Capítulo 1

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[Narra Laura]

Tenía dos años y ya era una apasionada de las motos. Pocos recuerdos tengo de esta época, pero aún me acuerdo de estar viendo las carreras con mi padre en el salón y gritar cuando había adelantamientos o caídas y siempre acompañada de Tob, mi peluche fiel. También me recuerdo que de aquellas aún saltaba en el sofá y mi padre reía.

Poco a poco la afición y la pasión crecía y yo quería una moto. En mi cuarto cumpleaños obtuve una: una Haljet 500cc de motocross. Cada fin de semana íbamos toda la familia al circuito. Mis primos entrenaban con sus amigos y cuando terminaban me dejaban la pista para mí sola y me sentía como una reina.

Al cabo de un año entrenando todos los fines de semana, a un amigo de mi padre se le ocurrió llevarme a Cataluña a competir. Aquí no había tanta afición como allí. Iba a ser una oportunidad única, ya que esta temporada sería la única gallega. A mí me hacía muchísima ilusión y mi padre decidió que iba a ser mejor para mí.

El campeonato se celebraba en verano para que nadie perdiese  clase y duraba dos semanas. Al principio estaba muy emocionada, iba a realizar un sueño, pero al poco me enteré que mi padre no venía porque tenía que trabajar  y me negué.

No quería ir sin él. Quería mucho a mis tíos (que años después me enteré que no lo eran de sangre), pero necesitaba a mi padre al lado. Era lo único que tenía desde que mi madre nos abandonó. Ese día mi padre me habló diferente, incluso lo vi llorar. De aquellas sólo pensaba en cómo un padre podía llorar. Pero consiguió su objetivo, me fui con ellos, pero eso sí, me llamaría todos los días para contarme un cuento antes antes de dormir.

Poco me acuerdo del viaje, estuve durmiendo casi todo el rato. En cuanto llegamos, mi tía Rosa y yo nos fuimos al circuito, ella también era una aficionada de las motos. En cuanto le comentó quien era, el chico con el que hablaba le dio un cuestionario para que rellenase. Al poco ya estaba entrenando.

En cuanto terminé el entrenamiento y salí de la pista me fui corriendo junto a mi tía. Ella estaba hablando con señor un poco mayor que ella. No entendí nada de lo que decía salvo que tenía dos hijos muy buenos, uno de mi edad y otro 3 años mayor que iba a correr ahora. En ese momento llegó el hijo pequeño y me di cuenta que por su culpa casi me caí en una curva, aunque pensé que era una chica ya que su moto era rosa.

Después de entrenar tres días, vino el día de la carrera. Mis tíos estaban con los padres de los dos niños preparados para vernos. Fue mi primera carrera y ya quedé de tercera, un puesto por delante que Álex, el hijo pequeño de los amigos de mis tíos. Cuando terminamos Álex esperó a que dejásemos la moto y nos fuimos hasta junto ellos para ver a su hermano mayor. Él corría con el número 93 y era buenísimo. Quedó de primero casi con los ojos cerrados. Esa noche para celebrarlo fuimos juntos a cenar y jugando en el parque de enfrente del bar con los hermanos Márquez, Álex me dijo si quería ser su novia. Accedí, aunque sin besos en la boca, que no quería tener un bebé. La siguiente carrera fue muy apasionante y quedé de tercera, aunque esta vez Alex me superó por un puesto y su hermano volvió a ganar. Esa noche fuimos a cenar a casa de los padres de Roser, la madre, porque quedaba muy cerca de allí. La abuela le decía que eran muy afortunados de tener una amiga de Galicia, porque dice que somos muy divertidos.

Lo que quedaba de viajé hicimos casi lo mismo. Entrenaba con él 3 días y al cuarto era la carrera y si uno de los tres subía al podio cenábamos juntos, esa era la condición. Creo que por eso subimos en las dos carreras siguientes. Marc de primero, Álex de 1º y 3º y yo de tercera y de segunda. Al final del campeonato, Marc se proclamó campeón de Cataluña, Álex subcampeón y yo en el tercer puesto. Esa noche fuimos los siete a celebrarlo. Juliá, el padre de Alex y Marc, me dio la enhorabuena por mi primer campeonato y Álex y yo para despedirnos nos dimos un beso ,aún pudiendo “quedar embarazada".

Nuestras últimas palabras fueron que al año que viene nos veríamos, pero eso fue imposible. La organización no quería que alguien que no fuese catalán quedase entre los 3 primeros y así fue como entré en el mundo de la velocidad, ya a los 6 años, en el Campeonato de España, por la insistencia de mi tío Juan; aunque eso me ayudó a no cumplir la promesa con Álex. Ahí, el día que me enteré que no competía en Cataluña, si no en Madrid, supe que nunca más volvería a ver a los Márquez.

Fueron años muy bonitos en mi infancia. Viajaba de un lado para otro con mi tía, que no trabajaba, compitiendo contra chicos de mi edad y ganando algún que otro campeonato. Mi tía siempre me decía que era una chica muy afortunada por poder competir con chicos y subir al podio.

Mi padre y mi tío se mataban a trabajar para darme lo mejor y por ellos tuve mi primer objetivo: llegar al Mundial de Motociclismo y recompensarles por todo este esfuerzo. Y eso hacía cada vez. Ellos dos se sentían muy afortunados cuando me ofrecían entrar en equipos para mejorar las calidades de mi moto. Poco a poco me hacía paso en el mundo de la velocidad infantil, aunque lo tenía difícil por ser mujer.

Una vez para una entrevista para Canal Sur, el entrevistador me preguntó si era difícil ser mujer encima de una moto y yo con tan solo 9 años recién cumplidos y un campeonato ganado le dije que el miembro de los chicos debería molestar al conducir más que el de las mujeres que está para adentro y no sobresale nada. El día que mi padre vio la entrevista, en medio de una carcajada, me dijo que estaba orgulloso de mí.

Y así me di cuenta que mi vida estaba encima de una moto. En verano me tiraba todo el día en el circuito y durante el colegio iba cada fin de semana, y era duro, ya que entre los exámenes y los amigos no podía con todo; eso sí no bajaba del 8 mis notas. Siempre me preguntaban mis profesores como hacía y siempre, siempre, contestaba que si podía mantenerme encima de la moto podía con mis estudios. Y eso era fácil, ya que mi tía me ayudaba mucho y nunca dejaba que dejase las cosas para el último día.

Una vez mi tía me organizó una fiesta genial porque había ganado un campeonato en Portugal. Fueron todos mis amigos y fue súper divertido. Poco antes de que terminase mi padre y mi tío llegaron para dar una gran sorpresa: este verano podría volver a participar en el Campeonato de Cataluña y luego ir a Madrid para el campeonato español de velocidad infantil. Me puse a gritar como si fuese la vida en ello. Normalmente sólo teníamos dinero para participar en un campeonato, pero este año entraba gratis en un equipo para el CEV infantil, con lo cual sólo pagamos el de Cataluña.

Todos mis amigos me felicitaron y aún seguimos un poco con la fiesta. Me acuerdo que me sentí la niña más afortunada del mundo por tener la familia que tengo y unos amigos tan especiales y en estos momentos era en los que más me daba pena mi madre: nunca me va a ver disfrutar. Nunca la odié por abandonarme con mi padre e irse con su amante, si no porque me daba pena porque mi padre y mis tíos eran muy felices a mi lado y yo al suyo.

Cuando todos se fueron, ayudé a Rosa a recoger y me metí en cama. Pensé en el Campeonato de Cataluña hasta que caí en la cuenta de que era mi oportunidad de ver a Alex y a Marc otra vez. Una sonrisa me inundó la cara por completo como cuando Marc sonreía, pero pronto una duda me asaltó:

“¿Nos reconoceríamos después de 5 años sin vernos y haber cambiado tanto?”

Esta es nuestra historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora