4. ⚡

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Isabelle miraba a los demás con curiosidad.

- ¿Por qué me están dando mi látigo? - les preguntó - No he hecho nada bien para merecerlo.

- Porque necesitamos de tu fuerza, Isabelle, necesitamos a los mejores cazadores para luchar contra alguien. - se echó a reír con fuerza.

- ¿Necesitan de mí? ¿En serio?

- Te daremos más comodidades. - volvió a reír.

- ¿Yo para qué quiero comodidades?

- Te dejaremos ver a Simon. - en ese momento los ojos de Izzy brillaron, se acercó a ellos y puso un dedo en el pecho de Diana.

- Si no cumplen. Juro. Que. Los mataré. A. Todos. - amenazó. - Quiero compartir la celda con él y no quiero que nos vuelvan a separar, ¿de acuerdo?

- Bien, si es es lo que pides para cooperar, eso será que lo obtendrás. - Izzy sonrió.

- Más les vale.

Simon por otro lado, se encontraba muriendo de hambre en su solitaria y oscura celda, hasta que alguien tumbó la puerta.

Isabelle.

Corrió a abrazarla, pero en ese momento se alejó, tenía tanta hambre que podía perder el control, y era lo que menos quería que le pasará con Isabelle.

Izzy comprendió, por la cara de Simon, que él no había comido en mucho tiempo. Frunció el ceño.

- ¡Hey! Traigan reservas de sangre. - como nadie se movió, se giró a los guardias. - ¡Ahora! ¡O los mataré uno por uno! - sacudió su látigo y solo así, aquellos hombres se movieron.

- Izzy no es necesario, yo...

- Shh, si quieren que los apoye en su estúpido ataque contra no sé quien, será bajo mis condiciones. - Simon suspiró y sonrió dejando ver sus colmillos.

- Eres la mejor novia que alguien ha tenido en el mundo. - Izzy sonrió con ternura.

- Y tú, eres un vampiro diurno muy ingenuo, pero aún así te amo.

En ese momento, Simon quería besarla con todo lo que tenía, pero si lo hacía, iba a perder el control.

- También te amo Izzy Lightwood. - y, dios, Simon no tenía ni idea de lo mucho que ella lo había extrañado, siempre le encantó la frikez del vampiro, no se cansaba de lo mucho que él la hacía reír. Este tiempo sin él había sido de lo más horrible.

• • • • •


Magnus se movía con tal elegancia cual león por su celda, ya se estaba cansando de estar encerrado ahí, él estaba acostumbrado a escapar, salir, vivir por todo el mundo a lado de su Alexander.

Gruñó en voz baja y sonrió. - Si me dejan salir, prometo que no los mataré. - un guardia lo miró y sonrió.

- Oh, por supuesto.

- O al menos... no sé, déjenme tomar un poco de aire fresco, estar aquí es un poco asfixiante, ¿No creen? - agitó su mano para hacer aire.

- Eso hubieras pensado antes de ayudar a escapar a tu novio. Pero pff, tú ya estás igual de loco que él. Tú y Alexander Lightwood están jodidamente locos.

Magnus gruñó, sus ojos de gato de dejaron ver con un intenso brillo, se acercó al los barrotes de acero y jaló al guardia por el cuello. El hombre quería soltarse, Magnus lo estaba asfixiando.

La puerta de la habitación se abrió.

- Puedes decir cualquier estupidez sobre mí, toda la mierda que quieras. Pero con mi cazador no se te ocurra meterte de nuevo o te descuartizaré y luego dejaré cada una de tus repugnantes piezas regadas en el basurero o mejor se las daré de comer a algunos demonios. ¿Qué te parece? - le susurró al oído antes de pasar su lengua por el lóbulo de aquel hombre para después dedicarle una sonrisa retorcida y siniestra.

Cariad, Madness und Gefor. (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora