12. Finales y principios

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XXXIV

Las salidas al parque empezaban tranquilas y acababan en desastre. Era inevitable que Tobio y Hinata se emocionasen demasiado jugando y acabasen con algún golpe. Tadashi, Hitoka y Kei eran más tranquilos, pero a veces recibían alguna sacudida de aquellos dos desastres naturales.

Akaashi suspiraba cansado, viéndolos subidos en una rueda giratoria. La hacían girar con fuerza (toda la que un niño poseía) y gritaban riéndose. Oikawa les advirtió varias veces que dejasen de hacer el tonto, pero eran dos almas rebeldes.

— ¿Podemos jugar a otra cosa? Con tantas vueltas me mareo — dijo Tadashi Yamaguchi. — ¿Vamos a los columpios?

— ¡Sí! — gritaron los dos niños, en busca de algo que agitar.

— ¿No se les acaba la energía? — comentó Oikawa, viéndoles correr de un lado a otro.

—Desearía creer que sí, pero entre Shouyou y Koutaro ya perdí la esperanza. — Tooru se rio un poco.

— ¿Cómo estáis en casa, por cierto? — le preguntó después. Había pasado tanto tiempo metido en sus problemas que se había olvidado de algo: que el mundo seguía su curso. — ¿Tu hermana va bien?

—Va mejorando, puede moverse mejor. Pero aún falta mucho para que pueda moverse con totalidad, como antes. Eso, en cuanto a estado físico porque... Bueno, no ha estado muy bien. Le pesa mucho la pérdida de Yuudai, cosa que es comprensible. Es su marido, después de todo.

— ¿Y el niño?

—Está nervioso, debe ir con cuidado con su madre porqué aún está delicada. Antes, Hyoko era muy enérgica y jugaban mucho, y ahora se aleja. Ha empezado a preguntar por su padre, también, aunque le hemos dicho que no volverá...

—Me lo imagino. — y bien que lo hacía, porque había estado en una situación parecida a la suya.

—Por cierto, quiero comentarte algo —Oikawa asintió y escuchó atentamente. —Koutaro ya ha pasado demasiado tiempo fuera del equipo y ya debe volver, y yo regresaré al hospital de Tokio. Tan sólo había pedido un intercambio, pero no puedo quedarme para siempre.

—Tarde o temprano tenía que pasar, estabais aquí porque tu hermana estaba ingresada. Ahora que ya ha salido del hospital, volveréis a vuestra rutina.

—Sí, pero no lo haremos solos. Hyoko no puede quedarse sola aún, tampoco puede cuidar de unos niños pequeños porque necesita la ayuda de un adulto para moverse. Además, he estado viendo programas de rehabilitación que le servirán más que los de aquí, su recuperación sería más rápida. Así que, Hyoko y los niños se vienen con nosotros...

— ¿Os iréis todos a Tokio?

—Ellos estarían con nosotros hasta que Hyoko se recupere. Después, volverán a Miyagi, después de todo es su hogar. Hemos empezado a contárselo a Shouyou, pero creo que no lo entiende del todo. Piensa que serán vacaciones... y él y tu hijo están muy unidos, y temo que no se lo tomen bien si se separan de ese modo.

—Ya...

Oikawa también lo temía. Eran como dos almas gemelas, no se podía separarlos así como así pero la vida es la vida. Había razones de peso para irse, y no se podía hacer nada al respecto sólo, respetar la decisión. Además, Akaashi había dicho que volverían a Miyagi así que algo era algo. Pero estaba seguro que Tobio no lo iba a comprender.

—Va a ser algo durillo, pero tendrá que aceptarlo. Tampoco se va para siempre, ¿no? Volverán a estar juntos... — le dolía ser tan frío, pero con estas situaciones se tenía que ser realista. — Hablaré con él en casa, debe empezar a entenderlo cuanto antes.

Súper-papá OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora