El reloj daba las tres, y tu mano se movía por mi cuerpo, aún cuando te dije que no, que no sentía ganas de recibir esas caricias tan subidas de tono de tu parte.
Fueron las cuatro, y tu boca recorría mi piel, mientras yo sentía repulsión. Tus manos tomaban con fuerza mis muñecas, afirmando el agarre cada vez más, dejando las marcas tal acto, ya que la fuerza de tus manos, y mis esfuerzos por soltarme, hacían que los moretones aparecieran.
Llegaron las cinco, y tus palabras helaban mi piel, llegando a lo más profundo de mi ser. Decías que me amabas y deseabas en gran manera, y que por eso te tomabas esa libertad de violar mi integridad, mi alma ahora rota, y cada parte de mi existencia. También decías que era tuya, que me lo merecía, que era mi culpa que tú fueses así. Y el trabajo psicológico que hiciste funcionó, porque me sentía sin valor, sucia, que nadie me querría así. Yo creía realmente me amabas y que eso era "normal".
Luego dieron las seis, y tu cuerpo se adueñaba del mío sin que yo lo quisiera.
Gritaba y lloraba para que me soltaras, te decía: "NO", "NO QUIERO", "NO SIGAS", "ME DUELE", "ME ESTÁS LASTIMANDO". Pero los gritos de mi boca, y de mi corazón, no fueron suficientes para que me escucharas, y así que me dejaras libre de ese tormento. Puedo incluso asegurar dos cosas; la primera es que te ensordecian, y la segunda, es que te motivaban aún más.
Me golpeabas, me tocabas, me penetrabas, me lastimabas, me acorralabas... Me estabas matando en vida.
Cuando te aburriste de mí, me soltaste, pero ya no quedaba yo, sino más bien la sombra de lo que fui en algún momento.
Aún así te perdono, porque yo sé que no merecía esto, que no tenía la culpa, y tú simplemente no podías convivir con la idea de no marcar "tu territorio" para así aumentar tu ego y de paso no sentirte un cobarde.
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Diario de delirios de un alma rota
RandomBienvenido a mi montaña rusa, donde todo es posible...