Capítulo 6

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Cuando Júlia se pone a llorar sé perfectamente lo que va a decir a continuación. Tengo mi respuesta en la cabeza. A pesar de eso, soy incapaz de contestarle.

Estoy sentada en el colchón mirando fijamente la puerta por la que diez minutos antes ha salido disparada Jú. Quiero ir a buscarla y decirle que la quiero, que siento lo mismo, pero no puedo. No sería justo.

Ella lo ha pasado muy mal. Soy su única amiga, y, si por alguna razón esto saliera mal, ella estaría completamente sola. Y no puedo permitir eso.

No se qué hacer. Lo único que me viene a la cabeza es la imagen de sus labios, tan gruesos y esponjosos. De un color rosa claro, pero hoy pintados de rojo.

Joder, Diana, céntrate. Tengo que ir a decirle que aunque no sienta lo mismo, podemos seguir con nuestra amistad como hemos hecho hasta ahora.

No sé si voy a ser capaz de soportar sus lágrimas, así que espero un poco más para salir en su busca.

Diez minutos más tarde, me levanto y me dirijo a la puerta. Oigo gemidos procedientes de su habitación. Está en el vestidor. Entro haciendo ruido para que sepa que estoy aquí y la veo acurrucada en el fondo. Está a oscuras. Me acerco y me siento a su lado. Tiene los brazos llenos de sangre. Reprimo un gemido.

-Júlia -digo casi susurrando

No contesta. La abrazo lo más fuerte que puedo y da un respingo. La suelto un poco para no hacerle daño en los cortes.

Me aparto de ella y me levanto buscando la clavija de la luz. Cuando la encuentro, veo que sus cortes están peor de lo que pensaba. Tiene todo el maquillaje corrido. Sus ojos grises brillan tanto que parecen de cristal. Está más pálida de lo habitual y creo que es por la sangre que está perdiendo.

Salgo corriendo para coger el botiquín y cuando vuelvo sigue en la misma posición pero, parece que se va a desmayar enseguida. No me asusto, tengo buena mano para esto. Le empiezo a curar los cortes con cuidado. Ella da un saltito cada vez que le echo agua oxigenada. Le soplo para que no le escueza tanto.

Al acabar, le pongo unas vendas. Cojo el botiquín y el cuter con el que se ha cortado y dejo el botiquín en su sitio y el cuter en la basura. Abro la nevera y cojo chocolate. Lo llevo al vestidor y le doy un cacho. Lo coge sin decir nada y se lo come.

Cuando se lo acaba le pregunto si quiere más, y dice que si. Corto otro cacho y cuando lo va a coger, me lo meto yo en la boca y la beso antes de que pueda darse cuenta. Es un beso largo, dulce, y esperado durante tres años.

He decidido no hacerle daño. Ni en el futuro, ni ahora. Porque es con la persona que quiero estar siempre.

Sin título, como la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora