Día 3 - Pesadillas

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Los personajes de Boku no Hero Academia no me pertenecen, sólo el amor que les tengo.

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Junto al ruido de la tormenta

La habitación estaba a oscuras. Se escuchaba los truenos y la lluvia cayendo fuera; y a su gato se le había ocurrido escaparse de la habitación.

—Moukou —llamó Shinsou entrando en la sala de los dormitorios— Moukou —siguió buscando, pero sin elevar mucho la voz ya que sus compañeros estaban dormidos.

Observa en la oscuridad guiado por las repentinas luces que les regalaban los relámpagos que retumbaban por la ventana. Si a eso se le sumaba que su pequeña mascota era negro, se aseguraba una noche de búsqueda.

Cuándo con la mirada busca cerca de la televisión, ve levantarse una mano entre los sillones. Se acerca hacia esta; el contrario, al escuchar sus pasos, baja lentamente el brazo. Tras pasar el mueble que lo ocultaba, se encuentra a Monoma. Sentado en el suelo; apoyando la espalda contra el sillón,  tapándose con una cobija. La imagen es inusual. Más que nada si se la compara con su radiante humor habitual. Pero él sólo bajó buscando a su gato, no a crear camaradería. Así que tomaría al pequeño animal y volvería a dormir.

—Parece que tampoco podía dormir —dice Monoma mientras se acerca a su lado. El pequeño gato se encontraba acomodado en su manos, durmiendo parsimoniosamente.

Shinsou solamente suelta un sonido de respuesta y se agacha a su lado; Neito estira levemente sus manos para que pueda tomarlo. Un leve levantamiento de mirada que estuvo fuera de su control lo hace llevar un poco al carajo la decisión de un principio ¿Que clase de héroe sería si deja a su compañero con los ojos tan rojos, hundido en la soledad, en una habitación tan oscura?. Se sienta frente al contrario y toma a su mascota.

—¿Te encuentras bien? —pregunta observando su reacción, que solamente fue desviar la mirada.

—Sí… —suspiró— estoy bien. —Que se podía interpretar como “puedes irte”, pero algo le decía que pedía lo contrario.

—¿Por qué te encuentras aquí? —dijo sentándose a su lado.

—¿Acaso te importa? —intentó responder de una forma burlona, pero los restos de lágrimas en sus mejillas quitaron el efecto.

—No.

Monoma soltó una pequeña risa ronca que se mezcló con el ruido de la tormenta. Levantó su cobija hasta poder taparse el mentón.

—Si quieres ayudar puedes devolverme a Moukou —dijo dirigiendole la mirada, dándole aquéllos extraños temblores que cada vez se hacían más frecuentes cuándo estaba a su lado.

—No —simplemente respondió. Monoma suspiró, dándose por vencido, y se acomodó más cómodamente contra el mueble. Apoyando su cabeza contra el hombro de Hitoshi.

—Tuve una pesadilla —susurró bajo— tú no estás interesado en escuchar más, ni yo en decirlo. Ahora puedes irte.

Shinsou sabía bien que aquél contacto pedía lo contrario, y no le importó. Así podría verlo. Cosa que el último mes, desde que se había unido a la clase 1-B, se terminó volviendo costumbre. Primero porque, bueno, era imposible no hacerlo. El chico; a bien o a mal, lideraba cada conversación. Resonaba en cada entrenamiento. Era nombrado en cada queja de sus compañeros. Pero, más tarde que temprano, se dio cuenta que no era sólo eso. Notó que en medio de la clase necesitaba ver cómo era su actitud más relajada, aquélla que sólo tomaba apuntes. En los entrenamientos; no sólo veía al Monoma que criticaba a la clase contraria con entusiasmo, sino el que estudiaba los movimientos de sus compañeros y la forma en que usaban sus quirks para copiarlos de una forma óptima. Por último, y lo que más lo sorprendió cuando su mirada se deslizó para observarlo; fue cuando un par de compañeros hablaban sobre chicas que les gustaban. Sus ojos sólo quisieron verlo, pensando que él era mucho más hermoso que cualquier otra persona.

Ahora lo tenía contra su hombro y podía verlo hasta saciarse. Podía temblar y sentir su pecho arder hasta entender que era lo que le sucedía.

La cabeza de Monoma cayó hacia un costado, sintiendo el suave cabello contra su cuello. Respiraba relajado, seguramente dormido. Shinsou acercó al pequeño gato y lo acostó sobre sus piernas, lo dejaría con él esa noche.

Tomando el rostro de Neito para que su cuerpo no cayera, lo empujó en una posición recta. Tras ponerse en pie y pensarlo un momento, liberó unos almohadones que se encontraban en el sillón y lo acostó sobre este. Haciendo malabares para que el pequeño gato no se cayera. Ahora podría irse, pensó al ver el rostro dormido del rubio. Si, debería irse. Se planteó. Estudiando aquellos labios entreabiertos y acomodando el fino cabello que caía sobre la frente contraria tras su oreja.

Debería irme.

Pensó a lo último, mientras depositaba un beso en sus labios y se levantaba, acomodando la cobija. Es hora de ir a dormir.

Pero no se le ocurrió pensar que Monoma tuviera el sueño ligero.

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*Moukou: Tigre feroz

Es el mejor nombre de gato que existe en el mundo, lo sé.

ShinMono WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora