26

557 75 19
                                    

Belly.

—¿Hablaste?—Me dijo.

—Se supone ¿No? ¿O acaso tengo que recurrir tu idioma natal? Ya sabes el; ¡Au! ¡Au!—Ladré.

—¡¿Cómo te atreves?!

—No vuelvas a decir que Anie y yo somos raras, sí, tal vez lo somos pero al menos no somos como tú, hipócritas, chismosas y sobre todo, perras.

que estaba provocando el caos.

Pero odiaba que personas como ella. Que se crían la gran cosa.

—¿Acaso te ofendí? Porque si es así, me alegra, porque me encanta que le des tanta importancia lo que digo.

—Me importa lo muy poco que digas, pero una vez te advierto que si vuelves a decir algo así, no querrás conocerme.

Podre ser una empedernida del romance y todo pero puedo llegar a ser una persona que se enoja mucho, y más si se meten con los que me importan.

—¿Por qué? ¿Vas a correr a los brazos de tu chinos homosexuales asquerosos?—Mierda, ya está tocando el límite—, ¿O de tu hermano? ¿Cómo es que se llama? Ah sí, Brad, que se fue a una misión y llegó herido, como no regresó muerto, para que así no ver lo estúpida que eres, o de tu hermano Ben que es tan inmaduro pero se consiguió una novia que no sea de su imaginación, o de tus padres, esos que son unos anormales, mi mamá dice que tu familia son unos anormales, que gente como ella no sirve en este mundo.

Y todo se volvió rojo.

Mi mamá me decía que si llegaba una persona así a mi vida, lo que tenia que hacer es alejarme, tiene razón, pero, si voy alejarme, espero darle la lección.

La tomé del cabello, la tiré al suelo y comencé a golpearla, y dejenme decirles, yo no doy golpes de princesa.

¡Hey, Hermana! | Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora