Parte 51| 2part.

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Muerdo mis uñas sintiendo el nerviosismo en todo mi sistema. Se de ante mano, que después de esta noche mi vida y de todos los que me rodean cambiará de una u otra  forma.

En ese quirófano pueden suceder dos cosas, el nacimiento de dos persona, y la muerte de una. La muerte, claramente será mía.

Hablé con el doctor después de hablar con Louis. Me dijo que es muy probable que mi corazón se detenga justo cuando tenga la anestesia en mi cuerpo, y que ellos actuarán de inmediato para poder sacar de mi a los gemelos. Claramente le pedí que no habla de esto con nadie. Ni mucho menos con mi padre y Abraham. Se que el doctor tiene que mantenerle informado de todo a mi padre, pero soy mayor de edad. Por lo tanto, decido quien se entera y quien no.

También le pedí que no dejará entrar a Abraham durante el parto. No quiero que la última imagen que tenga de el sea llorando, con la mirada triste y sin ese brillo. Quiero recordarlo tal y como lo ví hace unas horas, parado sobre el altar sonriendo de una manera inexplicable. Con ese brillo en sus ojos café y ese nerviosismo tan tentador.

Sólo quiero recordar cuando el me sonreía sólo a mi de esa manera.

—Te prometo que regresaremos los cuatro juntos a nuestra casa. Y que sin importar nada, sin importar que pase. Te amaré por el resto de mi vida. Hice unos votos de amor, de los cuales pienso cumplir hasta el último aliento. —Me dice Abraham después de aparcar en el estacionamiento del hospital. Su dedo indice recorre cada centímetro de mi rostro totalmente libre de maquillaje. Su dedo se detiene en mis labios, los cuales acaricia de una manera cariñosa y con suavidad.

—Tengo tanto miedo —susurro conteniendo las inmensas ganas de llorar

—No tienes porque tener miedo preciosa. Yo estoy aquí contigo, y lo estaré siempre.

Siempre —susurro de vuelta.

El toma mi mano acariciandola con la yema de sus dedos. Se la lleva a la boca para depositar un suave beso en el dorso de mi mano.

—Te amo, Abraham —Le digo ahora acariciando su mejilla.

—Te amo tanto, mi vida. —dice y me besa en mi frente. Su mano suelta la mía, para tomar lugar en mi mejilla. Esta la acaricia con la misma suavidad y dulzura que con mi mano. Su rostro se acerca al mío y deposita un beso. Un beso que dice más que mil palabras. Sus caricias dicen más que mil sentimientos. Y su mirada refleja amor, pero a la vez preocupación.

—Tranquilo, ¿Si?  —No me lo dice, pero se que lo sabe. Se que se da cuenta de lo riesgozo que es todo esto. Y que después de esta noche, el ya no pueda verme despierta.

—Pídeme algo mas fácil

(...)

—Bien samantha. Tu padre acaba de llamarme para decir que viene para acá y que no tarda mucho. Por lo que escuché, vienen tambien todos tus amigos

—Estoy segura que se quedarán aquí a dormir si es necesario.

—Tienes una gran familia, Sam. Lucha por ellos.

—Lo haré doctor. —afirmo. Y el sale por la puerta

Ahora ya estoy en la habitación que me asignarón, en unos minutos iré a quirófano para iniciar el parto. Debo decir que ahora estoy menos nerviosa que desde que llegue. Esa platica con Abraham me sirvió de mucho. Me dio sus palabras de aliento que sin duda me hacía falta escuchar. Y me dío su apoyo incondicional como siempre.

Observo la habitación porque no me queda nada más que hacer. El doctor se está tardando mucho, es eso, o enserio estoy demasiado nerviosa. Unos golpes en la puerta me sacan de mi transe, y ruego porque sea alguien de mi familia.

Solo no me dejes cariño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora