Cap 18: ¿Eres tú su mujer, cierto?

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POV. Kaira.

Levante ambas manos en señal de sumisión, los soldados también lo hicieron. Cuando el resto nos vio salir de esa manera, dejaron de resistirse. Un hombre de cabellera negra bajaba de su caballo riendo a carcajadas.

Observe a las tejedoras que me miraban alarmadas, y yo les hacía señas de que se calmaran. Les quitaron a fuerza la armadura a los soldados. Y los hicieron hincarse igual que al resto.

— Tuve que esperar 3 años para atacar Haugen, y cada maldito día valió la pena. Cuando su señor sepa que perdió su castillo principal, arderá en furia. Ahora... ¿Quién está a cargo del castillo? — Todos agacharon la mirada, no se atrevían ni a mirarme, yo agache la cabeza imitándolos.

— Yo. — Dijo Emma, Jaqueline también levanto la cabeza.

— Yo también señor. — Dijo esta última.

— Bien, hace meses me llegó una noticia ¿Dónde está su mujer? — Pregunto.

— Se la llevo con él. — Dijo Jaqueline sosteniendo la mirada al tipo.

— No creo que arriesgue a ese peligro a una mujer preñada. — Dijo rascándose la nuca enojado.

— Pues busca donde quieras, desapareció hace semanas, aquí solo habemos sirvientas dedicadas a nuestro trabajo. — Hablo esta vez Emma.

Rezongó frustrado. Y se acercó a hablar con uno de sus soldados. Los hombres comenzaron a tomar posición de acampada. Y nos reunieron a los rehenes en la plaza. Unos acostados y otros sentados. Yo me encontraba atada de pies y manos. Voltee a ver a un hombre nos vigilaba. Le hable.

— Puedes aflojar el amarre un poco quiero poder sentarme. Si no es mucha molestia. — El me miro mal, pero solo rodo los ojos y aflojo el amarre en mis pies y mis manos.

Los soldados cerca de mí me miraban culpables. Apsel y Bjor. Estaban cerca y no me quitaban un ojo de encima. Ahora al menos me sentía privilegiada. Por no ser la única embarazada en esta situación, había otras 3 mujeres encintas dentro del castillo, entre ellas la esposa de Jensen.

Claro que la barriga más grande era la mía aunque casi del mismo tamaño que la de una mujer que ya tenía 8 Meses, según hacia cuentas de embarazo, fuera en el pueblo habían más mujeres embarazadas, si hubiera ido al pueblo, tal vez tendría más posibilidades que no supieran quien soy.

Cuando la noche avanzó me acerque a Apsel y solté las cuerdas de sus pies así como la de sus manos, el soltó las de Bjor, y se hizo una cadena del que estaba más cerca. Todos no quedamos en nuestra misma posición. Entre la noche avanzaba llegó la media noche, pues la luna estaba en su máximo esplendor.

Salió el tipo de antes de la nada y se me quedo viendo junto a los pocos que estaban despiertos, ellos estaban horrorizados y habían despertado de pronto. Apsel, Bjor me quitaron la mirada de encima.

— ¿Sabes algo que yo no? — Se acercó de la nada el tipo de cabello azabache supongo que era su líder. Negué con el ceño fruncido. — Te comió la lengua el gato. — Negué.

— No sé cómo quiere que le responda. — Dije sosteniendo su mirada. Este se carcajeo.

— Bien ya que hay un sentimiento de empatía a veces en los poblados, la mujer que está embarazada del Anterior señor de Haugen, dará un paso al frente si no quiere que mate a esta pobre mujer y a la criatura en su vientre. — Dijo apuntándome con un cuchillo.

Apsel se tensó casi de inmediato al igual que Bjor. Me mordí los labios en un intento de reír. Ahora mismo me reprendía por mi extraño sentido del humor, quería reírme en su cara, porque la mujer que buscaba la estaba sosteniendo el mismo.

— ¿Creen que es una broma? — Pregunto nuevamente con voz fuerte. Todos negaron.

— Te estamos diciendo que ella no se encuentra cerca. — Dijo Emma con los ojos entrecerrados.

— Bueno entonces me llevaré a esta dama y a la criatura al otro mundo. –

Puso el cuchillo sobre mi pecho haciendo sangrar un poco. Todos estaban alarmados. Luego quito el cuchillo de mi pecho y me lanzó junto a otro hombre, pero en vez de eso caí al suelo sentada. En un intento de que mi caída no fuera tan fuerte puse ambas manos para no golpearme.

— ¿No puedes caminar bien, muchacha inmunda? — Suspire furiosa. Casi me lastimo.

— No ves cómo me tienen atada. — Dije señalando mis pies. Este abrió los ojos asombrados. Le hizo señas a un tipo y él fue a desatarme, los pies y las manos.

— ¿Qué quieres ahora? ¿Una comida quizá? — Pregunto con burla.

— Gracias. — Le dije al hombre que me había desatado. Este negó con burla y luego me tomó a la fuerza halando el manto y junto a eso mi cabello.

— Nunca he tomado una concubina encinta, veamos si no se te viene el niño, luego de lo que voy a hacerte. — Dijo intentando acercarse a mi e intentando bajarme el vestido, me tomo a la fuerza y al parecer, ni siquiera pensaba en llevarme dentro. Luego de una pequeña lucha, me canse rápidamente, lo miré agitada y con el ceño fruncido.

— ¿Qué quieres? ¿Qué él lo haga? — El otro hombre me tomó por detrás y en un descuido quite la daga que estúpidamente llevaba en su cinturón sin ningún seguro. Lo apunte con ella. Más varios hombres rieron. ¿Qué haría una mujer embarazada con un cuchillo?

— No te vayas a lastimar cariño. — El hombre hablo burlón. Se abalanzó a mí apresando mis manos entre mi pecho y el suyo. Paso su lengua por mi mejilla. — Deja eso, no te atreverías a lastimar a nadie. — Deslice el cuchillo hacia arriba decidida.

Termino en su cuello. Y comenzó a desangrarse en el acto cayendo de espaldas. Estaba repleta de la sangre del tipo. No solté el cuchillo en ningún momento. Y la servidumbre del castillo de Haugen estaban entre desconcentrados y ansiosos. Voltee a ver al hombre del cabello azabache. Y este trago fuerte, los soldados que venían con el me veían con odio y un poco de asombro.

— No cabe duda que tu hijo será un buen guerrero. — Cruzo ambos brazos frente a sí. — ¿Vas a darme el cuchillo? —

— ¿Vas a hacerme daño? — Pregunte seria. De la nada vi a lo lejos, unos cuantos soldados caer, supe que viviría para contarlo.

— Has matado a uno de mis escuderos. ¿Crees que te lo mereces? —

— Él ha golpeado y violado las mujeres del pueblo, ha muerto como debía morir. — Dije sin bajar la mirada, pero el escudero aún parecía vaciarse en sangre, sin embargo sus ojos ya no tenían vida.

— ¿Eres tú su mujer cierto? — Dijo riendo de la nada.

— ¿Mujer de quién? No sé de qué me hablas. — Mentí.

— Claro. — Dijo intentando acercarse y de entre las sombras aparecía alguien cortando su cuello en una tajada. No era cualquiera, era el padre de la criatura dentro de mi vientre.

— Justo a tiempo. — Dije soltando el aire que había contenido. Con cuidado palme mi espalda pues estaba dolida. Entre tanto Apsel Y Bjor se habían puesto frente a mí y habían tomado cada uno una espada para matar el resto de soldados que quedaban sin el Señor con el que vinieron. Algunos para no perder la vida se rindieron.

Mientras tanto yo me senté en el suelo, hubiera deseado caminar hasta algún lugar cómodo, pero la frustración se había llevado toda energía de mí. Al último que vi fue al Señor Aren acercándose a mí con preocupación en su rostro. Pude sentir sus brazos a mí alrededor, así como también sus pasos. Lo último que sentí fue las mullidas sabanas de la cama.

El Señor del Castillo Haugen: Aren Dahl. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora