Abrí mis ojos.
Sin precaverme, me había quedado dormido.
Luego de unos segundos, estaba llenándome de tristeza al notar que nada de lo que había pasado era un sueño. Seguía flotando a la deriva, solo y deprimido.
Observé como una gran y densa nube pasaba por encima de varias ciudades, haciendo que las luces que destilaban empezaran a apagarse arropando y sumiéndolas a una gran oscuridad. Por consiguiente, aquella nube empezó a soltar truenos contra la tierra.
Desde tan alto podía contemplar todo aquello e imaginarme el temor que estaban sintiendo por no saber qué pasaba. El pánico, el miedo, el desconocimiento... todo lo que había llegado a sentir desde que empecé a flotar a la deriva.
Y sin darme cuenta, aquél recuerdo hizo que empezara a temblar dentro de mi traje para luego hacerme llorar como un niño perdido. El sentimiento de miedo se había vuelto propio y el pánico se hizo dueño de todas mis extremidades
El sonido irritante de la alarma fue lo que me hizo despertar.
Alerta: baja capacidad de oxígeno. Le queda menos del 40% de oxígeno.
Alerta: baja capacidad de oxígeno. Le queda menos del 38% de oxígeno.
En un torpe intento de calmarme, empecé a dar golpes a mi casco para hacerme entrar en razón ¿qué rayos me pasaba? ¿Quería seguir vivo después de tanto? ¿Por qué no me daba por vencido y ya? ¿Quería seguir sufriendo?
Inhalé profundamente.
Era increíble como ese sentimiento me estaba gustando tanto. Inconscientemente: me estaba convirtiendo en un masoquista.
Qué patético.
Observé la barra de oxígeno y la luz roja dejó de titilar. La palabra "Estable" se hizo presente pero aun así, por culpa de mi ataque de pánico, el oxígeno que me mantenía con vida había descendido en gran manera.
Solté un pesado suspiro para luego centrarme en el inmenso planeta que se hallaba bajo mis pies.
Y cómo me hubiera gustado que no fuese tan literal.
Por primera vez desde que me encontraba allí solo, asustado e irónicamente lleno de paz, me di el momento para recordar mi vida en la tierra; tan insípida, tan vacía... ni siquiera tenía una mujer que me esperara ni que me extrañara. Había desperdiciado cada minuto de mi existencia llenándome de lujos, fama, arrogancia, egocentrismo y odio, que no llegué a disfrutar ni siquiera una buena velada con alguna mujer que llegase a conocer por casualidad. Pude haber vivido mejor pero sin embargo; decidí volverla todo un asco, logrando así que ninguno me quisiera, ni mi padre me soportaba. Era el único astronauta en la tierra que era conocido por tener el odio de toda América.
Una deshonra total para quien era él.
El deseo y el anhelo de poder cambiar todo eso se presentó en mí ser, sacándome una tonta y triste sonrisa. La pesada realidad se hizo presente frente a mis ojos porque ni por mucho que lo deseara, podía volver a aquél planeta que se derrumbaba poco a poco bajo mis pies.
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Último Aliento.
Ciencia FicciónContra todo pronóstico, el astronauta Iván Díaz, decide pasar su últimas horas contemplando la tierra desde lo más alto de las estrellas. Después de quedar varado y solo, no le queda más alternativa que sumirse en aquella sensación de paz y temor a...