Sin mi hilo rojo (Disponible En Físico)

Nahuatl

Cuando llegó la hora de la comida Salvador se acerco nuevamente a mí y se sentó a mi lado para comer.

-Siempre buscamos, pero en ocasiones lo encontramos en lugares inalcanzables – Salvador sonrió- Es muy triste pensar en el dolor que causa algo que no tenemos y que hacía daño a pesar de no saber que lo necesitábamos, por el echo de que no sabías que lo tuviste en algún momento.

-No entendí bien esa parte – lo miré extrañado.

-Tú no sabías que Pía te pertenecía, al menos no de una forma consciente, pero la seguías extrañando y tú alma buscó una forma de llamarla – interrumpí a Salvador.

-¿Mi alma la buscó? – lo miré arqueando mis cejas- Pía es la que apareció en mis sueños desde que era un niño.

-¿Recuerdas la canción que ella te cantaba?- cada día estaba más seguro que la existencia de Salvador no era normal.

-La recuerdo, ¿Qué tiene que ver esa canción?- respondí extrañado.

-Tú la cantaste cuando eras muy pequeño, si no me crees cántala delante de tus padres el día de hoy, si ellos reconocen la canción es por que lo hacías.

-Entiendo esa parte pero ¿Como podía conocerla desde pequeño? – mí cara demostraba mi confusión.

-Es fácil, tu la hiciste – Salvador sé levantó de la mesa donde comíamos- Tiago, gracias por todo lo que haz hecho.

-Espera, ¿ Qué hice?- lo seguí por el pasillos, y empezamos a recoger las entregas.

-La encontraste…
Gracias por eso – Salvador sé fue y no lo ví en ese día más.

Regresando a casa hice memoria de la canción de mis sueños, para que al llegar a casa no tuviera inconveniente con recordarla.
Entré a mi casa y ví a mis padres sentados en el sillón, mientras me acercaba y canté como me había dicho Salvador. Mi madre volteó de inmediato y canto algo que yo jamás había escuchado.

Sólo tú podrás encontrarme,
Rescatarnos de las cenizas no fue fácil.
Si tenemos que pasar de nuevo esto
Te llamaré con la canción en mis sueños.

Tras terminar de cantar mí mamá sonrió.
-No te había escuchado cantar eso desde que eras pequeño- tenía un aire de nostalgia en su mirada.

-¿De dónde salió la canción? – los miré a los dos.

-No lo sabemos, aunque después de ir al pueblo de tu abuela llegaste cantando eso, nos imaginamos que era una canción del lugar – mi padre me miró mientras cruzaba sus manos- El día que regresaste con esa canción te habías perdido, tenías 4 años y tú abuela se preocupó, te busco por todos lados y te encontró sentado en la orilla de la casa, tú decías que un niño te había enseñando que fuiste un guerrero y luego te dedicaste a ser cantante. Los niños tienen mucha imaginación, lo más probable es que lo vieras en la televisión y creaste un recuerdo de eso.

-Un niño, ¿Alguna vez dije su nombre? – mi papá había apagado la televisión para poder hablar, pero mi madre  contestó antes.

-Salvador, dijiste ese nombre hasta los 6 años. Cuando cumpliste 7 pareció que olvidaste todo incluso esa canción. 
Antes de cumplir 7 le dijiste a tú abuela que querías ir de nuevo al pueblo, cuando regresaste de allá nos comentaste, si ella no está ¿ Tiene algún caso esperarla?, no le tomamos importancia a lo que un niño decía- mi padre la interrumpió

-Tú abuela también comentó que dijiste en Nahuatl sí luz preciosa no está que sentido tiene permanecer en esta vida,  lo único que sé es que el día que las estrellas se apaguen olvidaré a la piadosa. Cuando te hablo dijo que estabas en un estado de trance. Ella sólo supo contestar en su lengua madre.
La luz y la paz existirán cuando tú las llames. La bondad estará contigo si tú la encuentras, no pierdas la fé y sigue buscando mi pequeño.

Si tuviera que decir algo de ese viaje es que regresaste distinto, quien podría decirte más cosas es tu abuela – al término de escuchar estas palabras me levanté para agradecer a mis padres e ir a dormir.
Una incógnita más había surgido.
¿Mi abuela sabe algo?