Jade.
El verle ahí me había sorprendido, pero no dejé que él notase cuánto realmente me afectó. Obligué a mi mirada enfrascarse en el discurso que el Decano estaba entregando, pero mi mente divagaba alrededor de cálculos que intentaban demostrar la probabilidad de todo lo sucedido con el chico. Bajos, realmente, y henos aquí. Yo, sintiendo cómo su mirada cala en mi rostro mientras le ignoro, y él, observándome como si fuese alguna clase de atracción de feria.
El discurso terminó, y pude observar cómo el rizado corría fuera del auditorio; como alma que lleva el diablo. Yo seguí a la demás gente hasta donde se realizaría el coctel previo a la bienvenida. Tomé un jugo natural de naranja de la mesa en que se encontraban y unas galletas para acompañar. Comí un poco, puesto que el apetito no requería que se satisficiere y no quería parecer grosera rechazando su comida. Observé como la gente se reunía a hablar con otra, y lo hacían lucir tan fácil que llegaba ser intimidante. De nuevo me estaba costando encajar. Genial, Jade; simplemente genial. Desde lejos, una chica caminó apresuradamente, y llamó la atención de la mayoría por cómo hacía que sus tacones sonaran en el piso. La seguí con mi mirada, puesto que era lo más parecido a una de las chicas que me hablan normalmente en aquel lugar. Cuando se detuvo, una figura familiar paró también. Era ese tal, Styles, el rizado de los tatuajes. El que hiso mí tatuaje. Presté atención a su intercambio de palabras, el cual por el rostro de la castaña no terminó como hubiese deseado. Algo dentro de mí se regocijó porque así hubiese sido, y en ese momento no entendía el porqué de ello. Cuando su rostro se recuperó, se dio cuenta que le observaba y me maldecí interiormente por quedar mirando como una estúpida a su charla. Rápidamente comencé una pequeña charla con una chica cerca de mí, para poder alejarla de mí alcance, pero la castaña interrumpió de todas formas, no importando dejar a la otra chica sin una respuesta.
—Nueva, ¿cierto? No te había visto por aquí antes; bienvenida a Queen Mary, preciosa. -Dijo con dulzura, y esta vez me costó captar si su amabilidad era falsa. Tan falsa como aquellos labios que poseía.
—Lo soy, un gusto... -Dejé espacio para que se presentase.
—Karolina Lugg, querida. ¿Y tú eres? -Sus grandes ojos azules lograron intimidarme por un momento, pero había lidiado con perras mayores en mi camino como modelo.
—Jade. -Contesté con simpleza a su pregunta. Desde que esta idea me entró en la cabeza me había propuesto no contarle a la gente de mi apellido, para poder dejar todo lo más simple posible.
—Un gusto, Jade... Pude captar cómo observabas la conversación que poseía con mi novio. -Habló otra vez con ese tono, el cual ya estaba logrando colmar mi paciencia de santa. El que remarcase la última palabra logró tocar una fibra sensible en mi interior, pero no le di la satisfacción de verme afectada.
—¿Tu novio? Oh, me alegro querida. Pero en realidad estaba observando tus tacones; me encantan los stilettos, ¿Puedo saber dónde los conseguiste? -Contesté con la misma fingida dulzura que ella me estaba proporcionando, y al parecer no lo notó, porque comenzó a hablarme de su maravilloso viaje a Milán para la semana de la moda y cómo un diseñador muy exclusivo había decidido regalárselos. Fingí prestar atención, como ya muchos años había ensayado; asentir, hacer preguntas cortas, y cuando ya no hay nada más que contar, disculparse con una ida al tocador de damas.
Al estar ya en el baño de chicas, solté un gran suspiro y rodé mis ojos ante aquella personalidad que la tal Karolina poseía. ¿Cómo rizos puede estar con tal insoportable? Fruncí el ceño ante tal pensamiento e hice una mueca con mis labios. Desde mi bolso saqué el móvil, para revisar si poseía alguna llamada perdida o mensaje de mis amigas. Perrie estaba cursando su último año de Diseño de Modas, Mención en Alta Costura en Central Saint Martins y mamá estaba tan orgullosa que al menos una de la pandilla hubiese seguido sus pasos, es tanto así, que siempre que puede le consigue pasantías en Alexander McQueen y envía a shows de Zuhair Murad. Jesy, por su lado, trabaja de medio tiempo en la joyería de sus padres y escribe. Su talento es crear hermosas historias que algún día serán publicadas para hacerla la escritora famosa que merece ser. Leigh-Anne por otra parte está interesada en la moda, pero sólo como fashion Blogger; ha conseguido asistir a los desfiles más exclusivos de la semana de la moda en Londres y París. Continuamente promociona los diseños de mamá, y ella la adora por ello. Cuando veo que ninguna de las tres ha dejado algún mensaje, a parte del de deseo de buena suerte de esta mañana, guardo el celular y retoco mi labial. Pienso en conseguirme un gato, lo anoto en mi diario y busco lugares en dónde adoptar uno. Un gato servirá para esta creciente soledad que estoy presentando, me digo.
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tattoo ⇢ jarry stirlwall
Fanfiction"Dios los crea, el destino los une" © wefoundwonderland- 2014 all right reserved