3. Mater

238 37 9
                                    


Estaba absolutamente silencioso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba absolutamente silencioso. Uno hubiera supuesto que tal gigante fuese más ruidoso, pues poseía el sonar más potente del mundo marino. Pero justo ahora, se movía con ligereza en el agua.

De piel lisa, aunque arrugada como una pasa; aletas posteriores triangulares, muy gruesas; sin dorsal, pero sí una serie de crestas cerca de la cola; con cabeza tres veces más grande que su cuerpo, un cachalote, la ballena dentada más grande que existe, descendía a lo más profundo de la zona batial, a casi tres kilómetros de profundidad.

La temperatura bajaba, sus pulmones se acoplaban. El color perdía su naturaleza mientras el animal se adentraba hacia la oscuridad, como un cometa de estela burbujeante y tranquila.

Al llegar a su zona de caza, liberó un sonido tan potente como el rugir de un volcán, pero tan claro y directo como una dulce voz. Ecolocación. No necesitaba visión, los receptores del animal hacían su trabajo, dibujando un mapeado mental.

Permaneció inmóvil por unos momentos, aplastada por la inmensa presión oceánica. Escuchaba, sentía, esperaba. Sus músculos se tensaron al percibir una anomalía retórica. ¡Un movimiento!

Dos tentáculos espinosos la envolvieron por completo, hiriéndola. Le estrujaban, arrastrándola hacia el fondo. Sin embargo, estaba preparada. Giró su cuerpo con gran potencia, usando las casi quince toneladas de peso que este le confería. Su oponente no fue rival. Un calamar gigante fue sacudido con fuerza, hasta ser alcanzado por las fauces del gran titán.

Fueron unos minutos de forcejeo, pero el octópodo por fin cedió ante las poderosas mandíbulas de la depredadora. Satisfecha, estaba a punto de subir para llevar alimento a sus compañeras, cuando escuchó algo. Estaba hablando, produciendo un sonido que la embelesaba, llamándola.

Se detuvo, curiosa, sin soltar el trofeo que había capturado. Prestó atención, y nadó hasta encontrar una criatura pequeña e indefensa, sumida en el llanto lastimero de un ser condenado a la muerte. Un niño tritón, aterrado, pero agradecido de estar vivo, parecía estar sufriendo un dolor tardío, extenso y universal; el dolor del miedo y la soledad. Conmovida por la escena, el cachalote envolvió al ser de cola de pez y torso humano en su seno, dispuesta a llevarlo con ella.

En el mundo animal no importa la apariencia, o procedencia. Lo que importa es la base de la estructura social que conforma los pilares de la supervivencia. La unidad, la empatía y la solidaridad. El amor de una madre no tiene especie, no tiene idioma ni comparación. Es incondicional, instintivo, primitivo, real. Una cría perdida y una madre solitaria conforman el complemento ideal. Aeternum sólo se dejaba llevar, cansado, acarreado hacia un mundo nuevo, inocente e ignorante del peso del destino que aguardaba por él.

¿El viento marino llevó las plegarias a través del mar? Quizás sea algo que nunca nadie sabrá.

¿El viento marino llevó las plegarias a través del mar? Quizás sea algo que nunca nadie sabrá

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El AtlanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora