II: Vendas.

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La molestia que sintió era diferente a las demás veces que lo habían despertado, no era una patada o a gritos como solían hacer siempre los dueños de aquel orfanato de mala muerte, sus ojos que casi pesaban al querer abrirlo sintió una pequeña respiración sobre su rostro...

"...Tanto ruido".

-Oye...despierta.

"Me quede dormido...".

-Tengo algo para ti, niño.

"¿Por qué me estoy despertando con esa voz?".

Sus parpados que eran pesados en ese sólo instante empezó a volverse una luz, dejando que se acostumbre a la luz de aquella habitación y aunque era poca sólo pudo encontrarse con unos ojos tan grandes, curiosos, de color celeste no...parecido al color del cielo, del mar pero al mismo tiempo aquello logró asustarlo, espantarlo como si a un gato le tirase agua, su cuerpo se movió por si solo olvidando incluso que tenía una manta cubriéndolo también le sorprende que los demás niños que son todos hombrecitos no le hayan avisado de la presencia de una niña, no estaba acostumbrado a los acercamientos y tampoco recordaba alguna figura femenina aparte de su madre o la mujer que se encontraba arriba en esos momentos, pero era extrañamente diferente de una manera u otra estaba siendo amable...

Su estomago le delato al ver las frutas que la niña en silencio le había tendido dándole una vista de arriba a abajo, era una enana a comparación con él y pareciera que no había comido todavía.

-Debes comer también...

Escogió la pera por instinto ya que no conocía el sabor de las frutas así que decidió al azar, nuevamente se fue alejando de todos debido a que le gusta estar solo y no relacionarse con los demás debido a que no comían por días, los alimentaban cuando se acordaban de darle de comer y casi siempre eran frituras o cereal con soda que realmente era una mezcla espantosa pero no tenía de otra opción si quería seguir con vida, lo mismo trataba de decirle a los demás de mala manera pero tampoco le interesaba mucho o eso es lo que piensa ahora.

-¿Cómo te llamas?.

-No te interesa, niña.

-No soy niña, soy Rachel Gardner.

Ya no contesto absolutamente nada, estaba sentado alejados de todos sin intención de decir su nombre ya que nadie lo sabia a pesar de su antigüedad, de ser el primero quien lo habían abandonado y en su mente de 7 años no podía entender de quién había sido el maldito o maldita de haberle hecho a esa niña, había entrado en el mismísimo infierno. Aquella noche había sido diferente para los niños ya que se habían reunido en ronda para presentarse, todos con una edad de 6 y 7 años, la más chica sin duda era Rachel que tenía sus 5 años, aunque no hablo mucho con los niños lo único que quería era descansar si era posible olvidar lo sucedido con su familia entonces eso quería pero la noche no se lo permitió, los malos sueños y el frío la estaban poniendo inquieta provocando en la pequeña quejidos de dolor alguna expresión de tristeza que hicieron despertar a cierto chico de vendas, estaba un poco molesto por la inquieta niña pero se dio cuenta casi al instante la razón y por primera vez se le estrujo el pecho, una sensación que a su corta edad jamás sintió eso hizo que se molestara aún más porque no entendía, se rasco la cabeza como acto reflejo seguido a un bostezo que no tomó voluntad de tapar, si esa niña seguía con frío entonces no iba a pasar la primera semana siquiera así que se dirigió hacia la niña para cubrirle con su manta vieja, no era muy cómoda ni tan abrigada pero iba a adaptarla a sus problemas de clima mientras que el chico de vendas se sentó en posición fetal desde los canales de ventilación había un enorme agujero que le permitía ver la luna.

-Azul...

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La mañana se hizo presente mientras que el gran estruendo en la puerta los alerta a todos, una botella de licor rota, pedazos de vidrios desparramados por el suelo.

-¡Necesito a alguien en la sala ahora mismo!.

Todos, sin excepción alguna estaban descalzos y pasar por el marco de aquella puerta los lastimaría, en ese instante Rachel debatió con ella misma al ver sus expresiones atemorizadas, sus manos llenas de ampollas y demás por lo que no quiso que fuera de esa forma.

A medida que iba subiendo escalón por escalón una sonrisa se ampliaba en la cara del adulto, en esos momentos Rachel no reconocía que era la maldad pero un escalofrío había recorrido su espalda recordando por unos momentos la expresión de su padre en el momento que apuñaló a su madre haciendo que vacile en seguir, en los últimos escalones que faltaban por recorrer, no estaba del todo segura incluso antes de que los vidrios rotos se incrustaran en su piel sintió como era tomada del hombro siendo jalada hacia atrás, lo primero que vieron sus ojos fue ese cabello azabache que pasaba frente suyo, sus ojos se abrieron a más no poder soltando un susurro.

-Tú...estás herido...

Se sintió mal por haber visto aquellas vendas con tanta atención pero esa sonrisa de satisfacción al cambiar el humor del adulto con una simple acción fue más que suficiente para querer saber su nombre, aunque no entendía porque lo hacia pero la había salvado de lo que sucedía en el exterior comprendiendo en su estadía tan corta por ahora que abajo de la casona era el lugar más seguro para ellos y si desobedecían y demás iban a pasar el peor castigo de su tan corta vida, la espalda del niño era una imagen que se quedaría grabada en su retina para los momentos que se estaban por venir, muchos sucesos sin respuestas, muchas preguntas que no se haría hasta conocer mejor que era el pensamiento...sus ojos heterocromaticos, uno de color avellana y el otro más llamativo, el color ámbar si tan sólo le dirigiera una mirada...tan sólo una retrocedería.

Y como si le leyeran sus pensamientos el niño volteó por unos momentos antes de desaparecer en el marco de la puerta.

¿Qué significaba aquella mirada?...¿Qué era?.


→¿Qué son los sentimientos?← ♪Zack y Rachel♪ ∆CORTO HIATUS∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora