Capítulo 7

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Hayla:

Ver por primera vez al mundo era sorprendente. No se comparaba en lo más mínimo a la limitada vista de mis recuerdos. Layla y Haruki. Ahora éramos uno solo en una manera que no comprendíamos, pero tampoco queríamos entender. Solamente quería disfrutar del panorama que me rodeaba: Más de 100 criaturas infernales a nuestro frente, lideradas por un ser que me inspiraba odio, venganza. Se trataba del mismísimo Rey Demonio, aquel que me había arrebatado parte tan esencial de mi vida. Me había alejado de mis padres y condenado a la ignorancia total. Lo odiaba. Quería destruirlo allí mismo y acabar por completo con su perversa existencia.

El poder fluía entre mis venas. Me sentía invencible y capaz de superar cualquier obstáculo. Sin embargo, tenía que mantener mi cabeza fría. Razonar sobre la mejor opción y no dejarme llevar por el frenesí de venganza. Así que levanté mi mirada hacia el oeste y deslumbré dos figuras que me llenaron de regocijo, pero a la vez de preocupación. Pertenecían a Lysander y Celine que nos miraban con asombro desde la lejanía, sin creer el milagro que tenían ante sus ojos. La creciente desesperación se debía a que no veía los demás caballeros eclepsiásticos.

No tenía tiempo. Lo sabía de sobra. Pero lo necesitaba para asegurarme de que todos pudiesen escapar a tiempo. Por lo que contemplé con perplejidad al Rey Demonio, el cual no se había movido un centímetro de su posición inicial (al igual que sus monstruos). ¿Por qué carajos no atacaba?, ¿qué estaba esperando?

Oraculum:

Volver al puente no fue tarea fácil. Nostradamus se negaba profundamente a regresar y compensar todos los errores que había cometido en el pasado. Lo único que pedía, era ver a nuestra hermana, en medio de gritos agobiados.

―Nostradamus―Tomé su pálido rostro entre mis manos, sintiendo sus frías lágrimas escurrirse entre mis palmas―Tenemos que volver al puente, no puedo obligar a tu subconsciente a reintegrarse con tu cuerpo. Debe ser por tu propia voluntad.

―No lo entiendes, ¿verdad?―Las bolsas bajo sus ojos se acentuaron en sus delicadas facciones―Toda mi vida ha sido una mentira, no merezco retomar mi vida como oráculo.

―No. Tú eres el que no entiende...―Pero no importaba que le dijese a mi hermano en aquel instante, pues él no prestaba atención y seguía renegando con su cabeza― ¡Joder, escúchame! ―Le obligué a mirarme a los ojos y con sinceridad solté―: ¡Haruki te necesita!....¡¡YO te necesito!

Finalmente logré captar su atención. Él solamente asintió y limpió la fina lágrima que se me había escapado por la conmoción del momento.

―Solo prométeme una cosa―Murmuró taciturno―: ...









-FIN-

Amanecer Incandescente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora