Capítulo 11.

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Me alegra la idea de viajar a mi hogar, por lo menos una semana, pero por otra parte dejaría a Tom y Sam por una larga semana. Comencé a empacar todo lo necesario. Y ahí estaba en un avión de vuelta a casa. Mi corazón latía muy fuerte y lento a la vez. Era extraño pero me gustaba como se sentía. Al llegar al aeropuerto Patricia me esperaba.

- Lidia, has cambiado mucho, casi no te reconocía. – dijo Pati.

- No es para tanto, el frio de allá me hizo empalidecer.

- Te ves muy delgada. – dijo preocupada. – ¿Papá te alimenta bien?

- Tranquila estoy bien, podemos ir a casa.

Jamás creí que ver a mi hermana me daría tanto gusto, no después de cómo solía ser conmigo; pasar por mi antiguo colegio removió muchas cosas, ahí estaba el árbol donde Adri y yo solíamos vernos a diario. La cafetería, la librería, todo estaba en su mismo sitio y tal como le recordaba.

Solté un suspiro al ver mi hogar, bajé del auto y entre, se sentía como siempre.

- ¿Y mamá?

- Ella esta, indispuesta.

- Vaya, ¿Sigue molesta?

- No es eso, le ha costado entender todo Lidia, lo sabes.

- ¿Podemos ir a ver a Su?

Llegamos al hospital, y corrí para verla en su habitación. Pati me explico que la habían cambiado por comodidad de todos. Entré y ahí estaba como siempre solía estar, su rostro se veía un poco pálido, mucho más delgada, su cabello un poco más largo que de costumbre y un tanto maltratado.

- Su, estoy aquí como lo prometí, no he venido porque papá se empeño en llevarme con él, las cosas se han salido de control sabes. Pero entre lo malo lo bueno, sigues con nosotros y sé que tarde o temprano volverás hacer la niña molestosa que tanto amo. Necesito tus consejos; conocí a un chico que me encanta, se llama Tom, es quien me hace seguir viviendo el día a día. Y por cierto también hay un chico llamado Matías que por alguna razón se anclo en mi mente pero solo eso. (Mis lágrimas resbalaron sobre su brazo). Perdóname Susan, no debería ser así lo sé.

- Lidia no tienes porque ser tan dura contigo mismo. Créeme no es culpa de nadie. – dijo mi hermana.

- Pati, mamá no piensa lo mismo. Eso me reafirma que es mi culpa; que yo debería estar tendida y no ella.

Volvimos a casa, estaba exhausta por las emociones reencontradas, me encontraba en el sofá comiendo un poco de carne cuando escuche a alguien bajar.

- Patricia ¿Eres tú?

- Hola... Mamá soy yo.

- Ahh vaya no sabía que estabas aquí.

- ¿Podemos hablar?

- Creo que no es momento. – dijo dando la vuelta.

- ¿Entonces cuando mamá?. Ya ha pasado mucho tiempo de lo sucedido y me sigues evitando.

- ¡Entiende que no estoy preparada! – grito mi madre.

Vaya como poder entender que tu madre te odia, que te culpa de todo y que encima de eso, te mato en vida; porque así era justo como me sentía. Me giré y encendí la televisión, mamá ni siquiera se molesto en ver como estaba. Tomé mi teléfono y salí rumbo al "Mil Amoress" aquel café en el que esperaba ver viejas caras.

LA PESADILLA MÁS HERMOSA DE MI VIDA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora