Él era Tobio Oikawa y estaba a punto de cumplir dieciocho años. Era alto (ya pasaba del metro ochenta) y, según decían, se parecía a su abuelo paterno. Sus padres eran un periodista presentador de la sección de deportes de un telenoticias y un profesor de educación física de primaria. Se podía decir que sus estudios no iban muy... aceptables, según los parámetros convencionales, pero tenía un don específico en el voleibol.
Decían que era un genio. Que había heredado buenos genes de su padre, i que valía mucho. Tanto como para ser profesional. Tobio estaba ilusionado, desde luego, porque es lo que quería. Ser bueno en una cosa cuando con lo demás eres terrible, hace que te aferres a ello como una lapa y no lo sueltes jamás.
A Tobio le encantaba ese deporte. Su lugar en el mundo era la pista de vóley, ahí dónde se sentía vivo. No le importaba mucho los animadores, sólo se centraba en su juego. Eso es lo que realmente quería. Lo que realmente deseaba. Seguir ahí, una y otra vez hasta llegar a la cima. Seguir y nunca parar. Colocar, servir, observar, saltar... ganar.
Claro que todo eso no importaba ahora, plantado en frente de una tarima, recogiendo su diploma de graduado en preparatoria.
Bueno, a decir verdad, sí influye.
Tobio había conseguido graduarse después de batallar durante tres años a unos monstruos llamados exámenes. Ya está, ya había terminado la preparatoria y podría dedicarse plenamente a lo que quería: el vóley.
De hecho, estaba nervioso. No por la ceremonia, sino porque más tarde tiene una prueba. Podría haber elegido otro momento, desde luego, pero Tobio no quería malgastar tiempo. No podía esperarse tres o seis meses para las siguientes pruebas sin hacer nada.
—Tobi, lo logramos. Hemos terminado la escuela — dijo Hinata, su fiel compañero de batallas.
— ¿Y gracias a quién? — soltó Tsukishima, con la cabeza bien alta. Hinata y Tobio fruncieron el ceño, pero ambos sabían que tenía razón.
—Bueno — admitió Hinata. —Quizá nos ayudaste un poco...
—Si no fuera por mí, aún estaríais en primero.
—Y si no fuera por esos papelitos misteriosos en medio del examen, también —añadió Yamaguchi.
—Tampoco hicimos tantas trampas...
—Eso no es bueno —dijo Yachi. —Después os conformaréis i no sabréis estudiar de verdad... ¿Qué pasa si no podéis hacer esas trampas...?
—No quiero seguir estudiando —dijeron los dos chicos a la vez, muy convencidos.
No tenían planeado irse a la universidad. Para jugar a vóley no se necesitan estudios.
— ¡Ah, Tobi! — exclamó Hinata, de repente. — ¡Que tenemos la prueba, hay que irse ya! ¡Nos quedan diez minutos!
— ¡Te dije que avisaras antes, idiota!
—Eso te pasa por confiar en esa cabeza hueca, cabeza hueca 2.
—Silencio, Tsukishima.
Tobio y Hinata se fueron corriendo hacia la salida de la escuela. No podían perder mucho más tiempo, o no les dejarían participar. Y eso sería terrible. Ahí fuera se encontraron con sus respectivos padres. Oikawa tuvo que frenarlo antes de que chocaran.
—Tobio-chan, frena...
— ¡No hay tiempo, tengo que irme! — exclamó, nervioso. Le entregó el diploma para no tener que llevárselo a todos sitios.
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Súper-papá Oikawa
FanfictionLa vida de Oikawa Tooru cambia por completo al encontrar al pequeño Tobio, su hijo recién nacido, en la puerta de su casa.