Divagando

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Kai y Usagi siguieron su camino en silencio, el chico de vez en cuando veía de reojo a la rubia, se veía triste.

"Aún no se toda tu historia, no se quien sea Seiya, pero me da miedo preguntar"

De pronto a Kai se le ocurrió una idea para animarla, cuando llegaron al hogar que compartían con las Outers, se despidió rápidamente de ella para llevarla a cabo.

"Seguro ahora si piensa que estoy mal de la cabeza", pensó Usagi al verlo irse apresuradamente, se encerró en su habitación muy dolida.

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–Sé que apenas he reunido muy poco poder, pero príncipe, por favor déjeme hacerlo...

–¿Eres tu Kai? Mira que decirme príncipe y ponerte de rodillas como no hace mucho, ¡me incomoda! ¡Tonto, ya párate! Ya te contagiaron los japoneses y su arte del dogeza. Además, no soy un tirano, desde las primeras palabras que dijiste estaba de acuerdo, anda usa la pintura, total, no tengo prisa por irme de este planeta.

–Pero le prometimos al príncipe Darién que nos iríamos tan pronto como fuera posible...

–Tu tranquilo, poco a poco el príncipe de este planeta va ordenando sus ideas, igual algún día podrías ser su amigo, no creo que exista problema en quedarnos más tiempo.

–¿En verdad lo cree?

–Oh si claro– "igual y si hay problema, por los planes que tengo para ti y la princesa de la Luna, pero bueno"– anda ve a hacer eso.

Kai se levantó sonriente.

–Una cosa más, pórtate mal– dijo Sora pícaramente.

–¿Cómo?

–Nada cabeza hueca, anda vete ya.

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Mientras tanto, Usagi no sabía que lejos de ahí sus amigas estaban formulando cuestiones respecto a su persona, curiosamente ella no estaba incluida en la discusión.

–Expuestos los puntos, creo que todas estamos a favor, ¿no? – cuestiono Haruka a los presentes.

Si esa actitud hubieras tenido antes, Usagi no estaría así- replico Mina desde el conejito parlante.

–Tampoco ustedes ayudaron mucho, cada quien se dedicó a lo suyo y la dejaron sola- reclamo Haruka.

–¡Bueno ya!, pero, ¿Cómo le haremos para que Usagi se enamore de ese tal Kai? – pregunto Lita acomodándose en un sillón.

–Nadie ha dicho eso– continuo Haruka– solo creo que su compañía le hace bien.

¡Estas tonta! – exclamo Mina, Yaten a su lado se tapó los oídos– ¡Por supuesto que se tiene que enamorar, nada más le devolverá su brillo! ¡Solo eso!

Antes de que iniciara nuevamente la discusión entro Andrew, vestía de traje, vio el lugar más lleno que en la mañana, lo cual le extraño, nunca había visto a Taiki, quien por cierto inocentemente estaba sentado en el lugar disponible junto a Lita.

–Bienvenido cariño, Taiki, Yaten allá arriba, aunque no lo veas, les presento a mi marido Andrew.

–Mucho gusto– dijo celoso apretando la mano de Taiki, quien entendió perfecto y se levantó.

–Ay cariño se cortes, vienen de muy lejos, ni tienes idea– comento Lita.

–¿Podría ser kinmokiano?– dijo Andrew dejando su portafolio en la mesa.

Pintando un destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora