Capítulo 03

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Unos días después, Mabel se encontró caminando por su apartamento con una hierba ardiente de salvia mientras bombardeaba el lugar con ese olor por completo de arriba a abajo. Ugh, ella odiaba este olor. Era como una funeraria. Se cubrió la boca y la nariz con la manga de su suéter mientras caminaba por el perímetro de su sala de estar.

—Demonios, ¿quién murió aquí?

Mabel miró al otro lado de la habitación ante la voz, sus ojos se posaron en el caballero rubio que estaba de pie, tan claro como el día en su apartamento mientras el humo flotaba alrededor de él, sin provocarle algún efecto.

¡¿Qué?!

—¡No, no se supone que puedas entrar aquí! —gritó ella, dejando caer el brazo de su rostro para lanzarle una mirada. Un momento después, la chica se arrepintió de sus acciones, comenzando a toser por el hedor y rápidamente se tapó la cara.

—¿Hmm?—Bill observó su farfullante acto antes de notar la hierba ardiente en sus manos—. Ah, ¿es eso salvia? Siento informarte, pero hará falta hacer mucho más que eso para deshacerte de un demonio de mi calibre.

Ella le frunció el ceño desde detrás de sus mangas.

—Desafío aceptado.

• • •

La próxima vez que él pasó por allí, se estremeció cuando le arrojaron algo a la cara. Se las arregló para evitarlo con sus habilidades, girando en el acto para mirar un crucifijo que yacía en el suelo detrás de él.

Suspiró exasperado.

—¿En serio? —arrastró rotundamente las palabras.

El demonio miró hacia atrás solo para encontrar a la castaña parada directamente frente a él, con una mirada intensa mientras empujaba otro crucifijo en su rostro junto a una Biblia.

—¡El poder de Cristo te obligará!

Bill parpadeó hacia ella.

—¿Me obligará a hacer qué?

La determinación en su mirada vaciló.

—Uh, ¿te obligará a... irte?

Él sonrió mientras se inclinaba para que estuvieran cara a cara, inclinándose para tocar el crucifijo. Se partió en dos fácilmente con su simple toque.

—No es una buena estrategia, chica.

Ella parpadeó sorprendida ante el artefacto roto antes de que él sonriera cálidamente y le tendiera un paquete de papeles una vez más.

—Entonces, sobre ese contrato...

—¡Agh! —ella golpeó los papeles de su mano, causando que formaran un tornado alrededor de la pareja antes de caer al suelo. Mabel giró sobre sus talones mientras se retiraba a su habitación enojada.

—¿Supongo que eso es un "no"? —la llamó despreocupadamente, sus ojos arrugándose de alegría por lo divertido que era molestarla. Aliviaba un poco su frustración ante sus constantes negativas.

—¡Vete al infierno!

Tarro De MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora