Capítulo 27

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Ya casi es diciembre, y Sam todavía tiembla cuando salen del lago Manitoc, Wisconsin. Sus zapatos están empapados y la boca de Dean probablemente sepa como la de Andrea después de que ella lo besara, justo en frente de Sam y Lucas, como si tuviera derecho. Como si Dean fuera un premio que reclamar, su premio, por supuesto.

Dean ha estado coqueteando más de lo normal con todas y cada una de las chicas razonablemente atractivas que encuentran, y Sam sabe, al igual que conoce cada matiz de las sonrisas de Dean, que es por él. De alguna manera. No han vuelto a hablar de eso, de la chica de Nueva Orleans o de Jess, ni de ningún tipo de detalles sexuales.

Sam echa un vistazo y observa el perfil de Dean, la dulzura de su grueso labio inferior y su estómago se encoge. Ella lo había besado, y a él le había gustado. Es simple y sin importancia, y nunca la volverán a ver. Pero fue tan fácil para ella, tan fácil entre ellos. Algo que Sam nunca podría conseguir. Y nunca podrá hacerlo, no con Dean.

Los ojos de Dean se deslizan y encuentran a los de Sam, cuestionándolo con la posición de sus cejas. Sam rechina los dientes y mira hacia otro lado, entrecerrando los ojos ante al sol de media tarde. Siente la mirada de Dean y odia lo mucho que la disfruta.

—¿Tienes hambre? Si es así, los sándwiches están ahí atrás —. Dean aparta una mano del volante y trata de alcanzar el plato de sándwiches perfectamente cortados que Andrea hizo para ellos. El estómago de Sam se tambalea al pensarlo.

—No —dice rápidamente, moviendo la cabeza y girando en su asiento para tocar el brazo de Dean, para evitar que agarre el plato. —No, no tengo hambre. Gracias.

Dean deja de intentar alcanzar el plato, pero un ceño fruncido se ha apoderado de su estúpida y bonita cara. Sam juega con el rasgón en sus pantalones vaqueros y se dice a sí mismo por quincuagésima vez en casi un mes que necesita conseguir un libro o un crucigrama o algo para distraerse mientras están en el coche.

—Pásame la caja de cintas, ¿quieres? Está debajo de ti.

Sam suspira y se inclina hacia adelante, cogiendo la caja que está debajo de su lado del asiento y tirando de ella hacia su regazo. —¿Qué quieres escuchar?

—Puedo hacerlo yo...

—Dean, tú estás conduciendo. Tengo manos y estoy alfabetizado. Sólo dime lo que quieres.

—Parte de la diversión es rebuscarlos... —murmura Dean, con un auténtico puchero formándose en sus labios. Sam se lame la boca y suspira, asegurándose de sonar muy molesto.

—Dame un género. O un estado de ánimo. Por ejemplo, blues rock, cock rock, mullet rock, rock duro, metal, o baladas...

Los ojos de Dean se entrecierran en una mirada fulminante y lentamente se gira lanzándola directamente hacia Sam, hay una diversión escondida bajo todo ese fruncir el ceño. Sam levanta las cejas, incapaz de ocultar la malicia en su expresión.

—¿Para qué coño es el metal...?

—¿O te sientes agresivo? ¿Tranquilo? ¿Feliz? ¿Emocional? ¿Romántico?

Dean está sonriendo ahora, mordisqueando el interior de su labio inferior para contener una sonrisa.

—¿Y si te dijera que me siento romántico, mierdecilla? ¿Qué tienes en esa caja que sea romántico?

—Hmm... —. Sam hace un teatro, deslizando los dedos a través de la colección de cintas de Dean, los ojos saltando sobre Styx, Zeppelin, Foghat, la cinta que Dean mezcló cuando tenía diecisiete años "Kick 'Em in the Dick", y... —Ah, aquí vamos. Perfecto.

Two - Headed Boy (Invisible Boy Serie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora