Tormenta

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Caí sentada cuando un trueno hizo estallar la cableria de los postes a las afueras. Las ráfagas habían apretado su intensidad que chocaban contra los cristales del ventanal. Fuera del ruido del feroz viento había sumó silencio. Silencio que era acogedor y un poco atemorizante a mi preferencia.

Vi su silueta, estaba rígida sobre el marco de la ventana. Admirando la furia de lo que en vez de una tormenta daba señales de un feroz huracán. Solo entraba ese rayo de luz que daba color a sus pómulos y sus gestos extraños como solo él sabía llevar a la perfección.

— ¿Te has cagado? —

Sostenía la cortina para mirar la calle solitaria. Aunque no veía la soledad en ella era de esperarse, quien andará por allí con el clima así y a esas hora solo quería una cosa en la vida y era morir.

— ¿Que comes siempre para decir tanta estupideces en un corto periodo de tiempo? —

— Pues es entendible si lo piensas de esta manera. Aquí estoy viviendo, respiro el mismo oxígeno que tú, como lo mismo que tú y compartimos el mismo baño. — se alejó de allí.

No se veía nada. Las cortinas estaban tapando cualquier destello de claridad que podría entrar y como si fuera poco, la luz había dicho adiós con aquel estruendo que hizo que cayera sentada en el borde de la cama.

— Pura excusa. — miraba la oscuridad en busca de algo visible. — Eres así vivas aquí o vivas en la China. Lo tuyo de idiota es de nacimiento. — por lo bajo de el excaso zumbido escuche su respiración profunda un tanto agobiada.

— ¿Ni en días de tormenta puedes actuar normal? —

—¿Normal? — ¿En serio el me estaba diciendo eso? — Aquí el único que se comporta como un idiota eres tú. —

— Tonta.  — dijo para sí mismo.

— Te escuche. — dije, pero no me contesto.

Pasó un rato de largos minutos en los que solo había un zumbido en la habitación, algo inquietante para mi preferencia. La platica parecía haberse muerto allí porque no me había contestado nada durante los siguientes minutos que parecían eterno si me ponía a pensar en el pánico que se sentía en toda la habitación. Sentía miedo, sentí fobia y una avalancha de ansiedad al no ver nada. Y aunque me tomo unos minutos el tratar de volverle a llevarle una charla lo hice.

— ¿Jack? —

— ¿Que quieres? — se limitó a contestar luego de un largo silencio.

Un trueno hizo estallarse muy cerca. Comenzaba a temblar, sentía mi pecho como bombeaba sangre a una velocidad casi cardiaca. Mis manos resbalan con el sudor frío que emprendía. Tres hora más en aquel estado y mi funeral estaría más cerca de mi vida que lo que estaba yo de Jack.

La luz intensa hizo que cerrara los ojos con fuerza.

— Apágalo, molesta. — expuse tapándome la cara con la manta.

La luz de su celular dio colores triste en pocas zonas del cuarto.

— Deberías relajarte. — dijo de pies cerca de mi cama cosa que no me hubiera gustado en otro momento.

Baje la sábana con pavor. Si notaba que estaba temblando sabría que soy una cobarde por unos simples truenos.

— Le tengo miedo a los truenos. — le confíe con miedo.

Me estudio fijamente. Lo miré y una sensación de seguridad un tanto extraña me pudo brindar su presencia. Aprecié como asentía como única opción con la cabeza.

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2018 ⏰

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