Remember Me

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Desperté a altas horas de la madrugada temblando del frío, recorrí la habitación con la vista confirmando que no había nadie ahí, como sucedía la mayor parte del tiempo.

Me levanté a cerrar la ventana y volví a acostarme, ya sin sueño. Comencé a pensar en todo lo que había pasado desde el momento en el que perdí la memoria, especialmente en ese día.

-¿Dónde estoy? -Pregunté apenas logré abrir mis ojos, observando al hombre de cabello azul a mi lado, se veía preocupado y algo cansado. Mi voz sonaba casi como un susurro y había cables por todas partes conectando mi cuerpo a una máquina.

Su expresión cambió completamente, soltó mi mano y sin decir una palabra salió de la habitación.

A los pocos segundos comenzó a entrar una multitud de hombres y mujeres vestidos de blanco, la mayoría observaba mientras unos cuantos me bombardeaban con preguntas y apuntaban luces directamente hacia mis ojos.

-¿Puedes decirnos tu nombre? -Preguntó un hombre sin despegar la vista de su libreta.

-Dio... -Dije con algo de dificultad, intentando apartar mi vista de aquellas molestas luces.- Dio Brando.

-Muy bien.- Una mujer contestó con una sonrisa.- El muchacho de cabello azul que estaba a tu lado, ¿Sabes quién es?

-¿Jonathan? Claro que sé quien es.- Respondí de mala manera, ya comenzaban a irritarme las luces, los pequeños golpes en mis brazos y rodillas, y las preguntas que no cesaban.

-Excelente.- Continuó.- ¿Sabes qué relación tienen?

Hubo una pausa... ¿Relación?
Empecé a darme cuenta de que no podía pensar en una respuesta, y no era lo único que no conseguía recordar.

-Somos amigos.- Contesté impulsivamente al ver que el primer hombre comenzaba a escribir en su libreta. Una tercera mujer, bastante más joven que el resto, apoyó su mano sobre mi hombro, a lo que di un pequeño salto, alejándola de inmediato.

-Jonathan es tu compañero de piso, y tu prometido.- Explicó inocentemente, ganando unas cuantas miradas de desaprobación de parte de sus compañeros.

-Eso debía contestarlo él.- Habló otra voz lejana.- Como sea, ¿Qué es lo que sabes acerca de...?- Nombran a otra persona, pero suena como si hablaran bajo el agua. Su rostro invade mi mente, cada detalle, el traje que usaba cuando niño y sus ojos azules.

Sin pensarlo, me libero de los cables y rápidamente me abro paso entre la multitud como si estuvieran hechos de papel, en busca de Jonathan. Lo veo en la sala de espera, y aún sin hablar toma mi mano, escapando de ese extraño lugar. Aquella fue la última vez que sentí de su parte algo remotamente parecido al amor del que tanto hablaban.

No me había dado cuenta de que estaba llorando, me sequé las lágrimas y me di vuelta mirando hacia la ventana, ya es de día. Cerré los ojos y a los pocos minutos escuché la puerta abrirse, me giré esperando ver a Jonathan, pero no era él. De pie en la puerta estaba el hombre que había estado conmigo el día anterior, con una bandeja en sus manos.

-Dio, ya despertaste.- Me sonrió con calidez.- ¿Estás bien?

-Sí, solo desperté temprano, y no pude volver a dormir.

-Te traje el desayuno, ¿Quieres?

-Gracias.- Me senté en la cama recibiendo la bandeja. No tengo hambre, pero es un lindo gesto de su parte, y no puedo rechazarlo.- ¿Te quedaste aquí toda la noche?

-Sí, dormí en el sofá, no te preocupes.- Soltó una risa suave.- Jojo no vino anoche, así que decidí quedarme por si necesitabas algo.

-No tenías que hacerlo... Gracias, de verdad.- Le sonreí y comenzamos a desayunar.

Aunque no pudiera recordarlo, le tengo cariño, estoy muy agradecido por todo lo que hizo por mí, aunque discutieramos y a veces yo fuera un idiota, nunca dijo nada hiriente, y sobre todo, nunca me dejó solo.

Luego de terminar el desayuno, sugirió que fuéramos a caminar para distraerme. Tomé una ducha rápida, y cuando salí él esperaba en las escaleras de la entrada, me alcanzó un abrigo y salimos a recorrer una vez más aquel lugar que conozco como a la palma de mi mano.

Nos detuvimos a comprar un café, íbamos hablando, riéndonos, la estaba pasando realmente bien. Cuando nos dirigíamos de vuelta a casa lo noté algo pensativo, así que me detuve frente a él, esperando a que hablara.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -Dijo finalmente, y asentí para que continuara.

-Tú... No me recuerdas, ¿Verdad? -Me sorprendió con esa pregunta, pensé que lo había ocultado bien.

-Por supuesto que sí.- Mentí, pero mi voz temblorosa me delató.

-No te preocupes, lo entiendo.- Soltó una pequeña risa y me extendió la mano.- Me presento entonces. Mi nombre es Speedwagon.

Sus palabras resonaron en mi cabeza. Speedwagon. Me suena muy familiar, demasiado, pero sigo sin saber con exactitud quién es. Lo miré atentamente, intentando encontrar su rostro en algún rincón de mi memoria.

-¿Speedwagon?

Inferno © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora