PRÓLOGO (parte I)

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En cuanto salgo del agua y piso la arena me siento abrumada.

Hoy decidimos venir a Los Ángeles porque hace un rato no nos pasábamos por aquí. Ahora recuerde por qué. El sol es insoportable y hoy parece más brutal que los días anteriores. Comprendo porque el océano nos puso tantas corrientes en el camino hasta aquí.

Nada más pisamos tierra corremos por la arena caliente hacia la sombra que nos ofrece una palmera.

—¿Por qué nos hicieron venir aquí con este calor infernal? —Ahí vamos. Arianna y su costumbre de hacernos sentir mal por todo.

—Y cómo diablos se suponía que sabríamos del calor que hacía aquí —Nos defiende Alexis.

—Ustedes ven el futuro.

—Tú también lo ves —Andromeda no es de pelear, pero Ryan en verdad sacude nuestras escamas.

—Ustedes fueron las que decidieron venir aquí —Su tono sube de volumen cada vez más.

—¿Acaso te amarre a mi cola para que me siguieras? —En este punto, Lexa ya está de brazos cruzados y observando a Ryan molesta.

—Ya déjenlo —Interfiere Allison. Hoy vinimos nosotras cinco—. No vinimos aquí para eso.

—Pues definitivamente no lo hice para rostizarme, Ally.

—Y yo no estoy aquí para escuchar tus quejas. Si ese hubiese sido el plan —Lexa mira sus uñas pintadas por Allison— me habría quedado en casa.

—¡Eres una odiosa!

—Baja el tono —No grito, pero mi tono sí es severo; yo no suelo ser así por lo que mi frase me trae miradas de sorpresa de mis hermanas. Lexa sonríe—. No basta la cantidad de miradas sobre nosotras, tú vienes a gritar para atraer incluso más. Sabes lo peligroso que es para ellos.

Cuando estamos en tierra procuramos no hablar con los humanos y cuando no podemos evitarlo debemos controlar mucho el tono. Cuando subimos la voz tenemos dos posibles reacciones de los humanos: preocupación exagerada o ira desmedida.

Todas lo sabemos, incluso Arianna que no sube frecuentemente. Por ello aprieta los labios. Conoce el riesgo de su rabieta pero jamás admitirá su error. Desde que tengo memoria la relación con Arianna ha sido complicada, no es mala pero sí bastante caprichosa y nos frustra a todas, incluso a Aqua que es tan diplomática.

—Ni siquiera sé por qué se me ocurrió venir con ustedes, qué estupidez. Ya nos vamos.

—Tanto esfuerzo para llegar aquí para irte ya —Mi piel comienza a picar, juego con mis dedeos para evitar rascarme. El sol comienza a afectarme y seguro ellas están igual.

—Mejor perder ese tiempo que quedarme aquí con ustedes. Nos vamos.

Apenas ha volteado cuando Lisa le dice que ella se queda con nosotras. Claramente eso no lo esperaba Arianna, sus puños se aprietan y sus piernas tienen un muy rápido destello de verde, el color de su cola, que un ojo humano no podría captar. Ella ni siquiera dice nada, tan sólo corre hasta el mar, cabezas se mueven siguiéndola.

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