Alone With You

233 43 11
                                    

—¿Speedwagon?

—Así es, el entrometido Speedwagon.— Dijo con un guiño.— Un placer conocerte, Dio.

Hay algo extraño en escuchar por primera vez el nombre de la persona que ha estando acompañándome durante estos años, en especial cuando suena tan familiar, y tan desconocido a la vez.

Estuvo desde el día en el que volví a lo que, según decían, era nuestro hogar, aunque nunca lo hubiera sentido así. Sus visitas eran pocas al principio, y podían pasar semanas sin verlo. Aún cuando lo veía, no hablábamos y simplemente se dedicaba a observarme, parecía siempre a punto de decir algo, pero nunca lo hacía.

También noté que Jonathan no le dirige la palabra, eso me lleva a pensar que tal vez nunca fueron muy cercanos. O que es culpa mía.

Con el tiempo sus visitas fueron cada vez más frecuentes, al punto de que ahora pasábamos tiempo juntos todos los días. Comenzó a hacer notar su presencia un poco más, a decir lo que pensaba, y un día, comenzó a sonreír.

Hoy, dos años después, me doy cuenta de que tal vez no estoy tan solo como pensaba, ahora que ese rostro tiene nombre.
El tiempo vuela pensando en todo lo que pasó, y ya es hora de volver.

—Y... Algo me dice que no has escuchado una palabra de lo que he dicho.— Ríe con su acostumbrada calidez.

—¿Qué? No, claro que estaba escuchando, sólo me distraje un momento.— Contesté apresuradamente.

—Wow, tranquilo, no entendí ni una palabra.— Dice revolviendo mi cabello.— Como sea, ya está oscuro, deberíamos volver.

—Sí... Vamos.— Siempre me pone algo nervioso regresar.

Continuamos en silencio por las pocas cuadras que nos faltaban, aquellas que, a pesar de mi mala memoria, conocía a la perfección.

Al llegar a la puerta, me volteé a ver a Speedwagon, esperando a que pasara primero. Pero él ya se encontraba unos cuantos pasos atrás, despidiéndose con un gesto de la mano.
Lo vi girar en una esquina, y quise ir tras él, pero por alguna razón tengo el sentimiento de que no lo encontraré ahí.

—¿Jojo? —Encendí la luz y me sorprendí al verlo de pie frente a mi.

—¿Dónde estabas? —Contestó con una expresión seria, de brazos cruzados.

—Salí con Speedwagon.— Su rostro palideció.

—Por supuesto.— Dijo recuperando su tono firme.— ¿Qué no tienes a nadie más? ¿O piensas seguir en tu propio mundo?

Hubo una pausa, cuestioné mi respuesta una y otra vez, hasta que conseguí el valor para decirlo.

—Solía tenerlo.— Pasé por su lado esquivándolo. Cuando estaba subiendo hacia la habitación, escuché su voz.

—También yo.— Dijo volteando a verme.

Sólo fui capaz de mantener la mirada durante unos pocos segundos, que parecían horas, antes de salir corriendo.

No sé qué fue lo que me dió un sentimiento de culpa tan grande que parecía que iba a salirse de mi pecho. Después de todo, ¿no fue él quien se alejó? Lo necesitaba más que nunca, y no estuvo ahí. Si alguien merece algún mérito en mi vida, sería Speedwagon.

Aún así lo extraño, no puedo hacer otra cosa que pensar qué fue lo que salió tan mal. No puedo comer, no puedo dormir, a veces no puedo ni respirar. Necesito volver a ser el de antes, sostenerlo en mis brazos y ver su sonrisa.

Desearía salir de aquí y dejar de actuar como un niño asustado, pero parece imposible. Tan inalcanzable como el Jonathan que recuerdo, sólo me queda esperar que siga ahí, escondido, esperando una señal para volver.
Y sólo me queda pensar que la señal está en mí, esperando ser descubierta.

Inferno © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora