♔ : ꜰɪʀsᴛ ᴍᴇᴇᴛɪɴɢ : ᴊᴇɴsᴏᴏ.

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Trabajar en aquella tienda de música era de las pocas cosas que hacían feliz a Ji Soo, todo por tener ese ambiente bohemio que hacía que todo fluyera como el agua por una corriente. Ese día no había demasiada clientela, todo porque era mediados de mes, y la gente no solía darse caprichos a esas alturas, más bien guardaba el dinero necesario por si ocurría alguna emergencia; y la música no era una de ellas.


Su mirada vagó por los discos de vinilo y los posters de grupos de rock que todo el mundo conocía mientras una triste canción de amor sonaba. Por alguna razón, esas canciones que iban sobre un amor roto o que no había sido lo suficiente fuerte para aguantar una tormenta le reconfortaban, así podía sentir que no sería la única mujer del planeta que sufriría una vez se enamorara, porque no se había enamorado nunca. Había querido, adorado, se podría decir que amado, pero nunca había perdido el aliento por nadie.


¿Deseaba enamorarse? No estaba segura de ello, pero la música le hacía tener una falsa sensación de enamoramiento por unos cortos minutos, logrando que su corazón se rompiera en pedazos cuando las palabras más tristes llegaban y el dolor se volvía tan real que por unos segundos pensaba que era propio y no ajeno.


Su larga cabellera castaña cayó sobre el mostrador mientras cruzaba sus brazos y tocaba un piano inexistente sobre el cristal que mostraba lo último que había llegado de pop y rock internacional, manteniendo sus ojos cerrados por unos segundos en los que se dejaba llevar una vez más por la voz del cantante que se oía por los altavoces especialmente colocados para que se escuchara en toda la tienda.


El local no era demasiado grande, lo cierto es que era más bien pequeño, pero con dos pisos, dónde en el primero estaban los discos y en la parte de abajo los instrumentos, pues, no era lo mismo enfrentarse a un robo de un par de copias que no un robo de una guitarra eléctrica. Pero Ji Soo apenas bajaba a tocar instrumentos, por regla general, se quedaba tras el mostrador de la tienda arreglando discos o poniendo canciones para poder cantar cuando nadie más la oía.


Sus parpados siguieron cerrados en lo que la lista de reproducción de canciones dolorosas seguía sonando, haciendo estremecer su cuerpo como si estuviera pegada a un poste de corriente eléctrica, su vello estaba erizada, sus ojos se apretaban y su garganta era dueña del nudo que le hacía casi llorar, al menos hasta que el sonido de la campanita de la puerta le avisó de que alguien nuevo acababa de entrar, dejando ver a una chica algo menor que ella, delgada, vestida con ropa elegante pero deportiva y un cabello oscuro que caía por su espalda.


Ji Soo tenía claro que la heterosexualidad no era algo que estuviera ligado a ella, estaba casi segura que dentro de su bisexualidad prefería a las mujeres por verse más delicadas y ser luego más fuertes que un muro de piedra, por eso las admiraba y adoraba; las querían como si fueran Diosas a las que venerar una y otra vez. Pero nunca había visto que Dios en si le hubiera aparecido por la puerta de su trabajo.


Buenas tardes.


Su voz salió a forma de saludo mientras que la chica empezaba a recorrer los pasillos sin prisa, parecía que más bien, solo quería estar allí, pues sus dedos largos paseaban entre los discos mientras escuchaba la nueva canción que sonaba por los altavoces. Sin prestar atención a nada más, ni siquiera podía notar la mirada de la dependienta que seguía observando cada detalle de ella mientras se acomodaba en el pequeño taburete en el que estaba sentada.

#ꜰɪᴄᴛᴏʙᴇʀ2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora