Capítulo 11

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Una noche, regresaba de una fiesta en la casa de su amiga mayor, Wendy, a quien conocía de cuando era más joven. La chica vivía a una hora de distancia, por lo que fue un poco como un viaje de regreso, pero aparentemente Bill decidió quedarse con ella a mitad de camino.

Desafortunadamente, su aparición repentina le provocó casi un ataque al corazón y casi le valió un segundo accidente automovilístico en el lapso de cuatro meses.

—No voy a salvarte de un accidente automovilístico por segunda vez —le advirtió cuando ella finalmente recuperó el volante—. Presta atención.

Mabel suspiró profundamente, calmando los latidos de su corazón.

—Entendido.

Él tarareó, recostándose en su asiento mientras conducían por la ciudad. El silencio era bastante contenido pero aun así Mabel decidió interrumpirlo después de varios minutos.

—Entonces, ¿cuándo exactamente se acaba el tarro de miel?

—¿Hmm?

—Hace unos meses con lo de Gideon, me lo advertiste —respondió ella—. Todavía estoy esperando que te vuelvas malvado conmigo. Casi me tuviste con la broma de las fotos, que por cierto no fue nada graciosa, fue un movimiento realmente idiota.

Bill se burló, mirando por la ventana.

—Como si fuera a decírtelo, eso estropearía la sorpresa.

Para empezar, no debería haber esperado sacar nada claro de él.

Puso los ojos en blanco y siguió conduciendo en silencio, con solo la radio como ruido de fondo. Deben haber pasado quince minutos cuando habló esta vez.

—¿No hay nada que quieras?

—¿Hmm?

Él la miró seriamente.

—Cada ser humano tiene algo por lo que vendería su alma. Incluso tú.

Mabel agarró el volante con más fuerza.

—Así es —admitió tímidamente, recostándose en su silla.

Mabel no lo dijo en voz alta, pero si Bill hubiera aparecido hace un par de años, probablemente se habría dejado llevar por la tentación de hacer un trato con él. Pero ella y Dipper se habían topado con lo sobrenatural en más de una ocasión y algunas veces lo habían experimentado demasiado cerca. Por eso los gemelos se habían hecho varias promesas antes de separarse. La castaña estaba decidida a cumplir su promesa.

Realmente solo había una cosa que la haría romperla.

—Vamos, ¿qué es? Te salvé la vida, me lo debes. Obviamente te has resistido hasta ahora, así que, ¿qué hay de malo en decírmelo ahora? —Bill continuó.

Probablemente mucho, después de todo era un demonio.

Pero Mabel le dijo de todos modos.

—Mi hermano —respondió ella, y vió la sorpresa en su rostro cuando lo admitió—. Si le pasara algo, yo... no sé lo que haría —tragó. Mabel haría cualquier cosa por él. Incluso ir en contra de su promesa y vender su alma para salvarlo.

Bill frunció el ceño ante eso.

—Hmm... Así que todo lo que tendría que hacer es amenazarlo y me entregarías tu alma como si fuera un trozo de pastel.

—Sí —contestó seria. Cuando llegaron a un semáforo, ella se volteó para mirarlo—. Pero dijiste que no haces las cosas de esa manera.

Bill se cruzó de brazos.

—Supongo que dije eso, ¿eh? —él le lanzó una mirada, una sonrisa astuta en su lugar—. Es por eso que estás de acuerdo con decirme esto. Bien jugado, pequeña.

De hecho, estaba diciendo todo esto con la esperanza de que él se mantuviera fiel a su palabra cuando le aseguró que no dañaría a su familia y amigos para atacarla.

Qué estúpido poner su fe en un demonio.

—Entonces, ¿ahora qué? —preguntó mientras volvía a poner el auto en marcha.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, no voy a darte mi alma a menos que Dipper esté en peligro. Y dijiste que no lo lastimarías intencionalmente para forzar mi mano, así que a menos que mi hermano tenga un accidente fortuito, no pasará nada.

—Tu hermano es un maldito exorcista —respondió Bill—. Correrá peligro muchas veces.

—¿Y estás bien esperando eso?

El demonio se quedó en silencio.

Finalmente, habló en un suave susurro.

—Para entonces ya se habrá terminado para ustedes.

—¿Qué? —Mabel frunció el ceño ante su respuesta. Cuando él no dijo nada y ella estuvo segura de que nada se interponía en su camino, miró a un lado—. ¿Bill?

Pero se había ido.

Mabel miró su asiento vacío por un momento antes de volver su atención a la carretera, apretando aún más el volante.

¿Qué quiso decir con eso?

Tarro De MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora