Capítulo 04

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Mabel estaba desesperada.

Razón por la cual estaba de pie en su apartamento obligatoriamente con Gideon Gleeful, y su compañero de clase de la universidad parecía demasiado ansioso por estar ahí.

—De nuevo, muchas gracias por la invitación, querida. ¡Me hizo más feliz que una almeja con la marea alta!

—Claro, no hay problema —respondió Mabel, tratando de no hacer una mueca. Tuvo que acceder a tener una cita con él si la ayudaba aquí. Ugh—. Entonces, sobre ese exorcismo...

—¡Oh, sí! —el chico sonrió cálidamente mientras aplaudía—. Empecemos y deshagámonos de esos molestos demonios que invaden tu espacio —se rió entre dientes mientras dejaba caer su mochila al suelo y comenzaba a sacar varios artículos. Cinco minutos después, colocó una lona en el espacio de la sala de estar donde dibujó varias runas y símbolos con tiza antes de sentarse con las piernas cruzadas junto a ella con un libro en la mano—. ¿Serás tan amable conmigo y enciendes las velas? Esta es tu Trampa del Diablo estándar. Si hay algún demonio en este lugar, quedará atrapado dentro de él y no podrá salir ni usar sus poderes. Garantizado.

—Por supuesto —tomó el encendedor y encendió las velas colocadas alrededor del circulo. Realmente esperaba que ese fuera el caso y eso funcione. Una vez hecho eso, se paró unos metros detrás del chico y le permitió hacer lo suyo.

Gideon se aclaró la garganta antes de hablar con su libro en la mano y dirigirse a la sala.

—¡Oh, demonio que acecha este lugar, exijo que te muestres ante nosotros ahora!

Mabel miró alrededor de la habitación con nerviosismo, pero no pasó nada. Sin embargo, Gideon no pareció inmutarse mientras hablaba de nuevo, esta vez más fuerte.

—Si algún demonio o fantasma u otra entidad está presente, ¡te exijo que aparezcas en este segundo!

Aún nada...

El chico esperó varios momentos antes de mirarla con una sonrisa de lástima.

—Aquí no hay nada, cariño.

Mabel frunció el ceño. Claro que estaba aquí, maldita sea. Dió unos pasos hacia adelante, sus ojos buscando en el apartamento.

—¡Bill, deja de esconderte y muéstrate!

—¿Sí?

Mabel se estremeció, dándose la vuelta para encontrar a Bill parado allí casualmente contra la pared y no dentro de la Trampa del Diablo como se suponía que debía estar. Él le sonrió.

—Me llamaste, ¿verdad? ¿Finalmente decidiste hacer un trato? —su encantadora sonrisa se desvaneció cuando notó que no estaba sola—. Oye, ¿quién es el pequeño de allí?

Cuando Mabel miró en dirección a Gideon, la expresión de horror plasmada en su rostro la tomó por sorpresa. Se había puesto más pálido que un fantasma. El chico retrocedió rápidamente sobre sus manos y pies antes de levantar su libro con manos temblorosas.

—¡D-demonio! ¡Es un verdadero demonio!

Mabel no estaba segura de por qué se veía tan aterrorizado. Claro, Bill era un demonio, pero parecía un tipo normal.

Pero sin que ella lo supiera, Gideon vió más que eso. El corazón se le subió a la garganta mientras observaba la oscura forma amalgamada de pie al otro lado de la habitación. Un gran y siniestro ojo rojo miraba desde las sombras mientras varios pares de brazos como zarcillos cubrían la habitación. Además, una lengua negra con forma de serpiente salió de detrás de varias filas de dientes afilados que se estiraron en una sonrisa amenazadora mientras el horror sobrenatural lo miraba intensamente.

Esto estaba mucho más allá de su nivel de pago, ¡y pensó que Mabel había inventado todo como una excusa para salir con él!

Mientras tanto, Mabel miraba a su compañero de clase con preocupación mientras comenzaba a acercarse a él. Se veía mal.

—Gideon, ¿estás bien?

De repente, el niño gritó malditamente asustado, se puso de pie de un salto y prácticamente salió volando del apartamento. La puerta principal chocó contra la pared con un estruendoso golpe y Mabel se preguntó si realmente la había roto con la fuerza con la que la abrió.

—¿Qué demonios? —preguntó, desconcertada. Miró hacia atrás, hacia Bill, quién miraba al chico con alegría. Como si sintiera su mirada sobre él, miró en su dirección e inclinó la cabeza.

—¿Sí?

Ella entrecerró los ojos, caminando hacia él y empujando al demonio en el pecho.

—¿Qué le hiciste?

—Yo no le hice nada —respondió fácilmente—. Es verdad —insistió él cuando ella le dirigió una mirada de incredulidad—. No es mi culpa que él más que otros esté más en sintonía con lo sobrenatural y que pueda ver ciertas cosas que para cualquier persona normal estarían fuera de su vista. Hay una razón por la que mantengo oculta mi verdadera forma.

Mabel lo miró con desconfianza

—Enséñamela.

—¿Hmm?

Ella se cruzó de brazos.

—Muéstrame tu verdadera forma, quiero verla.

La sonrisa de Bill se desvaneció.

—No.

—Consideraré hacer un trato si lo haces.

Él se burló.

—Eres una terrible mentirosa —entrecerrando los ojos, dió un paso para mirarla con lascivia.

Parte de la bravuconería en su expresión vaciló cuando él se cernió sobre su cuerpo y ella resistió la tentación de retroceder.

—Estoy aquí para encantarte, no para asustarte —explicó, colocando un mechón de cabello suelto detrás de su oreja. Ella se tensó cuando sus dedos rozaron su piel—. Al fin y al cabo, se cazan más moscas con miel que con vinagre.

Mabel quería decir algo, pero se encontró clavada en el lugar debajo de sus ojos penetrantes.

—Pero... —continuó, oscureciendo su mirada—. No soy conocido por mi paciencia indefinida. El tarro de miel está muy cerca de agotarse en nuestra relación, estrella fugaz. Y cuando eso suceda, descubrirás lo aterrador que puedo ser.

Continuó mirándolo con los ojos muy abiertos y, por primera vez desde que conoció al demonio, sintió una sensación de temor atrapándola. Bill mantuvo su expresión estoica unos minutos más antes de que se derritiera, sus labios se curvaron en una sonrisa encantadora y su mirada se suavizó cuando dió un paso atrás. Pero ahora no importaba, él le había dado un vistazo de lo que había debajo de esa fachada y ahora sabía que todo era mentira.

—Si yo fuera tú, reconsideraría mi oferta —dijo, pasando junto a ella para irse—. Mis términos actuales solo estarán disponibles por un tiempo limitado, a partir de entonces descubrirás que no se te proporcionarán condiciones tan generosas.

Él la dejó y Mabel se quedó sola.

Y ella estaba asustada.

Tarro De MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora