Cap 14: ¿Estas diciendo que no te gusta lo que he ordenado?

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POV. Kaira.

Reía porque él no parecía mayor de 25 inviernos, su cuerpo era el de un joven aún y su cara parecía la de un joven de 20 veranos cuando no estaba con el ceño fruncido o enojado.

— En que cuando sonríes pareces de mi edad. Pero si sigues frunciendo el ceño, y actuando como un viejo gruñón para cuando tu hijo o hija tenga 5 veranos, tendrás muchas canas. Y parecerás un viejo de esos que dan miedo. — Dije riendo, y este no lo tomo con tanta gracia porque me miro mal. Y me apreso besando mi cuello.

— Oye, Oye tengo que ir a desayunar y a hacer mis obligaciones. — Dije viendo que por suerte el sol aún no había salido.

Me levante e inmediatamente me arrepentí el camisón de seda que llevaba puesto dejaba muy poco a la imaginación, era traslucido y obsceno en las partes adecuadas. Acentuando mis caderas y mi ahora no tan pequeña cintura por el vientre.

— Te ves hermosa. — Me sonrió pasando sus manos por mis piernas. Baje la cabeza intentando cubrirme y este me detuvo.

— En serio. — Dijo besándome nuevamente, beso que hubiera terminado como todas las noches anteriores de no ser porque mi estómago resonó. Solté una carcajada.

— Creo que tu Bebe tiene Hambre Señor Aren. — Digo besando su mejilla, este bufo y se levantó. Yo mire confundida un cajón que estaba en la otra habitación en donde me quedaba y tenía mis ropas y vestidos.

— ¿Y eso está aquí porque...? — Pregunte.

— Porque compartiré mi lecho contigo en lo que nace el niño. — Dijo dándome la espalda y poniéndose los pantalones. Al parecer se puso de mal humor de la nada, y eso también me ponía de mal humor.

— En realidad creo que estábamos bien antes, no es necesario dormir juntos. — Dije tratando de evitar enojarlo más, aunque como siempre había fallado en mi propósito.

— ¿Estás diciendo que no te gusta lo que he ordenado? — Dijo viéndome fijo, mientras se ponía el cinturón con sus armas. Tragué fuerte.

— Si, porque así cuando él bebe me incomode no te despertaré. He escuchado de Emma que los bebes se mueven mucho en el vientre de su madre en los últimos meses e incomodan a los padres, de por sí ya lo llamas Bastardo, ¿Qué es lo que le dirás luego que no te deje dormir? — Pregunte seria.

Despojándome del obsceno camisón y dejándolo caer al suelo, el señor Aren se quedó sin habla, pero luego yo tome uno de mis vestidos más cómodos, que ceñía mi vientre mas no presionaba con fuerza.

— Olga está ocupando tu alcoba, por ahora y mientras yo no de otra orden, duermes conmigo y punto. — Dijo viéndome más serio, salió dando un leve portazo.

Cosa que significaba que estaba un poco frustrado. Me dispuse a ordenar su cama y el resto de la Recamara. Cuando termine mis tareas fui a servirle el desayuno a Aren, pero este estaba animado, hablando con su familia y al parecer ya había empezado a comer. Así que le reste importancia.

Fui a ver las telas que deje ayer en rubia y carmín. Eran unos vestidos muy bonitos, suponía que serían para la menuda chica Hallie que acompañaba al Señor Lionel.

Luego de hacer eso Jaqueline me pidió mi ayuda en la cocina, así también como regatear con el mercader de especias. El cual por cierto tenía muy caro el jabón olor lavanda que tanto me gustaba así como uno de flores de durazno.

Pedí especias de ese tipo, piedra de lejía, y sosa. Pedí a algunas sirvientas que me ayudaran en su realización y tuvimos buenos resultados, me encontré en con el resto de la servidumbre comiendo en un comedor apartado de el del castillo.

El Señor del Castillo Haugen: Aren Dahl. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora