Indefenso.

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En todo mi trayecto al trabajo pensé en aquel sueño, en Pía, Gautier, Asim y Quibilah.  Pensaba en todas las vidas que vivimos juntos y yo no tenía la menor idea. Era algo que formaba parte de mi historia, la historia de mi alma. Surgieron muchas preguntas. ¿ Como vivimos en cada vida? ¿Fuimos felices? ¿Cuál es la sensación de estar con la persona que te corresponde? Y la más importante, ¿ Cuando podría preguntarle más cosas a Pía?
Mi rutina no cambiaba en prácticamente nada, sonreía cuando la gente me saludaba, entregaba los paquetes y veía  por la ventana. Después de terminar mi rutina me dirigí a mi casa, llegué, saludé a mis padres y me fui a mi habitación. Mi vida se resumió a tratar de dormir lo más que podía, quería ver a Pía, necesitaba saber más.
Aunque Pía dijo que la  pulsera no era la clave yo tenía la idea de que era un detonante de mis memorias o al menos para que ella apareciera.
Tenía sueños despierto en los que la besaba, recordaba como era la sensación de sus labios, el toque de sus manos y la textura de su piel. Yo sabía que directamente nunca la había tocado, pero todo era tan real, tan auténtico.
Antes de dormir dibuje el rostro de Gautier de el último recuerdo de Pía. Si algo tenía que decir es que sus ojos  reflejaban felicidad, pienso que fue por la paz que traía la mirada de Pía.
Me acosté y me quedé profundamente dormido, cuando en mi sueño apareció Pía sentada abrazando sus piernas mientras miraba a la lejanía.
-Pía- grité como de costumbre, ella sólo se limitó girar ligeramente su cabeza y me señaló lo que miraba con cara de tristeza.
- ¿ Qué está pasando? – cuando mire de nuevo vi ese campo de batalla, y como las últimas veces mi alma ocupó de nuevo  el cuerpo de Gautier.

En el campo de batalla el 18 de junio de 1815…

-Avancen- gritaba mientras movía mis manos hacia adelante, vi el uniforme lleno de lodo al igual que la botas militares.
Los soldados asustados iban avanzando en la formación, el alcancé de los mosquetes aún no era demasiado bueno, las bajas era un 2% de su totalidad. Mientras nos íbamos acercando vi como mis compañeros de batalla iban cayendo, cuando estábamos a unos 50 metros de las tropas enemigas las bajas de ambos lados aumentaron y al acercarnos más nuestros uniformes azules quedaban manchados de rojo por la sangre de nuestros compañeros o incluso la nuestra,  el uniforme de la  otra tropa al ser rojo ocultaba más esas manchas, pero no ocultaba los daños en el cuerpo. No podíamos  ir para atrás, no había más opción que seguir…
Seguir a nuestra probable muerte. Cuando estuvimos cerca sacamos nuestras espadas  y seguimos la batalla. Napoleón era un gran estratega y eso nos había mantenido con vida  muchos  años, tanto a mi como a gran cantidad de soldados. Ese día el duque de Wellington nos respondió de manera frontal. Esa mañana los comandantes contrarios se dieron un festín y para muestra desgracia Napoleón estaba en cama por una cistitis, pero Napoleón se sentía confiado ya que teníamos la arma más poderosa de la época, la artillería de campo Francesa desgraciadamente llegaron varias horas después y el lodo nos estorbo demasiado.
Napoleón entró al campo de batalla y  se fue a las pocas horas, el segundo general confundió esto y nos ordenó ir a las colinas…
-Todos atrás de  las colinas – Gritaba Ney el lugarteniente de los franceses, el no sabía que nos llevaba a una emboscada.
Fuimos acribillados…
-¡ Vamos, soportaremos esto! -grité a mis compañeros en batalla, manejaba la espada con gran habilidad pero una herida anterior causó estragos en mi cuerpo y un soldado inglés cuando me vio en un cansancio agonizante sólo dio la estocada final-
-Prometí verte…
Lamento no cumplir, mi amada y dulce Pía.
Te amo, se felíz. -dije  con mi voz cortada-  te encontraré en mi siguiente vida….

Vi mi alma salir de su cuerpo, regrese a lado de Pía.
-Mo..mo.. rí – dije mientras lloraba a su lado, ella se acercó a mi y acarició mi cabeza, estaba en posición fetal como un bebé indefenso y así me sentía ¿ Que ser humano podría reaccionar bien a esta situación? –
¿Esa fue mi última vida? – pregunté sin verla-
-No… esa fue la última juntos, tu reencarnaste. Yo no lo hice - Pía beso mi frente y me trasportó a mi realidad, para que siguiera con mi vida otro día más.

Sin mi hilo rojo (Disponible En Físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora