tranquila, solo será el lado derecho del edificio. — se me escucho un pequeño "oooh" de alivio a lo que ella rió con gracia. — La cotización va que desde el destino piso todos se han puesto de acuerdos para ayudar a los vecinos y quería saber si estás dispuesta ayudar también. — no le veía nada malo aquello a como lo pintaba Lucy.

¿Ayudar? ¿Por que no? Si lo único que necesitaba los últimos días era una obra de caridad para sentirme bien. Quizás estaba exagerando un poco pero venga. ¿Por que no? De pronto recordé mi última obra de caridad y sentí miedo. Aún sentía rabia por pintarme de buena amiga con Bianca y que el estupido de Jack me hiciera pasar el oso de mi vida.

— Me parece bien. — sonrió. — ¿Que ha pasado con el edificio? — no quería parecer entrometida pero si iba a ayudar mínimo tenía que reconocer los problemas que por allí andaban.

— Veras. Las tuberías de ese lado llevan más tiempos que este lado. Este lado del edición se hizo hace no más de 3 años y él edifico de al lado lleva ahí desde que tenía 13 años. Solo imagínate lo viejo que está. Las tuberías para aquel tiempo no eran tan buenas y ahora se están deterriorando. Bueno, se han dañado. — corrigió. — Entonces necesitamos sacar todos esos tubos para poner nuevos. — asentí.

— ¿Y como en que ayudarán los vecinos? — si era para poner tubos era cuestión de personas adiestradas a trabajar en ello.

— Pues aquí es donde al contárselo a tu madre abrió la boca y por poco me deja sorda. — dijo con suma gracia. Tenía curiosidad, mucha curiosidad. — La verdad es que no quiero que mis otros clientes se me vayan porque necesito el dinero de la renta de ellos por igual. Entonces hice un llamado a las chicas de este lado para ver si podían acomodar a los vecinos del otro lado por una semana. — hizo cara de vergüenza o quizás una cara para convencerme.

La verdad no era algo para alarmarse. Quizás tenía el apartamento muy pequeño pero de compartirlo por una semana con alguien más no me iba a quitar el sueño.

— Lucy es una exagerada. — expuse. — No le haga caso. Ayudaré en lo que tenga que ayudar y si alguien se tiene que venir a vivir aquí bienvenido sea. Después que tenga su aprobación como que no me pasara nada, no corro riesgo. Tiene toda mi ayuda por igual. — aquello hizo que las comisuras de sus labios se elevarán tanto que por un instante dude que se quedaran allí.

— Bueno hay algo más. — miró sus manos y luego me miró con cautela, cautela que me dio un frío en el estomago. — Es un chico. —

Si hubiera tenido jugo en la boca lo hubiera escupido.

Entonces comprendí el escándalo de Lucy y comprendí que el edificio de al lado era de chicos. ¿Como a esta doña se le ocurría proponer semejante cosa? ¿Y como a mí se me había olvidado semejante detalle? No era de andar viendo quién subía y bajaba por allí, o averiguando las vidas de mis vecinos para saber quienes vivían en al otro lado.

Tan inocente que se veía y escondía fuego en sus jugadas clandestinas. 

Me levante de soplón y reí. Buscaba que decir o como rechazar aquello. Recordé lo mucho que amaba mi nevera, mi cama y mi espacio personal, entonces empecé a sentirlo lejos.

— No es obligado. — propuso al verme desperada. — Es solo que nadie ha dicho que no y la última que faltaba por preguntarte es a ti. — ¡oh! Gracias por eso, me haces sentir mejor. — El chico es muy educado. Lleva ahí mucho más tiempo que todos los que viven de ese lado oh de este. Por eso lo veo a él como que con más cuidado, se merece un trato bien. ¿Sabes? Te aseguro que de aceptar no te cambiará la vida en nada. Confió en el. — sus ojos cristalinos me convencían.

Entonces me sentí entre la espada y la pared. Algo  así como de vida o muerte.

¿Mi corona de salva culos en problema? ¿Donde está?

Si lo rechazaba iba a ser la única antes sus ojos egoísta o que sabe Dios como me viera. Y si lo aceptaba, mi ambiente de relajación iba a cambiar por completo con una persona que ni conocía, comiéndose mis barras de chocolate favoritas y durmiendo bajo mi techo.

Sin más ya había tenido mucho por hoy y de sentía que la mente no daba como para pensar tanto las cosas a lo que le dije que si en un largo suspiro. Estaba risueña, había tenido la dicha de tener unos clientes con un corazón "noble" excepto el mío que ya se estaba arrepintiendo.

— De esta semana no pasa que se aloje por aquí. — indicó dirigiéndose a la puerta. —Muchas gracias Nora. — tomó mis manos. — Por un momento dude pero sabía que eras de buenos sentimientos como tú madre Lucy. —.

Si alguien se iba a quedar conmigo durante una semana mínimo tenía que saber algo. Color de tez, numero de seguro social, fecha de nacimiento o quién rayos era.

Y antes de irse por la puerta la detuve. — ¿Como se llama? Por curiosidad. — dije. — Ya sabe para saber por lo menos el nombre. — reí algo ridícula.

Y en una paz que no supe diferenciar ella esbozó una sonrisa.

— Jack, Jack Grey. — cerró la puerta y se fue.

Quede allí como una calcomanía. ¿Jack Grey? ¿El mismo Jack Grey que me dijo fea en la cafetería? ¿El mismo Jack Grey que trae sin neuronas a mi amiga?

BAJO MI TECHO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora