chapter 2;; ironic

1.6K 118 17
                                    

Jade.

Mi mirada iba de aquí para allá, tratando de encontrar salida alguna de esto, hasta que finalmente me rendí y armé de valor. Ya estaba lo bastante adulta como para tomar mis propias decisiones. Caminé con paso decidido y mi mentón levemente levado, meciendo mis caderas de un lado a otro, en un caminar hipnótico para el sexo opuesto. Sí, era plana, pero tenía una seguridad acerca de mi belleza que muy pocas pueden demostrar, cosa que había aprendido de las modelos que eran casi más presentes en mi vida que mi propia madre. Norma Badwi, la respetada y reconocida diseñadora nacida de los barrios bajos de South Shields, hija de un par de inmigrantes, que creció entre pobreza y logró salir adelante ganado su fama en un concurso local de diseño, llamando la atención de la industria y convirtiéndose en la It-Woman de toda Inglaterra, para luego ser una de las mujeres más reconocidas y poderosas del mundo de la moda. Mamá se casó con papá, ya que ellos tenían un elemento en común: sangre árabe y/o egipcia. Se enamoraron, y de su amor, nací yo, Jade Amelia Thirlwall Badwi, su servidora.

19 años, de estatura media –por lo que no pude postular para seguir los pasos de mi madre en la industria y volverme modelo-, tez morena, cabello rubio –claro que teñido, siento decepcionarlos- y sin casi nada de curvas, más que unas en el trasero. Tengo un lindo trasero, es firme y redondo; perfecto.

Al estar cerca de llegar a la tienda, mi cuerpo completo se tensó en alerta. Sabía que dolería, pero eso era lo que menos me importada. Mamá se volvería loca, diciendo que mi perfecta piel se había arruinado y llamando de Steve, su asistente, para reservar la primera operación láser para quitarlo de mí, y lo que más costaría sería ver su cara de decepción; odiaba verla así, y más si era por mi culpa.

Solté un largo suspiro, y caminé hacia la entrada del lugar, viendo como la mirada de mi rubia mejor amiga se iluminaba y se acercaba, sonriendo como nunca y abrazándome como si no me hubiera visto en años. —Perrie, ya, ya está, basta… Porfavor, Pezz-rogué, haciendo una mueca ante su insistente abrazo. Ella asintió, sin dejar de sonreír, cosa que hizo que en mis labios también se formara una pequeña sonrisa. Ella podía contagiar la suya hasta la persona más amarga del mundo. Era y es una dulzura de chica.

—Bien Jade, pasa al final de la sala, la puerta derecha te llevará directo a donde encontrarás la sala de tatuajes.-dijo el moreno, dedicándome una suave y perezosa sonrisa, que de seguro hacía que las bragas de la mitad de la población femenina se cayeran, pero a mí no. Sabía cómo eran los hombres, tenía que tener mucho cuidado, y yo me encargaría de cuidar a mi Perrie de él.

Asentí, con mi mandíbula tensada. Le dediqué una última sonrisa forzada a Perrie y me dirigí en la dirección indicada. El pasillo se me hacía interminable; lleno de posters de bandas de metal y rock pesado, tatuajes con carabelas y fuego, que casi hicieron que me meara encima. Toqué la puerta y luego de unos diez segundos de espera, un chico rizado me abrió. Sus rulos chocolate eran hipnotizantes, la mayoría de su rostro estaba cubierta por una mascarilla blanca que hacía que sus ojos esmeraldas resaltaran sobre su piel blanca. Aclaré mi garganta, haciendo una mueca al sentir su intensa mirada recorriendo mi cuerpo, por un momento me sentí incómoda. —Em… ¿Tú eres el tatuador?-¡Jade, tonta, que es obvio que él lo es! Me di una cachetada mental, sin dejar que se notara por fuera, debía permanecer lo más calmada y distante posible.

Asintió, esta vez mirando a mis ojos chocolate, haciendo un espacio para que yo entrara. Sonreí débil y pasé por su lado, captando un aroma exquisito, cosa que hizo que algo en mi interior cobrara vida. Miré alrededor; a diferencia de los pasillos, esta sala estaba más limpia y sin tanto adorno que me diera ganas de correr del lugar y no volver jamás. Las paredes blancas tenían una ventana que daba justamente al parque frente al centro comercial, mostrando a los niños jugar y a madres conversar. Alrededor, estaba decorado con dibujos y había botes de pinturas cerrados y abiertos en la esquina derecha de la habitación. Un gran sillón de cuero y una silla de metal daban paso a mi infierno. Mordí mi labio, pensándolo una vez más, analizando la situación en mi cabeza. Pero al fin me decidí. Era bastante mayorcita, yo decidía que hacer con mi vida, no mi madre y, ¡joder! Me inscribiría para la universidad, aún había tiempo.

El chico me dirigió al sillón de cuero y yo me acomodé en él, sentada aún un poco tensa. — ¿Qué es lo que te gustaría?-dijo, con su voz grave, lo cual hizo que unos escalofríos recorrieran mi espalda.

—Un tatuaje…-hablé bajo, cosa que era realmente rara en mi persona. Siempre directa y al grano. Aclaré mi garganta y levé mi mentón, recuperándome. —Quiero un tatuaje.

Sentí como se le formaba una sonrisa debajo de la mascarilla, mientras acomodaba sus utensilios y conectaba algunas cosas. —Claro que un tatuaje, sino, ¿para qué estarías aquí?-preguntó con burla, lo que hizo que frunciera mi ceño molesta. ¿Cómo se atrevía a burlarse de mí? ¿Quién mergas se creía?

—Pues bueno, si quieres que te especifique, dilo, señorito obvio.-devolví con sarcasmo. Saqué un papel de mi bolso y escribí con letra legible lo que deseaba y se lo tendí. Él frunció el ceño al leerlo, como si fuera una broma.

— ¿Qué son todas estas rayas? ¿Es una broma?-alzó una ceja.

Rodé mis ojos, para luego suspirar y pasar a explicarle. —Es árabe, idiota.-sonreí de lado al ver como ladeaba la cabeza, tal cual cachorro que no entiende una orden. —Significa: Cualquier persona puede lograr su sueño si tiene el coraje.-me encogí de hombros leve.

El asintió, ahora comprendiendo mejor. — ¿En dónde lo deseas?

—En la columna, que abarque desde un poco más arriba de mi trasero hasta donde la frase llegue.-contesté sin rodeos, ya tenía esos detalles previstos hace ya mucho tiempo, porque la idea me había rondado por meses en la cabeza, pero como no soy tan impulsiva como Pezz, esperé al momento correcto.

Levó una ceja, sonriendo divertido. — ¿En la columna? Preciosa, no creo que aguantes el dolor.

Mi mandíbula se tensó, mirándolo en desafió. Me levanté del sillón para encararlo, dejé mi bolso en una mesa cercana y me quité el blazer color mostaza, mirándole desafiante. Su sonrisa burlona no desaparecía, cosa que me irritó aún más, por lo que no lo pensé dos veces y me quité el crop top blanco, dejando mis tetas al aire. Sonreí con sorna. ¿Quién se burlaba de quién ahora?

Su vista en mis senos no me hacía estar incómoda como lo había hecho al principio, cuando me escaneó por completo a la entrada, ya que antes, había posado desnuda como modelo para una de las campañas publicitarias de Badwi. Levé una ceja burlona, disfrutando como se colocaba rojo para luego mirarme fijo a los ojos. — ¿Comenzamos?-no podía dejar de sonreír. Asintió con nerviosismo y cambió su vista a otro lugar, mientras yo me acomodaba boca abajo en el sillón y dirigía mi vista a la blanca pared con pequeños trazos de un árbol en invierno. Todo comenzaría en unos pocos minutos más.

» ¿Cómo le andan hermosuras? 

Y no me digan que con los pies porque o sino les corto/coso sus genitales(? asñldkaslñk

Pues aquí el segundo capi, explicando cosillas interesantes(? je je

Espero que les haya gustado babes, dejen sus bellos comentarios y votos<3 ¡Se los agradecería montón!

pd. multimedia: outfit jade jeje e.e

xxJavixx

tattoo ⇢ jarry stirlwallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora