Querido Siri:
Hoy día 3 de septiembre de 2018, lo recordaré por haber conocido a la chica más maravillosa del mundo. Me levante como todos los días, baje abajo e hice el desayuno para todos. Me fui a vestir y me fui andando al colegio. Como siempre todas las chicas se abalanzaron sobre mi, odiaba ser el más popular, prefería ser un chico raro y que todo el mundo pasara de mí. Por suerte para mi el timbre sonó y todas se fueron a su clase, cuando llegue a clase me senté en mi sitio.
- Hola a todos, este año voy a ser vuestro tutor.
Mierda, era el mejor amigo de mi padre y me odia tanto como ellos.
- Hombre señor Garcia
- Hola
- ¡Como que hola, pero tú no eres nada respetuoso, no te aguanto más te vas a largar de esta clase!- Me grito
Ya estaba acostumbrado a que me gritaran por todo lo que hacía, así que no dije nada y me fui a la clase de al lado.
- Una cosa, tienes que estar atento de una chica llamada Amaia, es nueva.
- Esta bien, señor
Llamamos a la puerta y nos abrieron, me fui fijando en las chicas, hasta que vi a una que no conocía. Era guapísima, me fui a sentar con ella y me sonrió, era una sonrisa preciosa. Nos presentamos y la profesora empezó a explicar algunas cosas. Cuando acabaron las tres primeras clases, sonó el timbre para ir al recreo quería con Amaia pero todas las chicas se me abalanzaron. Y me empezaron a decir comentarios bastante pervertidos "me encantaría follarte", "Alfred, me pones cachonda". Cuando pude salir de allí, lo hice corriendo pero encontré una situación un poco incómoda, Ricky el chico más asqueroso de todo el colegio que solo piensa en follar con las chicas, como si fueran objetos, estaba manoseando a Amaia y ella muy incómoda, algo en mi me dijo que fuera y la alabara y eso hice. Llegue allí y le grite a Ricky, hasta que se apartó de Amaia pero por desgracia me pego un puñetazo. Caí al suelo, empece a sangrar y estaba muy mareado, vi como Amaia estaba paralizada, pobrecita lo habrá pasado muy mal.
- Alfred ¿estas bien?- era una voz muy dulce pero a la vez tenía preocupación.
Yo simplemente asentí, ella me propuso que fueron al hospital, más que proponer me obligó a ir al hospital.
- Vamos Alfred, voy a llamar a mi hermano.
- Vale
Ella llamo a su hermano para que viniera a buscarnos y luego vino a hacia mi, y se preocupó por mi.
- Alfred ¿seguro que estas bien?
- Si enserio no te tienes que preocupar por mi.
- Pues claro que si, mírate Alfred sangrando y te podrías a ver muerto y lo has hecho por salvarme a mí de esa situación.
- Ricky es un asqueroso, pero importante es que tú estés bien.
- Gracias Alfred, jo no se como te lo voy a agradecer.
- Hola Amaia ¿nos vamos?- dijo un chico un poco más mayor que nosotros, supongo que será su hermano.
Ya dentro del coche, empezó el interrogatorio de su hermano.
- ¿Que ha pasado, para que estes así?- dijo preguntándome
Yo me sentí cada vez con menos fuerza, estaba perdiendo mucha sangre y además estaba mareado.
- Que es un chico genial, y me ha defendido- dijo Amaia dándome un beso en la mejilla.
- Así que has defendido a mi hermana, pues si eres un buen chico pero, ¿que ha pasado exactamente?
Le explicamos lo que paso a su hermano, sin descuidar ningún detalle y cuando llegamos al hospital entramos corriendo hasta urgencias que me pasaron directamente.
- Pero bueno, siéntate ya chico- dijo el médico
Yo obedecí y me sentí me estaba quitando toda la sangre que tenía que era bastante para después darme puntos, cuando de repente, entro un enfermo que me sonaba mucho.
- Alfred tio.
- Agoney ¿que tal estas?
- Siento interrumpir pero Alfred te voy a ir poniendo ya los puntos. si queréis podéis seguir hablando así te distraerás.
- Vale
- Pues aquí estoy, haciendo unas prácticas ¿que te ha pasado?
- Ricky me ha pegado un puñetazo
- Enserio tio Ricky, porque te metes con el, sabes que el tío más fuerte del todo el colegio estás loco.
- Ya lo se Ago, pero estaba volviendo a hacer de las sueñas, espera tengo que empezar desde el principio.
- Venga pues cuenta, tenemos tiempo.
- Lo primero entre en la clase que me había tocado y el tutor era David. Yo no sé qué hize pero me cambio de clase y además tenía que cuidar de una chica nueva que se llama Amaia.
- ¿Y es guapa pillín?
- Es guapísima, pero al parecer eso también lo pensó Ricky y la estaba manoseando y ella no podía hacer nada y así acabó pegándome un puñetazo.
- Pues eres muy valiente, nunca nadie se ha atrevido a que Ricky le pegara, ni se han acercado a él.
- Ya ves tío
- Y muchísimas suerte con esa chica seguro que es preciosa.
- Es guapísima, creo que es ella Ago, llevo soñando con ella toda la vida.
- ¿Sabes como se llama?
- Se llama Amaia, y ella se llamaba así.
- Sabes si ha venido con sus padres.
- Se que tiene un hermano, y ella lo tenía.
- Pues tio, pregúntaselo, pero discretamente.
- Ya he acabado de darte los puntos de la cabeza, tendrás que esperar hasta que llamemos para hacerte una radiografía y llamaremos a tus padres.
- Gracias, adios Ago.
Salí de allí y solamente vi a su hermano, era el momento perfecto para preguntarle.
- Alfred ¿que tal estas chaval?
- Ahora bien
- Gracias por ayudar a mi hermana
- No ha sido nada, oye una pregunta ¿que os trae por Barcelona?
- Yo me vine a vivir aquí hace mucho tiempo, y mi hermana este año lo ha pasado bastante mal y hemos decidido que cable de aires.
- ¿A si que hace mucho tiempo?
- ¿Lo sabes no?
Algo o más bien alguien nos interrumpió, era ella venía corriendo hacia mis brazos y me dio un abrazo, eso me hizo pensar y dentro de mi vi que no todo estaba muerto, tenía a gente que me quería. En un momento a otro Amaia empezó a llorar, y como un impulso me separé del abrazo para quitarle las lágrimas que recorrían sus mejillas. Estaba siendo todo perfecto, hasta que su hermano nos interrumpió. Le expliqué todo lo que tenía que hacer y él se fue a trabajar pero Amaia se quedó conmigo.
- Gracias por preocuparte por mi.- dije sincero.
- Gracias a ti, que estes aquí ahora es mi culpa.- dijo con culpabilidad.
- No digas eso nunca, la culpa es de ese jilipollas, no te vuelvas a acercar a él vale.
Amaia solamente sonrió, su sonrisa era demasiado perfecta, ella era perfecta.
- Eres demasiado increíble para ser real- dijo al borde las lágrimas.
- Pequeña, no llores.
- Es muy difícil de explicar Alfred, te prometo que algún día te lo explicaré pero ahora no es el momento.
- No te preocupes Amaia, vamos a hablar de otra cosa ¿Que es lo que gusta hacer en tu tiempo libre?
- Me encanta la música, y me justa prácticamente todo tipo de música aunque el reguetón de ahora no me gusta, me gusta más al antiguo.
- Ala, a mí también me encanta la música y me gusta mucho el Jazz.
- A mí también, jo Alfred que bien nunca he podido hablar de esto con nadie.
- Yo también, y tocó varios instrumentos como el trombón y diferentes tipos de guitarras.
- Ala que guay el trombón tiene que ser súper guay, yo toco el piano.
- Un día me tienes que enseñar como lo tocas y yo a te enseño como toco el trombón.
- Trató hecho- dijo riendo.
En ese momento no sé qué pasó, pero por un impuso empece a acaríciela la mano. Vi como ella se ponía nerviosa y se la aparte pero me la volvió a coger y se apoye en mi hombro.
- ¿Te molesta?
Como me iba a molestar, la chica que llevaba esperando años a que volviera para poder cumplir mi promesa y casarme con ella. Necesito tener una conversación muy larga y seria con su hermano, antes de Amaia viniera me dijo que si lo sabía, eso quiere decir que es ella, o quizás no pero no se he soñado con ella durante toda la vida y tengo bastante miedo de lo que pueda significar eso.
- Que va, estoy súper bien- y solo dije eso.
Estuvimos así hasta que me llamaron pero lo único que yo pensaba era en ¿será ella?
- Alfred García, ya puede pasar.
- Voy contigo- Me dijo ella antes de que me pudiera levantar.
- No te van a dejar.
- Pues insistiré más que antes.
- Venga inténtalo- dije en tono burlón.
- Que gracioso eres- dijo enfadada.
- Pequeña no te enfades, si estoy deseando que vengas conmigo.
Ella no digo nada, seguimos nuestro camino hasta la sala del médico que los dijo a donde teníamos que ir. Estamos yendo para allá.
- Pequeña ¿estas enfadada?
- No Alfred, solo era una broma, anda vamos- dijo dándome la mano.
Llegamos a donde me tenían que hacer la radiografía y pase a hacérmela, después fuimos hasta una sala y Amaia insistió en entrar y al final cedieron.
- Te dije que iba a entrar- me susurró al oído- puede llegar a ser muy pesada.
- No si eso ya lo veo, pero me gusta así me haces compañía.
Nos sentamos en las sillas y el médico empezó a hablar.
- Bueno señor Garcia, usted como es menor tenemos que llamar a sus padres.
- Esta bien, pero nos se si lo van a coger- inconscientemente me empezaron a caer lágrimas pero me las quité rápido para que nadie me viera.
- Seguro que si, Alfred- me dijo Amaia tocándome la rodilla.
Intentaron llamar a mis padres y después de unas 20 veces lo cogieron, no se interesaron ni un poco por mí y seguro que cuando llegara a casa me caía una bronca.
- Bueno, ya te puedes ir- me dijo el médico.
Amaia y yo nos fuimos cogidos de la mano y salimos del hospital, yo estaba intentando evitar la pregunta pero no se podía hacer y al final Amaia acabo preguntándolo.
- Alfred, ¿porque tus padres te han tratado como si fueras nada?
- Por que no son muy cariñosos además se pasan la mayoría de días fuera de casa.
- Pero eso da igual Alfred, si tus padres no te quieren yo te adopto.- dijo parándose.
- ¿Me vas a adoptar?- dije riendo.
- Pues claro, y te juro que conmigo nadie te hará daño. - dijo acercándose más a mi.
Le dediqué una sonrisa y ella depositó un suave beso en la comisura de mi labio y seguimos caminando con las manos cogidas. Porque me volverás tan loco Amaia, porque.
- Ahora vamos a hablar de ti señorita.
- Venga, pregunta lo que sea.
- ¿Tienes novio?
- No, la verdad es que los chicos son jilipollas, excepto un chico llamado Alfred que como alguien le haga daño le parto la cara.
En ese momento tenía unas ganas de comérmela a besos increíble así que me paré y empece a darle en la mejilla sin parar.
- Me encanta que me des besitos, pero nos tenemos que ir.
- Mañana te daré más- La dije susurrando al oído.
Cuando llegamos a su casa paramos y me iba a despedir de ella pero me dijo algo que me dejó bastante descolocado, me había dicho que era su príncipe. La cojo del brazo pero la vi muy nerviosa así que le di un beso en la cabeza y me despedí de ella. Cuando no ya podía escuchar dije lo había querido estar diciendo todo este tiempo.
- Te quiero, mi pequeña.
Llegue a casa y me subí a mi cuarto y terminé la canción que estaba escribiendo.
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Junto a ti|Almaia
Teen Fiction1 temp de LA RAZÓN Una chica y un chico, se gustan ¿que podría salir mal?