Capítulo 8: Malas Noticias

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El Capitán Weslie se aproximaba a una velocidad sorprendente a la oficina del Comandante José Díaz. Éste se hallaba charlando amenamente con su esposa por teléfono por lo que la entrada precipitada de su subalterno lo desconcertó en gran manera.

—Querida seguimos hablando luego, me ha llegado de improvisto un colega del trabajo ¿está bien? Prometo llegar a casa temprano, te quiero —el hombre de cabello canoso y ojos verdes colgó su teléfono para prestarle toda su atención a su visitante—. Capitán Weslie, buenas tardes ¿en qué le puedo servir?

—Buenas tardes Comandante Díaz, lamento haber irrumpido así a su oficina —saludó disculpándose el hombre de tez blanca, ojos marrones y cabello rojizo.

—No te preocupes Weslie, eres bienvenido cuando quieras —una sonrisa se dibujó el en rostro del Comandante—. Sin embargo; me ha llamado mucho la atención la forma en la que entraste, sueles ser muy respetuoso en estos casos a menos qué... ¿pasó algo?

El semblante del líder se volvió preocupante. El Capitán Weslie no tenía buena pinta y su cara de que buenas noticias no traía fue lo que lo delató por completo.

—Como bien sabrá, desde hace unos veinte minutos no habíamos tenido contacto con la nave Frida01 —comenzó Weslie y el Comandante asintió sin quitar de su rostro su evidente preocupación—. Hasta no hace menos de cinco minutos uno de los servidores notificó que teníamos en espera un mensaje de la nave. Éste había ingresada a la sala de control fragmentado por lo que al joven que lo recibió tardó no más de diez minutos en codificarlo correctamente y mostrarlo en pantalla.

El Comandante había comenzado a fruncir su ceño, no entendía muy bien de qué iba lo que le comentaba el Capitán, pero, aun así, permaneció callado y escuchó todo con atención.

—El mensaje claramente venía de parte de la nave y éste no traía consigo buenas noticias —el Capitán guardó silencio. Díaz mantenía su vista fija en el rostro de su subalterno y no pudo evitar imaginarse lo peor—. La nave Frida1 había obtenido una señal de advertencia de próximo impacto de meteorito, por lo que sólo le restaban menos de diez minutos para sobrevivir a tal inminente ataque.

»La piloto, Christina Damian's, se disculpaba a nombre de toda la tripulación por haber fallado en su misión, ella, junto a los demás, fueron impactados por un meteoro no identificado. Comandante Díaz, lamento decirle que su hijo murió por un impacto de meteoro en su primera misión en la NASA. Mis más sinceras condolencias.

José Díaz bajó la mirada. No podía creer lo que acababa de escuchar.

— ¿Hace cuánto fue eso, Capitán? —Inquirió con la voz ronca.

—Hace quince minutos, Comandante.

— ¿Podemos visualizar el perímetro de la nave?

—Sí, por supuesto.

Ambos hombres salieron de la oficina para luego dirigirse a la Sala de Control. Allí todos los empleados mantenían un silencio perturbador. Algunos cuchicheaban la inevitable muerte del hijo del astronauta más importante y reconocido de toda América. Eso al Comandante le irritó ¿quiénes eran ellos para juzgar a su hijo?

—Fabián dame la vista satelital del incidente de la misión Frida01 —ordenó el Capitán con voz dura. El mencionado asintió y tecleó en su computador los códigos que le permitían ese acceso.

Luego de un par de minutos de espera, una imagen se proyectó en la gran pantalla de la Sala de Control. Los restos de la Nave yacían dispersos por toda la atmósfera del planeta como un desecho más de la humanidad.

Ambos soldados tragaron hondo, era increíble lo que había quedado de aquél accidente imprevisto.

— ¿Cómo fue que no pudieron predecir esto? —Inquirió molesto, José Díaz, con la vista clavada en su subalterno.

—La verdad es que ni yo lo comprendo, señor. Hasta hace unos minutos toda la misión avanzaba sin ningún problema, el último reporte que mandó la Capitana O'nniel dictaba que la misión estaba pronta a finalizar y volverían a casa... fue tan inesperado —la voz de Weslie sonaba arrepentida y avergonzada. En parte era su culpa por no insistir en pedir un nuevo reporte con más anterioridad.

— ¿Desde aquí se pueden ver los restos? —Preguntó su colega con un nudo en la garganta. Quería comprobar de una vez por todas que su hijo estaba muerto, que no era una vil mentira del cruel destino.

—Pues... —murmuró Francesco Weslie observando a Fabián. Éste asintió frenéticamente de manera nerviosa. Lo menos que quería ver eran los restos de esas pobres almas, aunque si le gustaría ver el de su atroz rival.

El muchacho no sabía muy bien cómo hacer aquello, por lo que se le ocurrió rastrear los trajes de cada uno. El primero que encontró fue el de la Capitana. Su cadáver sin cabeza flotaba sin rumbo lejos de los restos de la nave, aunque por la falta de oxígeno todo estaba congelado, eso no fue suficiente para evitar que más de uno vomitara en la estancia de la sala de control.

—Dios mío... —susurraron todos en la sala. El joven Fabián se apresuró a cambiar la imagen mostrando el cadáver del Geologo Charles García, que yacía un poco más cerca de los restos y con todo el torso perforado. Más abajo de su cintura se encontraba una cuerda amarrada y más debajo de éste se encontraba el cuerpo desfigurado de la piloto Christina Damian's. Muchos de los que estaban en la sala no pudieron aguantar las perturbadoras imágenes y salieron con prisa del lugar.

— ¿Pero qué demonios trataban de hacer? ¿Por qué se amarraron unos a otros de esa manera? —Preguntó confundido el Capitán Weslie sin dejar de observar la pantalla.

Por otra parte, el Comandante Díaz no paraba de preguntarse dónde se encontraba el cuerpo de su hijo.

— ¿Dónde está Iván? —Indagó seguido de pedirle al joven Fabián que alejara la imagen.

—Al parecer su cuerpo se zafó de la cadena al igual que el de la capitana —comentó el muchacho procediendo a recorrer el perímetro—. Sin embargo; su cadáver no se encuentra cerca de ninguno de ellos, ni siquiera de los restos de la nave. Tal vez la gravedad y el impacto lo alejó de todo ese desastre o recibió la colisión de lleno y se desintegró, o, lo menos probable, que él mismo lo hiciera, la verdad no sé...

— ¿Pero qué estás diciendo? —Interrogó Díaz observándolo sin comprender.

—Hay una pequeña probabilidad de que su hijo se encuentre con vida, pero no es seguro, ese meteorito causó gran desastre...

— ¡¿Y qué demonios estás esperando que no rastreas su traje, muchacho imbécil?! —Rugió el Weslie tomándolo desprevenido.

El muchacho con temple y manos temblorosas, comenzó a rastrear el traje del joven astronauta. Desde lo más profundo de su corazón deseaba que estuviese muerto, por eso, al notar que no estaba junto a los demás cuerpos, creyó por un instante que se había desintegrado causándole así una muerte indolora e instantánea. Esto último aunque lo alegraba le daba molestia que no hubiera sufrido, pues, siendo Iván Díaz, merecía eso y mucho más. El proceso duró unos diez minutos que parecían eternos, el muchacho rezaba internamente que no apareciera pero, esta vez, su petición no fue concebida.

El cuerpo de Iván vagaba por la atmósfera de la tierra. Todos permanecían expectantes a tan tranquila escena. Su organismo se hallaba completo, a diferencia de sus amigos, éste no tenía ninguna perforación en su cuerpo y eso sólo significaba una cosa: estaba con vida.

—Oh por Dios... —susurró una mujer que se hallaba frente a Fabián, de no más de treinta años, se llevó sus manos a sus labios comenzando a llorar al tiempo que decía "¡Está con vida! ¡Iván Díaz está con vida!"

El Comandante José Díaz no hallaba la forma de explicar la felicidad que sintió al darse cuenta que su hijo había sobrevivido. Todos se encontraban sorprendidos y, sin duda alguna, les alegraba saber que el joven hombre altanero y egoísta se hallaba con vida.  

Último Aliento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora