Capítulo 3

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Llevo una semana entera reorganizando mi habitación. La he pintado y he puesto muebles nuevos.

El vestidor es mi lugar favorito, aunque sigue vacío. Aún no me siento preparada para salir a la calle. Mi padre lo ha respetado y se ha encargado de comprarme la pintura y los muebles que le pedía.

Hoy, al despertar, me he dado cuenta de que no he usado el móvil desde que entré al hospital, y, sin embargo, lo llevo siempre en la mano.

No sé si estoy preparada para encenderlo. No sé si estoy preparada para ver que en casi 8 meses nadie se ha preocupado por mí. Aun así, lo hago.

Mientras el móvil se enciende yo me acerco al ventanal para ver la ciudad. Estamos tan altos que veo el mar. Es lo que tiene vivir en un 18 piso.

Pongo la contraseña y espero. Espero. Espero.

Empiezan a llegar mensajes y yo cierro los ojos durante 15 segundos. Cuando los abro, ya han parado de llegar.

275 mensajes y 8 llamadas perdidas. Todo de la misma persona. Todos los mensajes iguales.

"¿Qué es de tí? Te echo de menos"

Noto cómo una lágrima recorre mi mejilla.

Yo también la echo de menos. Vaya si la echo de menos.

Vacilo entre llamarla o enviarle un mensaje. La llamo.

-¿JÚLIA? ¿ERES TÚ?

-Hola Diana. Sí, soy yo. -digo con la voz temblorosa.

Le empiezo a contar. Le pido perdón.

-Júlia... Joder.

-Ya, ha sido una mierda pero bueno, te sigo contando, ¿vale? Falta la mejor parte. Quiero decir, la única buena.

Termino de contarle la historia. Le cuento que vivo en Valencia.

-JÚLIA PÉREZ TE ORDENO QUE TE DUCHES Y BUENO NI SI QUIERA TE DUCHES CORRE HACIA EL CENTRO Y NOS ENCONTRAMOS EN CINCO MINUTOS ALLÍ VALE JODER JÚLIA DIOS

Y me cuelga.

Diana es mi mejor amiga. Es mi única amiga. La conocí por twitter hace tres años y aún no la he visto en persona.

Ella era la encargada de hacerme sonreír cada vez que llegaba llorando a casa.

Es perfecta.

Pero ahora estoy confusa. Porque la voy a ver y todas mis dudas se van a aclarar cuando aparezca delante de mí.

Y yo sé lo que va a pasar.

Que estoy enamorada de ella.

                              ***

La veo de lejos y ya lo sé. Corro hacia ella y ella hacia mí. Lloro. Llora. Se lanza sobre mí y yo la cojo. Y nos abrazamos.

Llevo la misma ropa que el día que salí del hospital. Una camiseta negra de tirantes y unos pantalones largos negros. Llevo unas creepers negras que me compró mi padre al llegar.

Después del emotivo encuentro nos dirigimos al starbucks a desayunar. Vamos de la mano y eso me provoca un cosquilleo enorme en el estómago.

Hablamos sobre lo maravilloso que va a ser todo ahora que estamos juntas.

Ni si quiera ha mencionado el tema de mi depresión. Ni el de mi anorexia. Ni el de mi intento de suicidio. Ni el de mi bullying. Por eso me cae bien.

A las once y media nos ponemos manos a la obra. Tenemos que comprar muchísima ropa. Tenemos que llenar mi vestidor.

Mi padre me ha dado su tarjeta y me ha dicho que no me preocupe por el dinero, que aquí ha encontrado trabajo donde le pagan mucho más que en Madrid (y eso ya es decir).

A la hora de comer, vamos al MacDonnalds, donde yo me pido una ensalada porque soy vegetariana, y Diana otra porque también es vegetariana.

Una vez sentadas, se pone seria.

-Bueno, Júlia. No pensarías que íbamos a dejar esos temas intactos. Soy tu amiga -esta palabra me produce una punzada en el corazón- y por eso no te he querido agobiar preguntándotelo al principio. Pero soy tu amiga y por eso me preocupa saberlo.

-Ya lo sé Diana. A ver, ¿por dónde empiezo?

-Depresión

-Creemos que curada, del todo.

-Suicidio

-Joder, ya sabes cómo lo estaba pasando, ¿vale? no pude más, Diana.

-Vale. Pero bueno, ahora ya no vas a tener que enfrentarte a esos gilipollas cada día. Ahora va a ser mejor.

-Lo sé.

-Anorexia

-Bien.

-¿Bien?

-Si. No estoy curada pero he mejorado. Ya como con normalidad.

-Vale.

Y vuelve a sonreír.

-Me encanta ser vegetariana pero estoy harta de comer comida de conejos

Me hace reír y me dan ganas de besarla. Le recuerdo lo tonta que es y seguimos comiendo.

Me encanta.

Sin título, como la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora