¿Cómo enamorar a Shawn? [PPEAS]

↝ Paso catorce.

↝ p a s o  c a t o r c e.
Los sentimientos de Tori.

Shawn se giró mirando a la rodilla de Audrey, ahora tenía un apósito adhesivo en la herida y otro en el brazo. No pudo evitar sentir culpa. Si no fuera por el Audrey no se habría lastimado.

—¿Estas mejor?

No recibió más que un asentimiento de parte de la rubia. Frunció los labios.

Pensó que tal vez se merecía que Audrey lo tratara así porque el también fue muy malo con ella a tal punto de humillarla y romperle las ilusiones y tal vez el corazón, en ese momento se dio cuenta que de verdad el era una mala persona. No importaba que tan molesta podía llegar a ser Audrey con él, no debió tratarla de eso modo. Ella no tenía malas intenciones sólo era una inocente chica ilusionada con él. El no debió alejarla de esa manera ¿verdad?

Ahora era Shawn el que quería obtener la atención completa de la chica, no se trataba de sólo querer su atención sino más allá de eso...tal vez sí quería algo más con Audrey.

Los pasos para enamorar a Shawn comenzaban a dar resultados sin embargo Audrey ya no estaba segura de querer seguirlos. Incluso ya no cargaba la libreta donde anotaba los pasos. Se sentía tan desilusionada que ver esa libreta le hacía recordar lo tonta que fue ¿que chica pierde la dignidad de esa manera?

  Quizá ya era momento de dejar de ser tan ilusa y darse su lugar.

Tori caminó a la oficina del profesor de filosofía dispuesta a aclararle todo.

Profesor, usted me gusta.

Profesor....no me tome por enferma pero siento que usted es muy atractivo ¿se casa conmigo?

Rodó los ojos. Su madre siempre le dijo que debía ser sincera con todas las personas. Tori iba a ser sincera con su profesor. Tocó la puerta de la oficina, abrió la puerta cuando escuchó un «adelante», apretó los puños lista para soltar todo.

—Victoria. –el profesor se quitó los lentes y Tori se sintió como Bambi con las piernas temblorosas. —¿En qué puedo ayudarte?

—¿Puedo sentarme? –el hombre de cuarenta años asintió. —Debo confesarle mi oscuro secreto, señor.

—¿De que se trata?

—Bien...no es que tenga un problema con personas de su edad. –comenzó. —en realidad no se como sucedió esto y ¡estoy muy nerviosa!

—Tranquila, Victoria. –sirvió un vaso de agua y después se lo entregó a Tori. —Dime que sucede, puedo ayudarte.

—No creo que quiera ayudarme. –bebió. —Incluso creo que podría expulsarme. –tronó los dedos de su mano. —Pero debo confesarlo ¿está bien? No me juzgue por favor.