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Capítulo 25: Engaño

Omnisciente

Los sonidos del teléfono hicieron que la chica saliera del baño con malhumor mientras recogía su cabello rojizo con la toalla. Atendió el aparato con el ceño fruncido y lo puso en su oreja.

"Hola ¿Quién habla?" Dijo acomodando la toalla ya que la habían tomado de sorpresa mientras tomaba un baño.

"Mucho gusto señorita Grazer, la estoy llamando para ofrecerle un trato" tanta información en tan poco tiempo hizo que la pelirroja cerrara los ojos con frustración.

"Perdón ¿Quién es y cómo sabe mi nombre?" Apretó el teléfono y trató de ponerse algo de ropa.

"Eso no es necesario, necesito que tome un viaje a Vancouver, en su correo he enviado los boletos. La espero a más tardar en tres días" la voz grave del hombre hizo que Sadie iniciara a padecer un leve dormir de cabeza.

"Vas vale que no me espere porque nunca estaré ahí, no lo conozco y no voy a aceptar" por un momento creyó que en cualquier momento estrellaría el teléfono contra el piso del enojo que sentía.

"No le conviene señorita Grazer o…" guardo silencio para atender las amenazas.

"¡O qué!¿Me matará?" Ya vestida, arrojó la toalla a una esquina con furia.

Las risas al otro lado de la línea se hicieron presentes agotando los nervios de la chica.

"Creo que no está entendiendo, no me gusta manchar mis manos, ni mi conciencia. No mataré a nadie pero alguien que está en Canadá puede sufrir consecuencias" los dos guardaron silencio y en menos de dos segundos el hombre había colgado.

Sadie quedó paralizada por el miedo, el único que estaba en Canadá era Jack que se supone estaría en Toronto no en Vancouver…, por otro lado sus tías de parte de su madre estaban en Ohio pero ellas no son tan propensas a meterse en problemas.

"En la que me has metido" dijo Sadie hablando del lío en el que su primo estaba incluido, abrió el correo y en efecto estaba el boleto de ida que saldría en un par de horas.

La pelirroja abrió sus ojos claros al verificar que el único transporte que la llevaría al aeropuerto parte a las ocho y quince, es decir en doce minutos; bufó mientras se arrepentirán por atender el teléfono.

En menos de dos horas ya estaba habiendo la fila para abordar el inmenso medio de transporte, se acomodó en su asiento preferencial y volvió a fruncir el ceño. Estaba tan enojada que en ningún momento se le ocurrió llamar a su primo para verificar, simplemente tomó el avión sin medir las consecuencias.

...

Junto a la playa los dos jóvenes disfrutan su desayuno y una que otra palabra siempre manteniendo su vista en las olas que golpeaban las costas.

"¿Cómo es tu relación con Alex?" Se atrevió a preguntar Finn al mismo tiempo que le daba una mordida al panqueque.

Jack se giró y levantó una ceja en muestra de no entender.

"¿Estás haciendo algún reclamo?" Preguntó el menor torciendo la boca con falso disgusto.

"No" dijo encogiéndose de hombros y regresando su vista al mar. Otro silencio apareció lleno de preguntas y dudas que necesitaba una solución rápida.

"¿Sabes? Creo que Alex está tratando de acercarse a ti" quizá ese haya sido un gran esfuerzo de su parte, pues Finn estaba bastante cómodo como para iniciar una discusión por un mal comentario.

"Es normal, no le veo el problema a eso, es mi amigo y lo sabes" por encima de la mesa extendió su brazo para rozar su mano con la del mayor.

El tacto lo sorprendió y de inmediato le respondió la caricia.

"Sus intenciones no son buenas" soltó Finn, cansado de la actitud ignorante que poseía su acompañante.

"No digas cosas que no son ¡A duras penas has cruzado saludos con él! Es estúpido que creas que somos algo solo porque él sea mi jefe" sus manos se separaron y Jack se levanta de la mesa arrojando un plato de porcelana, el cual se hace añicos al chocar con el piso.

"¡Te estoy protegiendo!" Grita Finn de modo alarmante.

Jack entra a la cabaña y toma sus cosas rápidamente con la idea de querer salir e irse a su casa.

"¡No necesito que alguien me proteja!" Aulla girando el pomo de la puerta pero antes de irse se da vuelta para ver el rostro pálido de Finn pidiendo a gritos en silencio que no se vaya.

"Jack ¡Alex no es como crees!" Trató de buscar otras palabras más sencillas pero esto fue lo único que salió de su boca, lo único que Jack malinterpretó y lo último que quiso escuchar antes se que todo se destruyera.

"No tienes ningún derecho a reclamar" espeta señalando con el dedo índice al muchacho vestido con una bata y con los cabellos ligeramente despeinados.

Finn avanzó unos pasos para abrazar a Jack, en cambio éste se apartó con asco y soberbia.

"No vengas a reclamar porque no tienes derecho" repitió con unas lágrimas de dolor asomándose en sus grandes ojos "no puedes juzgarme porque entre nosotros sólo hay deseo y nada más; nos buscamos para tener compañía en las noches" su voz se empezaba a quebrar.

El más alto no daba crédito a los que escuchaba de los labios del chico de sus sueños, aquel chico por el que viajó, por el que abandonó el trabajo y por el que había dedicado sus mejores sonrisas, sus mejores días y sus más encantadores sentimientos. Ese chico ahora lo estaba destruyendo con tan sólo mostrarle la realidad.

"Jack, espera" imploró alargando su mano para tocarlo.

"No Finn, tienes que escuchar: Yo nunca me metí en tus asuntos como para que tú te metas en los míos así que no me busques más…, al fin y al cabo no somos nada y no lo seremos" la última mirada que le dedicó fue una de decepción entes de cerrar la puerta y echarse a correr lejos del lugar.

El cuerpo débil de Finn se dejó caer sobre la cama mientras las almohadas se empapaban de lágrimas saladas. Mientras tanto, alguien se encontró a un chico castaño corriendo sin rumbo por la carretera.

"¿Jack, qué haces aquí?" Dijo Alex bajando la ventana del carro para ver con más detalle al chico.

"¿Me puedes llevar a casa?" Rogó limpiándose las mejillas húmedas.

Recibió como respuesta un reconfortante sí y el castaño sonrió a pesar de las advertencias de Wolfhard; según Jack sólo eran celos ya que desde su vista Alex parecía un ángel caído del cielo dispuesto a ayudarlo.