•Proteger

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Capítulo 07

Sexto mes.

Una nueva empleada lograron conseguir en las últimas semanas. Con experiencia y buenas recomendaciones. Trabajaría por tiempo completo y se alojaría a un cuarto para la servidumbre ahí mismo al igual que Marcos. Una Beta de 30 años, Cloe Patricia. Cabellos rubios amarrados en un chongo y ojos azules, poco maquillaje. Ella y Marcos se encargarían de la limpieza y la despensa. Aparte de que al final—y con mucho esfuerzo— consiguieron —en realidad Marcos y Dipper— que Rick volviera a su trabajo de traer los alimentos y productos de limpieza una vez a la semana. Obvio por seguridad— y por qué Bill no lo quería dentro de la casa— solo estaría hasta la entrada mientras que Cloe pasaba todas las compras a su respectivo lugar. Y la paga se la daba Marcos para así no tener algún contacto cercano con el Omega. Bill había sido muy específico y posesivo en que quería el Beta pelirrojo a 5 metros de su esposo.

Dipper terminaba de ver un maratón de una de sus novelas favoritas. Ahora solo quería ir a la recámara pero le daba flojera tener que pararse, subir las escaleras hasta llegar a la habitación. Pero al ver al rubio acercársele para darle mimos sonrió con malicia. Decidido a pedirle a su esposo Alfa que lo ayudase.

—Bill.

—¿Sí amor?

—¿Podrías cargarme hasta nuestra habitación? Estoy muy cansado y me costará un poco subir las escaleras.— pidió con una dulzura y amabilidad que le fue imposible el resistirse.

—Claro bonito.

El Cipher con cuidado tomó al Pines acomodando lo entre sus fuertes brazos, acurrucandolo en su pecho. Dipper sonrió rodeando su cuello, encantado y seguro entre los fuertes brazos de su Alfa con aquel aroma que lo tranquilizaba y a sus cachorros aún no nacidos.

Bill empezó a subir las escaleras, ya en el pasillo y a unos metros de llegar a la recámara de los dos, el sonido de un gas químico oloroso se hizo presente.

—JAJAJAJAJAJAJA.— empezó a carcajearse el Omega. Bill lo miró extrañado y un poco sorprendido.

—Eso fue...¿Un pedo?— cuestionó curioso, aunque más bien parecía una metralleta.

—¡Te hechaste un pedo!— culpó Dipper entre más risas y por cada carcajada otro pedo salía.

—¡No es cierto!¡Tú andas de pedorro! Eres un Dipper pedorro.— Bill lo llevo hasta la cama acostando lo.— Oye, ¿Pues que comiste?

—Creo que tamalitos.  Pero que conste mis gases huelen a flores.— dijo con presunción y una pose de diva. Sin vergüenza alguna de compartir ese tipo de intimidad con su pareja.

—Yo que tú no me río tanto, no vaya hacer que te salga con caldo de tanto reír.— le dijo "serio" quedando frente suyo.

—¡Bill!— exclamó el castaño ruborizado, frunciendo el ceño. El nombrado sonrió divertido.

—Jajaja, ahora quién ríe.

Cloe quien pasaba cerca de los pasillos para acomodar unas cosas escuchó la escena entre sus amos, pareciendole una pareja feliz y amorosa. Por lo que le habían informado, el Omega castaño esperaba cachorros —aunque de por sí ya era obvio por su muy notable pansa y antojos—, por lo que también debía estar pendiente de cualquier malestar o dificultad que podría tener el Pines. A pesar de tener mucho trabajo —quizas no más qué el mayordomo— no se quejaba pues la paga valía mucho la pena. Obviamente ella no sabía nada de la historia oculta en la mansión. Después de todo es extranjera.

Casi siempre veía a sus amos en la mansión, rara vez Bill salía para alguna cosa relacionada a los negocios y empresas de sus difuntos padres. Mayormente el que se encargaba de ello es Marcos.

"Kairosclerosis" •BillDip2018 •Editada2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora