10. Regem

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La criaturas de dos piernas dejaron la embarcación en la playa, habían guiado a Aeternum a la orilla

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La criaturas de dos piernas dejaron la embarcación en la playa, habían guiado a Aeternum a la orilla. La mitad superior del tritón emergía del agua, lucía altivo, sereno, curioso. No hablaba, no sabía hacerlo, pero escuchaba muy atento los sonidos de asombro que emitían los terrestres. Hembras y machos, podía distinguirlos por la ropa y la vestimenta.

«Theos».

«Posidón».

Aeternum no entendía los sonidos que esas criaturas hacían, pero estaba decidido a encontrar respuestas. Se preguntaba por qué, por qué era tan parecido a esos seres, y a la vez tan diferente.

Los humanos observaban embelesados al tritón, quien, a su vez, miraba maravillado a las criaturas de la tierra. Ninguno decía nada, ninguno hacía nada. Y entonces, de un momento a otro, un gran destello iluminó el cielo.

Todos levantaron la mirada, incluido Aeternum. La luz era tan fuerte, que impedía distinguir directamente su procedencia.

Los humanos fueron cayendo, de uno a uno, en un sueño profundo. El gran destello que opacaba el sol, le causaba una inquietud inexplicable al tritón. Su corazón se agitaba, la emoción lo invadía.

Una presencia descendía de los cielos, despacio, constante. Un humano se posó sobre la arena, o al menos eso parecía, porque no era igual al resto de los que ahora yacían dormidos sobre la playa. Era un macho, un hombre.

«Hijo de Aedoros».

Aeternum se llevó una mano a la cabeza, sobresaltado. Había escuchado una voz directo en su cabeza.

«¿Hablas la lengua del mar?», respondió Aeternum, como un acto reflejo en el pensamiento.

El ser que descendió de los cielos miró al tritón con una sonrisa paternal, y extendió ambos brazos a manera de bienvenida.

«No soy yo el que habla la lengua del mar, eres tú quien entiende la voz de la energía», explicó el desconocido.

Todavía sorprendido, Aeternum se llevó una mano al pecho. Lo sentía, ahí, en su interior, una conexión mística con ese extraño ser.

«¿Quién eres?», preguntó.

El hombre se acercó al mar, sumergiendo los pies en el agua. La luz que lo precedía había dejado de brillar, pero ahora un aura dorada lo envolvía.

«Soy como tú, y tú eres como yo. Somos energía, somos el éter que brinda equilibrio a la vida misma».

Una expresión de clara consternación se marcó en el rostro del joven, hijo del mar.

«He venido por respuestas, no por incertidumbre», declaró Aeternum. «Conoces a mi padre, Aedoros, ¿sabes qué pasó con él?».

El hombre se paró frente a Aeternum. El nivel del agua sumergía la parte inferior de su cuerpo, y ahí, uno frente a otro, con el manto azulado cubriendo sus diferencias, se miraron como iguales.

«Syndra, era el nombre de la tierra, antes de todo. Algunos seguimos el camino de la tierra, pero otros quisieron ir por el mar. Aedoros fue un hermano ambicioso, buscó más poder del que podía controlar. Nosotros, los Reyes de la Tierra, creímos que todo se había perdido después de aquella catástrofe. Dime, ¿cómo he de llamarte? La esperanza de los tuyos, vive en ti».

El joven tritón comenzaba a comprender poco a poco, a entrelazar las memorias y los sueños. No era necesario pedir explicaciones a ese hombre, porque podía sentirlo en su interior. Podía sentir la energía de la que hablaba, el equilibrio. Las olas del mar respondían a su voluntad, y las criaturas marinas lo respetaban. En tierra se sentía diferente, pesado y triste.Todo ese tiempo había estado buscando una respuesta que ya tenía desde hace mucho.

«Mi nombre es Aeternum, mas no soy hijo de Aedoros».

«Dime entonces, Aeternum, ¿de dónde viene tu sangre?».

El tritón cerró los ojos y sumergió las manos en el agua. La calidez de las tenues corrientes le reconfortaba. La brisa del exterior le traía paz. A lo lejos, podía sentir las vibraciones de la vida, en las profundidades. El aire a su nariz traía vida, y la arena armonía a sus aletas.

«Mi madre es la vida, mi padre es el mar. Ahora sé de dónde vengo, pero no hacia donde voy. Enséñame, por favor».

Una sonrisa se dibujó en el rostro del ser terrestre.

«Ven conmigo, joven tritón. Te enseñaremos todo, para que puedas volver a la mar y levantar de nuevo tu especie, como el digno y único Rey del Mar».

El hombre extendió sus manos hacia Aeternum, invitándolo al contacto. El tritón aceptó la oferta y, en el momento en entrelazaron palmas, la misma luz de antes destelló con intensidad. Aeternum y el desconocido desaparecieron sin dejar rastro.

Nadie volvió a saber nada de ellos, sin embargo, las leyendas cuentan que aquel día, dos dioses aparecieron en la costa del mar. Se dice que el Dios de los Cielos se llevó al Rey del Mar. El océano se estremeció con tristeza durante las siguientes décadas, hasta que, en algún momento, la calma volvió a reinar. Los sabios aseguran que se debió al regreso del verdadero hijo del mar, quien había vuelto para reinar sobre las sirenas, listo para reconstruir una civilización que alguna vez sucumbió ante el peso de sus propios descubrimientos.

A día de hoy, todavía hay marineros que aseguran escuchar el canto de las sirenas, o divisar colas de tritones en altamar. Las notas de desafortunados naufragios describen increíbles ciudades submarinas, hallazgos imposibles de encontrar. Los más entendidos dicen que el océano vive, y el oleaje es su respiración. Sin embargo, quienes han escuchado esta historia lo saben mejor que nadie.

Aeternum, hijo de la vida y el mar, ahora ocupa el trono de la Atlántida como guardián de los secretos, dador de equilibrio y guerrero de paz.

Al fin llegó la parte final de este pequeño corto de 10 capítulos, fue un poco complicado llevarlo a cabo debido a que inició como parte de un reto de Wattpad que lamentablemente no superó las pruebas para llegar al final

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Al fin llegó la parte final de este pequeño corto de 10 capítulos, fue un poco complicado llevarlo a cabo debido a que inició como parte de un reto de Wattpad que lamentablemente no superó las pruebas para llegar al final. Espero que, a pesar de la tardanza, hayan disfrutado con la travesía de Aeternum ^^.

Muchas gracias a todos aquellos que han esperado con paciencia los capítulos de "El Atlante", también gracias por los comentarios que dejan, y su presencia constante. Gracias a ustedes este pasaje pudo llegar a su fin.

¡Hasta la próxima!


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